La vida de casada, nunca fue mejor.
Teníamos nuestra casa, con un jardín increíble, en el cual nuestra Rose corría sin que nada pudiese pararla. Me era imposible no sonreír al verles a ambos correteando, Paul está vuelto loco con la pequeña, desde que nació, se ha convertido en la niña de sus ojos. Es una vida que puedo desearle a muchos, porque es la mejor de todas. Hay amor, éxito y la familia siempre está primero. Ser madre y esposa me ha cambiado la vida completamente, nada mejor que llegar a los veintiocho años, que ser feliz a plenitud con mi esposo y nuestra pequeña.
Era una pequeña reunión, que la tía Mía había organizado, entonces, pasó a ser algo mayor. Rose es una bella damita roba corazones, hasta mi padre no puede evitar seguirla en todos sus juegos , es una niña que agota a sus compañeros. Todo vale la pena por verla sonreír. Con tres años, es el centro de nuestro universo.
—Mami, mami —grita huyendo de su tío Theodore.
—Te tengo. —le susurro cuando llega a mis brazos.
Ella se ríe por las cosquillas que él le hace, ella corre para que no le robe su dulce. Adoro su sonrisa, sus piecitos, sus pequeñas manos. Mi niña rubia, mi pequeña de ojos grises, mi amor chiquito. Consigue escapar de su tío, y nuevamente vuelve a mí, está cansada. Me disculpo con los invitados, debo llevarla a la habitación para que duerma. Le preparo su botecito de leche, le lavo sus manos para colocarla en la cama. Le canto, a ella le gusta que lo hagamos.
— ¿Y papá? —me pregunta. Cada que escucha su canción favorita, pregunta por él.
—Trabajando, mi niña. —Paul se ha ido dos semanas de viaje por trabajo. Tendría que volver hoy, pero parece que no alcanzará a estar aquí a tiempo.
Ella asiente, es muy comprensiva pese a su corta edad. Sus ojos se cierran, duerme plácida, como un ángel, le coloco las almohadas alrededor para que no se sienta sola al dormir. Beso su cabecita. Le quito su cadenita, lo hago para evitar accidentes con ella, su uso solo es permitido si está despierta.
Voy de regreso a la sala, cuando escucho:
—Mi amor —de solo escuchar su voz, me emociono.
—Pensé que no alcanzabas a venir, cariño.
— ¿Y perderme tu cumpleaños? Jamás. —Me besa en los labios. —¿Te ha gustado mi regalo?
—Si, es preciosa. —Miro la pulsera que estoy usando. —Yo te tengo una sorpresa.
—Yo no soy el del cumpleaños, Phoebe.
—Lo sé, pero no puedo esperar para decirte. Así que, lo tomaremos como un regalo adelantado, ¿Te parece?
—Me intriga mucho, sea lo que sea.
Corro a nuestra habitación para sacar la caja plástica a donde he guardado su obsequio, se que es algo que le va a encantar. Lo ha estado pidiendo desde hace mucho, y es la hora. Me está esperando en el pasillo, lo más seguro es que haya ido con Rose para verle.
—Debe estar muy cansada, parece una roca durmiendo —se ríe.
—Ha corrido como loca. Rose nunca sabe cuando parar, a excepción del momento en que llega la hora de la siesta —le tiendo la caja. —Sé que lo has querido hace mucho, ¡Enhorabuena!
Él retira el lazo que la envuelve, la abre con lentitud para impregnarle de misterio. Mira el interior y luego a mí.
— ¿Es en serio?
—He ido esta mañana, quería asegurarme antes de darte la noticia. Señor Zimmerman, estamos embarazados.
—Mi amor —me coge a volandas para luego besar mi cara por todos lados. —ahora sí, otro bebé, cariño.
Corre como niño con juguete nuevo, lo sigo en su locura. Se detiene en la escalera de forma abrupta llamado la atención de todos.
— ¡Voy a ser papá!
Y así es como, casi nueve meses después —mis hijos llegan antes de tiempo— En septiembre, celebramos el cumpleaños número cinco de Rose, en compañía de Manuel, nuestro pequeño de una semana.
Y esta es mi familia.
¡BIENVENIDAS NUEVAMENTE!
ESPERO QUE LES GUSTE LA HISTORIA. YA SABEN, TENDREMOS:
✓ Drama, mucho drama.
✓ Amor, muchísimo amor.
✓ Miel empalagosa.
✓Mucho, muchísimo de mí.
Abrazoooooos.
Y nos leemos pronto.
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Editado: 27.11.2020