Frío fue el tiempo en el que tu mirada se vistió de negro,
qué cruel tiempo.
Que te hubiera tenido en esa cama no significaba que estaba esperanzado y feliz.
Y cómo aquella vez que los astros del cielo te hablaban diciéndote que pronto te elevarías y serías uno de ellos.
Y cómo aquel momento en que las aves de colores teñidas de sombríos
aullidos amordazaban el silencio
junto con el viento que me mostraba tu reflejo.
¿Qué hubiera pasado si no?
Verdoso y dañino fue el qué merecido castigo.
Tantas palabras te escribí,
pero me hacen daño.
Coloqué aquel brazalete jurándote amarte mientras tú y yo estuviéramos conscientes.
Y claro,
el único que ama soy yo.