Era un día hermoso el sol estaba radiante y acogedor, la casa de los Garza estaba completamente ruidosa, era un día maravilloso ¿y como no? El Pequeño de la casa cumplía años y eso era motivo de felicidad en todo la cuadra.
- Claro Mamá está todo listo, la fiesta empieza a las 3:00pm me hubiera gustado hacerla más temprano pero a un el bebé no sabe sobre la fiesta lo mandé con Diane al parque para que no sospechara- la Joven hablaba por llamada con su querida madre le comento todo sobre la fiesta planeada semanas atrás.
- Claro Mamá- Asintió la chica - Aquí te espero.
-!Amor! Con quién hablabas- pregunto algo curioso un joven algo atractivo detrás de la chica.
-Con Mi Madre le explicaba algunos detalles de la fiesta y prometió contratar a un payaso reconocido para el show- respondió La Joven mientras depositaba un casto beso en la mejilla del Joven.
El joven asintió mientras se dirigía a la sala de la casa.
Ya todos estaban listos solo esperaban la llegada del peli blanco era un niño muy lindo te perdías en sus inmensos ojos Grises y era un pequeño muy educado.
La madre del pequeño marco a su hermana para decirle que regresarán ya era hora para la gran sorpresa de el niño.
Lo que nadie sabía es que a ellos también les esperaba la sorpresa de sus vidas.
Sonó el timbre por toda la casa, todos sabían que eran ellos La Joven se dirigió a abrir y extender sus brazos para recibir al pequeño, el cual imitó la acción de su madre para dejarse envolver en sus cálidos brazos.
La Madre del pequeño se dirigió al patio con su pequeño el cual venía ya con los ojos cerrados debido a la petición de su madre, todo era un silencio inmenso, algo lindo y delicado para ser silencio, la madre depósito a el Pequeño en una silla mientras el mantenía sus ojos cerrados.
-Ya puedes abrirlos cariño- dijo la joven con un tono de delicadeza y dulzura en su voz.
El Pequeño hace caso a la orden de su madre y lentamente abre los ojos, parpadea un poco para ver bien, y miro a todos con una gran sonrisa el chico no tenía ni idea de que pasaba pero estaba contento algo de compañía no hacía mal para nadie y el lo sabía más que nadie.
Todos cantaron las mañanitas entusiastas y el Pequeño se dedicaba a sonreír, era feliz completamente feliz, estaba seguro que quería enmicar el recuerdo para siempre, si tan solo se pudiera, pero solo tenía consiente una casa el amaba a esas personas y mucho más a sus padres.
El timbre sonó y la joven se dirigió a la puerta era el show de payasos ella los invito a pasar y los dirigió a dónde darían su espectáculo.
-Llego el payaso grito uno de los primos del pequeño- mientras daba saltitos de felicidad acompañado de los demás niños que ahí se encontraban.
- Hola Niños- se escucho una voz gruesa pero amable que provenía de uno de los payasos contratados.
Nadie lo noto pero sin lugar a duda todo la felicidad mostrada amenazaba con desaparecer en cualquier instante sin nadie que pudiera Hacer algo al respecto.
Los payasos hacían su show haciendo felices a los pequeños, pero hubo algo que nadie noto entre todos ellos había un payaso triste, sus ojos eran profundos, sus ojos demostraban la soledad pura, con solo mirarlos podrías querer morir, ya que estos trasmitaban dolor y tristeza.
El pequeño se dio cuenta de eso, y se dirigió al payaso este lo miro y se quedaron así mirándose, ninguno de los dos cedía a bajar la mirada, hasta que el Pequeño sonrió, era una sonrisa cálida que te hacía sentir paz, te envolvía en un cálido abrazo sin siquiera tocarle, era la sonrisa más pura y hermosa que existía y no había duda ese pequeño era un gran angel para estar en este mundo de mierda pensó el payaso mientras le regresaba la sonrisa.
El show del payaso termino abriéndole paso a los demás, el Pequeño se escabulló entre los demás que se encontraban ahí, dispuesto a entablar plática con aquel payaso, que de una u otra forma sus ojos transmitían dolor y cansancio.
-Hola- dijo el pequeño regalándole una sonrisa al payaso.
-Hola Pequeño que te trae por aquí- respondió el hombre.