Estaba de un color azul verdoso, su tez blanca queso había desaparecido, sus ojeras estaban cubriéndole casi todo el ojo, era raro, yo nunca lo había visto así. No entiendo para qué tome su temperatura, pero igual lo hice, seguía igual de frío que siempre, intente sentir algo en su pecho, obviamente nada, todo estaba normal si eres un vampiro. Iba a ir por algo de agua cuando Viktor halo mí brazo.
-No te vayas.
-Iré por agua.
Comenzó a negar.
-No necesitó agua.
-Dime qué hago entonces. -Le ayudé a sentarse y tomó mi muñeca-. No, Viktor, dijiste que no volverías a hacerlo.
-Lo necesito, Yuuri, perdóname. -Comencé a negar intentando zafarme-. Hace mucho estaba sediento, intenté saciarme con humanos, pero es imposible, seré más cuidadoso.
-Pero...
-Por favor. Seré cuidadoso y me detendré.
-¿Lo prometes?
Asintió y le permití clavar sus colmillos en mi muñeca, ardieron las heridas tal y como la primera vez, comencé a sentir la succión como si estuviera desocupando un líquido ligero, en lugar de mi sangre, sentí el mareo cerca así que le pedí que se detuviera, no lo hacía así que golpee su hombro, cosa que al parecer sirvió.
Al separarse vi un par de caminos saliendo de mi vena, sus labios también tenían ese camino y me asusto ver esa expresión animal y diabólica de él. Viktor se había convertido en un horrible monstruo por unos segundos. Limpio las gotas de sus labios y luego muy lento, viendo el pavor de mi mirada, llevo mi muñeca en alto hasta llegar a sus labios, pasó su lengua y después de un terrible ardor, desaparecieron las heridas.
-Estás... ¿Estás bien? -preguntó Viktor.
Salí corriendo, me alejé tanto como mis muslos me dejaron, comenzaron a doler y la respiración me faltaba, cuando alcé la vista, solo había salido de la tienda, la falta de sangre me hizo sentir aún más agotado que siempre.
En la noche tuve que regresar, no tenía a donde ir y tampoco conocía a nadie. Al llegar, el señor Celestino estaba muy asustado, primero por mi desaparición y segundo, Viktor se había ido, después de huir había tomado sus cosas y se había despedido de él. No dijo a dónde iba ni cuándo regresaba, simplemente se fue sin decir una palabra.
Me había quedado solo de nuevo, y como último recuerdo de mi hermano, tenía la imagen de esa mirada diabólica y sedienta, el par de caminos rojos bajando por sus labios, sus manos temblando y la frialdad de ellas apretándome la muñeca. Con ese pensamiento me dormí, ahora tenía que esforzarme por ganar dinero e irme sin rumbo fijo.
Soñaba con Viktor y sus colmillos, muchas noches veía su mirada y quedaba completamente congelado, incluso podía sentir su frío dedo pasando por mi mejilla.
Pero una noche la mordida dolió más que siempre, ardió como nunca y me revolvía en la cama para despertar, sentía mi muñeca partirse a la mitad, mis ojos pesaban y por más que intentaba liberarme de esos colmillos, más me apretaban pretendiendo arrancarme la piel.
Con todo mi esfuerzo lo logré, abrí los ojos y vi su mirada perdida, la de un abstinente sin su droga. La luz de la Luna se colaba por la ventana y veía sus lisos cabellos brillando, tomé su hombro y se encogió enseguida, estaba a punto de pasar su lengua para sellar la herida y lo evité, sé que si lo hace se irá. Con todas las fuerzas que tenía me senté en la cama, Viktor intentó ayudarme y en un descuido de él lo abrace, no quiero que se vaya, no quiero estar solo de nuevo.
No sabía qué hacer con sus fríos brazos, así que le pedí que me abrazara, lo hizo y se sintió extrañamente cálido. Mi herida seguía sangrando y comencé a marearme, sin alejarlo demasiado de mí, le pedí que la sellara. Esta vez no apretó demasiado mi muñeca y pasó su lengua lento, con mucho cuidado, no ardió tanto y mi piel quedó tersa, como si nada hubiera pasado.
-Viktor, no te vuelvas a ir, por favor.
-No quiero hacerte daño.
-Eres mi hermano, de sangre. -Añadí lo último, como una broma que no le causó ni gota de gracia- Viktor, tú eres el único que me ha cuidado hasta ahora, no puedes hacerme daño.
-Tú no entiendes, esto es más grande de lo que yo creía, tú no eres alguien que yo pueda cuidar.
-Entonces explícame, siempre dices que mi sangre en valiosa, -aunque mi vida esté en peligro debo decírselo para saber por qué tantos miedos- si es tan valiosa porqué simplemente no la tomas para ti sólo, no tienes porqué controlarte conmigo, eres un vampiro y no lo puedo cambiar.
-¡Deja de decir eso! ¡Tú no sabes lo difícil que es verte como una presa fácil que pide ser comido!
-Viktor, ¿eres tú? -El señor Celestino golpeó en la puerta.
Viktor enseguida fue a abrirle y después de muchos regaños del tío Celestino, le dio un fuerte abrazo y regreso a la cama.
-Mira, Viktor, siempre leía con mamá historias de vampiros, eran crueles y viles, que solo pensaban en saciar su sed de sangre, hacían sacrificios humanos y los utilizaban como reses. Eso es lo que yo sé de los vampiros, y aunque me alegro de haber pasado contigo dos años vivo, aún sigo sin entender por qué.