¿Elegir a uno de los tres? ¡Oh! habla del espantapájaros, el hombre de hoja lata y el mago, tal vez representa a Alexander, Jeffrey y Benedict, incluso puede que los mate si me equivoco.
Unir cabos sueltos, pero si ninguno es viable, todos relacionan a todos y a ninguno, incluso puede ser alguien externo que juega con los cuatro como piezas de ajedrez.
Desperté, me había quedado dormida esperando una noticia o un nuevo mensaje, junto a mí encontré una bandeja con comida, comí ya que mi estómago lo exigía, bajo el plato había una nota que leí perezosamente.
Lista para elegir, tic tac, tic tac, el reloj no se detiene.
Abre la puerta cuando estés lista y elige bien, no te vayas a arrepentir.
Tu chico de los ojos grises.
Te has equivocado, él no es tu alma gemela Liliana, un hombre de hoja lata no puede amarte, no tiene corazón.
Tu chico de los ojos grises.
No sé si eso es bueno o malo, sentía nauseas por los sentimientos tan contrarios que vivía, si no es Alexander me alegra, porque lo quiero demasiado, pero... Y si le hizo daño, ¿Lo mataría? Se me formó un nudo en la garganta de imaginar eso, no quería perderlo ahora que sabía que él no era ese monstruo que me mantenía encerrada, toqué con cuidado la otra puerta, estaba abierta así que la crucé con el fin de enfrentarme a lo que viniera y la puerta se cerró tras mí, di varios pasos pero el suelo se movió bajo mis pies como una especie de niebla oscura, intenté entender lo que había en el piso, creí que era un gas toxico hasta que empezaron a escalar por mis pies, eran arañas, saltadoras, tarántulas, eran tantas y tan distintas que no podría saber sus nombres, eran horribles arañas escalando por mis pies, intenté quitármelas a patadas y manotazos, pero el suelo estaba llenos de ellas, empecé a correr sobre ellas que traqueaban de manera crujiente bajo mis pies, algunas intentaban subir y otras meterse en mis zapatos, sólo sentir sus patas colándose por el borde de mis zapatos hasta tocar mis pies me causaba rechazo y asco, mi pie tropezó y caí de bruces sobre aquella nada espesa de arácnidos, una araña aprovechó para afirmar sus peludas y rasposas patas en mi rostro y buscar camino hacia mi cabeza, la tiré de mi con terror de que se acercara a mis oídos, pero habían muchas en mis brazos, por mis piernas, en mi pelo, en los zapatos, bajo de mi camisa, intenté quitarme todas las posibles y golpee la puerta pero tardó más de quince minutos para que pudiera ser liberada de ese martirio, estaba llorando con desesperación, detalle que no había notado hasta que la puerta se abrió, apenas entré y cerré tras de mí, me acudí y saqué la araña que se había metido bajo mi camisa, me quité los zapato, todas las que tenía encima que resultaron ser seis, luego las pisé el zapato sin importarme si era cruel, en ese momento estaba en pánico y no podía actuar lógicamente, cuando las maté me retorcí en un escalofrío mientras lloraba en posición fetal en la esquina más cercana, sabía que estaba a salvo pero aún sentía sus patas por todo mi cuerpo, después de veinte minutos de llanto logré tranquilizarme un poco, ¿Arañas? eso solo lo sabían Benedic y Jeffrey así que es cierto que no es Alexander, me di cuenta que el cuarto era lila y que se encontraba totalmente vacío, sin nada más que mi persona ahí, atemorizada y llorosa.
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Editado: 27.06.2018