Helena
Odio los momentos incomodos y este definitivamente es uno bastante incomodo.
El hombre frente a mí espera por una respuesta, pero yo simplemente lo observo en silencio. Porque no sé cómo responderle sin romperle el corazón.
Se supone que nuestra relación era solo sexo casual para desestresarnos y eso es lo que hemos estado haciendo. Cuando comienzo una relación así es para evitar este tipo de cosas, no entiendo cuál fue el momento en donde él se enamoró de mí, pero ya le había advertido que hacerlo sería malo. No me interesan las relaciones serias, principalmente porque no siento nada más allá de la atracción por él, si es bueno para un polvo rápido, pero simplemente eso; sexo y adiós.
Las relaciones no son lo mío, solo he tenido dos noviazgos porque no soy de dar mucho amor en ello, de hecho, creo que ni siquiera amé a esos dos novios, solo estaba con ellos para no sentirme rara al no tener sentimientos hacia otra persona. Se supone que por eso comencé los encuentros casuales y luego, cuando no me sentí cómoda con eso, amigos con derecho a roce.
Adrián me observa y hago una mueca, pienso en las posibilidades que es tener una relación con él, pero no me veo, me hace sentir asfixiada por qué sé cómo es él en ellas. No es el tipo de relación que busco. Cuando estoy en noviazgos me siento como un ave en una jaula, me siento prisionera en una prisión sin celdas, joder, me siento encerrada y es un sentimiento que no quiero volver a experimentar.
—¿Dirás algo?—la pregunta viene por parte de él, me muerdo el labio inferior y paso una mano por mi pelo cuando un mechón cae en mi rostro.
—Yo... lo siento, no es algo que busque en este momento—me encojo de hombros—lamento si di señales equivocadas, pero hablé al inicio bastante claro. No busco una relación seria—Adrián aprieta los labios y me da esa mirada que conozco bien en los hombres.
Próximamente hablará mierda sobre mí. Todavía no sé por qué razón me acuesto con hombres que parecen geniales hasta que les digo que no, entonces son como pequeñas víboras intentando atacarme.
—Eres una mujer hermosa Helena, pero el tiempo pasa y tú envejecerás. ¿Seguirás con esta vida libertina más adelante?, porque te aviso que no cualquier hombre te aceptará con tu pasado—una sonrisa se posa en mi rostro, tomo mi camisa y me la voy colocando sin dejar de mirarlo.
—¿Mi pasado? ¿te refieres a mi sexual?—inquiero terminando de abotonarla. Voy por mis tacones y paso por su lado buscándonos. Escucho los pasos de Adrián acercarse hacia donde estoy.
—Si, seamos sinceros, a los hombres no nos gusta mucho las mujeres que ya fueron usadas—ahora mismo me pregunto por qué me preocupé siquiera en sus sentimientos cuando es solo otro hombre con un ego herido y un machista de porquería. Peino mi cabello luego y lo miro con calma.
—Aun usada sigues rogando que te dé una oportunidad, no pensé que te gustaba la mercancía dañada—comento y me levanto para mirarlo fijamente—no sé qué patética historia te formaste en tu pequeña cabeza, pero tú y yo no pasará. ¿Sabes por qué? Porque no me interesas más allá de un polvo, no eres un hombre interesante al que quiera dedicarle mucho tiempo, el sexo fue bueno, me quitaba el estrés, pero hay mucho mejores que tú, solo que eras el que siempre estaba como un perro con falta de atención detrás de mí.
» Ahora, no quiero que tú vuelvas acercarte a mí, no me interesas ni como polvo de despedida. No interfieras en mi vida y tu vida seguirá con la calma que lleva hasta ahora, ¿estamos claros?—dándole una palmada en el hombro tomo mi bolso y camino—ah, otra cosa. Procura que cuando una mujer te rechaza, no hablar de que su valor radica en cuantos hombres han estado en su vida, créeme, solo te verás como otro hombre con el ego muy jodido—salgo de su departamento y camino con tranquilidad suspirando.
En los pocos días que llevo en Londres puedo decir que su clima es algo caótico. El frio se cuela por mi piel mientras elijo mi vestuario del día. Soy una mujer que le gusta verse bien y, por lo tanto, siempre trato de que en mi closet la ropa hermosa y al mismo tiempo elegante no falte.
Sonrío encantada cuando saco un conjunto en tonos verdes que me gusta. Es por eso que me lo coloco el traje eligiendo unos tacones que quedaran perfectos. Mi cabello lo recojo en una apretada coleta alta y me maquillo tratando de que todo este perfectamente en su lugar.
Cuando termino admiro el resultado. Porque soy una mujer agraciada, pero siempre me gusta piropearme a mí misma, me gusta mi cuerpo, mi cabello y rostro, creo que la manera en que me siento cómoda con mi cuerpo confirma lo demás.
Tomo mi bolso y los papeles que necesito.
Cuando mi padre se enteró que firme para trabajar en Londres puso el grito al cielo porque es un hombre que, aunque pasamos más tiempo peleando, nos adoramos. Papá es un ejemplo estupendo de todo lo que quiero lograr en la vida, quizás no sea la hija perfecta porque vamos, se supone que hace mucho debí casarme, sé que el sueño de papá es verme en el altar, pero no puedo fingir amor por alguien que no quiero.
Nunca me he enamorado, posiblemente un tronco tenga más sentimientos románticos que yo, pero no es como si fuese algo que yo quisiera. Simplemente no ha llegado esa persona especial. He vivido el amor a través de otras personas, pero no de mí misma.
Un robot.
Así me describieron mis novios cuando corté la relación al ver que no iba a ninguna parte. Solo les hacía perder el tiempo y posiblemente quitarle la oportunidad de conocer a una persona que realmente los ame y no que los utilizara como experimentos. Creo que mi problema es simplemente a nivel romántico, porque como amiga, daría la vida por mi media mitad, o la mujer que desde hace tres años llamo mi alma gemela.
Editado: 08.12.2024