Helena
—¿Cómo pudiste hacer eso?—me quedo en silencio viendo la molestia en sus ojos—no tenías derecho—no respondo porque siento que puedo seguir hiriéndolo, esta vez con más que palabras.
—Fue mi decisión, debes vivir con eso—su risa es molesta.
—Créeme no me molesto por ti, total, solo eres la zorra con la que me acuesto en este momento. Pobre el bastardo que te quiera realmente porque eres una lata vacía Helena, tú no sientes amor por nadie y nunca sabrás lo que es que te quieran de verdad—y aunque trate de negarlo, sus palabras esta vez, sí que hieren.
Nunca antes había sentido esta necesidad de quitar la expresión de tristeza del rostro de un hombre. Fue como un golpe ver los ojos humedecidos de Carter, fue como un puñetazo ver sus pestañas mojadas o la manera en que la tristeza parecía quererlo comer vivo. No imagino lo doloroso que debe de ser para él lo que le ocurrió a su sobrina, porque la sola idea de que Aida pueda salir lastimada me rompe el pecho.
Y él, y su hermana y toda su familia están buscando como sobrevivir a esa perdida.
Fue por eso que llevé a Carter a uno de los lugares favoritos que conocí gracias a ese amigo. Cuando vine por primera vez a Londres, me enamoré de este pequeño espacio que parecía diferente al mundo que conocía, aquí todo se sentía como es la libertad que parezco siempre buscar, así que fue divertido reír, disfrutar, cantar y hasta bailar con desconocidos en las calles. Todo fue diferente ese día, pero ahora lo es aún más viendo el rostro sorprendido de Carter, la manera en la que parece fascinado con este espacio diferente al que él conoce.
Siento una calidez desconocida cuando me doy cuenta de que él está sonriendo, de que la expresión que parecía comerlo vivo ha sido reemplazada por esa que me tiene con la respiración alterada, porque nunca, ni siquiera con los novios que tuve o con las parejas de cama que compartí, nunca yo me había sentido de esta manera y es extraño, muy extraño.
En mi cabeza se enciende una alarma que me indica que él puede ser un problema para mí más adelante, pero ahora mismo me siento cómoda con la compañía de Carter. Hablar con él no es molesto y él se ha comportado toda la noche, es por eso que cuando lo miro quedo atrapada en la oscuridad de su mirada, como si su intensidad me absorbiera al grado de no poder pensar con claridad.
Intento alejarme de esa sensación, pero es imposible en este momento, todo lo que sient, pienso y veo es a él quien en un momento me está mirando, y al siguiente simplemente posa su boca sobre la mía y yo me quedo paralizada.
Recuerdo que mi primer beso fue a los 8 años, un niño le pareció divertido besarme en los labios a lo que respondí a su demostración de afecto con un puñetazo y luego lloré pensando que él me había contagiado alguna enfermedad porque desde niña he sido así de testadura.
Aunque mi primer beso real, conmensurado, fue a los 11 cuando me besé con mi vecino y luego no quise verlo más, desde mis 11 años he besado muchos labios, porque siempre fui una niña curiosa. Tomé trucos y fui experta en ello luego, con algunos años más, enloquecer a los chicos que besaba porque sé hacerlo, pero, en este momento cuando este hombre me besa de repente yo me paralizo como una completa inexperta que parece que nunca ha sido besada en su vida.
Pero Carter parece no notar que estoy en el aire gracias a la suavidad de sus labios, él me prueba lentamente, tomándose el tiempo de hacerme sentirlo en cara poro de mi piel, él me besa de una forma que siento que todo me da vueltas por lo que cierro los ojos y al hacerlo, todo el ruido, la música y las personas parecen que se extinguen de repente. La mano de Carter sube a mi cabello donde él entierra sus dedos en los mechones de mi pelo y tiene más acceso a mi boca.
Un pequeño jadeo se escapa y él aprovecha para adentrar su lengua y acariciar la mía, eso es lo que me hace sentir una sacudida en todo el cuerpo que parece despertarme por completo. Me separo mirándolo agitada y él parece como si ha consumido alguna sustancia en cuanto no lo vi, porque parece como si se hubiese drogado.
Sus pómulos están sonrojados, pero la manera en que me besó no apreció muy tímida de su parte.
—Nos vamos—es lo que digo y camino sintiendo que el cuerpo me cosquillea por todos lados. Me siento sofocada con lo que acaba de pasar, frustrada más bien porque esperé que yo reaccionara y me quedé tiesa.
¡Yo me quedé tiesa!
¡Helena Davies se paralizó con un beso!
Carter me sigue los pasos y le entrego las llaves de su coche porque lo que menos quiero es hablar o conducir en este omento. Él sube al coche en silencio y así mismo conduce.
Ninguno de los dos dice algo porque estamos más concentrados en tratar de analizar lo que ocurrió en ese lugar, pero cada vez que lo hago el enfado que siento escala lugares tan molestos como esto que tengo atascado en mi garganta.
—Lo siento Helena, no pensé que te molestaría—es lo que dice Carter, yo sigo totalmente en silencio y él no intenta buscar una nueva conversación, mi cabeza está trabajando lento y yo sé que haré una estupidez.
Porque cuando siento que pierdo algo del control que siempre tengo, cometo estupideces y algo me indica que en este momento lo haré. A veces soy muy impulsiva y estoy tratando de trabajar en eso, ya no soy como antes, al menos ahora controlo un poco lo que me sucede, pero esta vez, parece que está siendo más fuerte controlarme.
Carter entra al estacionamiento de mi edificio y cuando apaga el motor gira a mirarme, trato de mantenerme calmada cuando lo miro a él.
—No estoy buscando una relación en este momento y tú no buscas algo casual—hablo antes de que él pueda hacerlo—así que te sugiero que no me beses sin tener eso presente. Yo no busco enamorarme de ti por muy encantador que seas Carter, no me llama la atención vivir un romance, no me llama la atención planes de boda o hijos, que son cosas que no tienes que decir para saber que quieres—me quito el cinturón de seguridad y él hace lo mimo.
Editado: 12.12.2024