Sus pies cayeron firmemente sobre la grama verde que su madre se dedicaba a regar todas las mañanas, miro de un lado a otro cerciorando de que nadie estuviera cerca. Ya no contaba con la autoridad ahí, por ende debía de ser invisible ante la vista del equipo de seguridad.
Acomodo la gorra negra con la que pretendía esconder su cabello negro azabache, metió sus manos en el abrigo del mismo color y procedió a hacer el camino que lo llevara a la anhelada calle.
Literalmente estaba huyendo de sus padres, lo que a su juicio era una estupidez, ¿quién iba a decir que a sus treinta volvería a la etapa de esparce de casa? De todos modos, era mejor que quedarse en su cama despierto toda la noche pensando cosas que no le hacen bien, pero que su mente quiere que haga. Después de tres noches de no poder dormir, los pensamientos eran cada vez peores.
La brisa fría que acompaña comúnmente las altas horas de la noche lo hicieron sentirse mejor. En estos momentos le resultaba difícil comunicarse con cualquier persona y más con sus padres. Dante era consciente de la mierda que hay encima de él y lo jodido que estaba.
La salida alterna que daba afuera de su propiedad estaba muy lejos de la principal, lo que era sin duda es un alivio, los paparazzi no se cansaban de vivir afuera de su casa.
El vecindario donde en algún momento decidió vivir era costoso y solitario en las mismas proporciones, esto se debía a que cada propiedad estaban separadas por extensos kilómetros, por lo que la oscuridad se convirtió en su aliado.
Con pasos silenciosos y mirada perdida caminó por minutos, en cada segundo que dejaba atrás luchaba por dejar a un lado esas voces que le gritaban que no pertenecía a este mundo.
En algún momento un ruido excesivamente molesto o saco de las profundidades de su universo autodestructivo —¡Lorenzo! ¡Lorenzo! ¡Lorenzo! —la oscuridad no le dejaba ver de donde provenía, pero el sonido se acercaba cada más y más, lo que rápidamente se convirtió en una preocupación.
—¡Lorenzo! ¡Lorenzo! —era una mujer, se dijo e inmediatamente se puso alerta. Oscuridad y una mujer gritando no es buena combinación y él lo aprendió a la mala.
Quiso escapar, esconderse o mejor desaparecer, no podía encontrarse con la mujer que por los gritos dejaba claro que se acercaba directamente a él.
—¡Vuelve de inmediato! —esta vez la vos de mujer se sintió tan cerca que tuvo que voltear. Aunque la oscuridad no dejaba ver mucho, reconoció una fina silueta que corría a su posición.
—¡Despide de tu arena de 1000 dólares! —las manos de Dante empezaron a sudar y su pecho a comprimirse. Cuando se disponía a salir corriendo algo se impidió.
Unas garras se aferraban fuertemente a su abrigo, asustado volteo su rostro y al hacerlo vio unos ojos tan brillantes que lo hicieron quedarse muy quieto.
—Miau… —Dante se sorprendió al escuchar el maullido del gato —Miau… —y ahora Dante lo sintió más real. ¿El gato me está hablando? Pensó, se sorprendió más aún cuando el animal se inclinó y acaricio su cabeza con la de él.
—¡Lorenzo, ¿Desde cuándo escapas de casa y en la madrugada?! —Brooke miro la escena y se sorprendió ¿Qué hacía su gruñón gato en brazos de un desconocido? —Lorenzo —al escuchar el llamado el gato solo le regalo una mirada tan rápida que la hizo espabilar.
—Yo… —Balbuceó, Dante, se encontraba en la situación que quería huir —Él saltó —eso fue lo único qué logro sentir.
—Yo lo vi —contesto Brooke —Aunque pensé que lo iba a atacar.
—Yo igual.
—¿Qué se siente? —Dante despego su mirada de Lorenzo y por primera vez observa a la mujer que al parecer es la dueña del animal —Que Lorenzo te acaricie —Dante casi ríe al escuchar el tono de tristeza en la voz de aquella mujer que para él era una desconocida.
—Es un buen gato.
—Solo esta noche —refunfuñó Brooke.
Para Brooke todo iba mal ese día, primero la diva de mercado de la Cristal que no es capaz de lidiar dos frases seguidas en una escena. Segundo las fotos que su tía le hizo hacer, odiaba las campañas de fajas y cosas parecidas, jamás una faja te hará ver como la modelo por la cual la compraste. Y tercero, Lorenzo, que decidió convertirse en atleta olímpico, solo le basto que abriera la puerta de mi casa para salir prácticamente volando.
—Es mejor que nos vayamos para que usted pueda seguir su camino.
Cuando Brooke intento cargar a Lorenzo, este se aferró tanto a Dante que le rasgo su camisa.
Dante, al ver que el gato no se quería ir, intento el pasárselo a ella, lo que tampoco funciono.
—Juro, que no sé qué le pasa —Brooke, sin querer toco el brazo de Dante y sintió una descarga de electricidad que no le resulto nada desconocida, así que inmediatamente miro la cara de aquel hombre.
Se parecía al hombre del ascensor, su rostro solo alcanzo a verlo por contados segundos al bajarle el tapabocas, por lo que cerro los ojos e hizo que su mente reprodujera aquel recuerdo que la hacía estremecerse. Y si se parecían mucho, algo dentro de ella le decía que era él, por lo que miro al cielo y se mordió los labios ¿Desde cuándo le concedían sus deseos?
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Editado: 04.01.2024