Tu Historia. Mi Historia. Nuestra Historia.

"Momento de tranquilidad o de llorar"

Fueron en camino de los cafés y estaban los dos tranquilos y serenos, y si dijo los dos, porque Carlos también tenía problemas, problemas que siempre quiso olvidar, pero que se le hacían imposibles.

A mitad de la calle vieron un muñeco inflable y ella empezó a imitar los movimientos del muñeco, algo que a él le causo mucha risa y ternura. Como era de esperarse él también se unió a aquella locura, rieron hasta que sus pulmones pedían aire, los dos estaban olvidando su pasado, ese momento fue único para aquellos dos jóvenes que poco a poco se estaban encontrando en el uno al otro, se estaban encontrando con su nuevo futuro, se encontraron con ellos mismos, encontrando su amor verdadero.

Entrando a la cafetería la chica quedo encantada con todos los libros y los sofás que habían para sentarse a leer con un libro y una taza de café.

-¿Te gusta?- preguntó él y ella lo miró con una gran sonrisa- Me alegro, voy por los cafés, ya vuelvo.

Esa tarde los dos se pusieron al tanto de lo que les gustaba a ellos en los libros, y resultaba que los dos eran amantes de las historias de la Segunda Guerra Mundial.

-Siempre he querido leer "El Diario de Anna Frank"- dijo él.

-Si, yo también- dijo ella con el mismo entusiasmo.

-¿Y si lo leemos juntos?- él la miró con alegría, pero ella no tenía el dinero suficiente para comprárselo.

-No tengo el dinero suficiente, eso es lo malo. Todos los libros son muy costosos- él la entendió- Bueno, pero haré todo lo posible para comprármelo y leerlos juntos, ¿va?- él asintió con una sonrisa.

Después de un año, los dos jóvenes estaban mas que unidos, eran como uña y mugre, no se separaban a lo que trajo que los dos se fueran enamorando del uno y del otro.

Ninguno de los dos se atrevían a dar el primer paso a lo que daría algo más que solo amigos. Ellos querían ser más que amigos, y eso estaba más que claro. Cuando habían momentos de silencio entre ellos las miradas no sedaban entre ellos dos, mientras él veía la sonrisa de aquella chica tan hermosa que cada día robaba más su corazón, ella miraba los ojos de aquel chico que cuando se reía se les achinaban de la manera más bonita y tierna.

Se encontraban en el cuarto del chico, ya que él le mostraría las películas que tenía de la Segunda Guerra.

-¿Me permites el baño?- él asintió y después le explicó donde quedaba.

Mientras estaba arreglando algunas cosas de su estante vio a lo lejos el bolso que traía Melissa y que en el contenía un cuaderno negro.

La curiosidad le ganó y lo tomo, lo primero que vio en la primera página fue:

Llorar.

He llorado tanto que mis ojos ya reclaman un respiro, un descanso. Aún no encuentro la respuesta para la cuál todos los días me despierto para volver a mi tormentosa vida, simplemente despierto para nada, me despierto sin ningún motivo.

Se supone que no tengo que llorar, pero no lo puedo detener, no puedo detener mis lágrimas. Quisiera que hubiera alguien que parará estás lágrimas que cada día me agobian más y más. Tal vez unas personas vean mis lágrimas como algo estúpido o insignificante, y es por eso que las mantengo en completo secreto.

-¿Interesante, no?- dijo ella viéndolo desde el marco de la puerta, él rápidamente cerró el cuaderno de un golpe y la miró con vergüenza.

-Lo siento, no debí haber leído eso- dijo todo colorado a lo que ella rió.

-Tranquilo, solo voy a guardar esto- tomo el cuaderno en sus manos y lo miró. Él quedo impresionado de que aquella chica hubiera escrito aquellas palabras, le parecía tan falso que ella sintiera eso, siempre estaba con una sonrisa y nunca le daba cara a esos problemas, pero si que los enfrentaba, pero en secreto.

Él se paró del asiento y fue en busca de su cuaderno, ella lo miró extraño y después entendió todo.

-No lo voy a leer- dijo ella.

-Yo leí el tuyo, así vamos a estar a mano- insistió. No era así, él quería que ella leyera sus secretos para que también viera que no es la única que derrama lágrimas a su corta edad.

Ella lo tomo en sus manos y le entregó el de ella a él de nuevo.

Lo primero que vio ella fue:

Momento de tranquilidad.

Todos dicen que, a los problemas hay que hacerle cara, y es verdad, pero cuando el problema te invade y no hay alguien que te entienda, es difícil.

El no tener con quien te apoye tus decisiones o oportunidades, es difícil.

Nadie nos entiende solo porque somos jóvenes, pero si supieran que todos tenemos ese problema que nos agobia hasta que nos consume, así sea en un adolescente todo fuera más fácil. Soy humano y también tengo sentimientos, algo que nadie entiende solo porque soy un joven.

Mi momento de tranquilidad no existe, simplemente es el silencio y la soledad. quiero tener a alguien que me saque de aquella soledad tan dura y fría.

Termino de leer y lo miró con una sonrisa, él estaba sumido en su lectura que no se fijo en que ella lo veía, volvió a bajar la mirada al cuaderno.




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