La semana transcurrió lenta y sin demasiados acontecimientos mencionables para todos. Barbie se fue a su casa una vez se encontró más tranquila y se decidió a vivir dejando lo ocurrido de lado; Ginny se dirigía cada día de clase al chalet y de allí a su habitación sin mediar palabra con ninguno de los Varela, por razones evidentes; y Nicholas se pegaba las horas encerrado en su despacho sin salir más que para dormir y comer, todos notaban que algo había ocurrido que había puesto al mayor de los hermanos de mal humor.
Damián no aguantaba más esa tensa situación, era insostenible vivir en esa casa, la tensión era más que palpable para todos. Su hermano mayor no había querido contarle qué estaba sucediendo, pero estaba claro que las cosas no podían continuar así por mucho tiempo más o alguno acabaría explotando y no iba a ser nada agradable para el resto.
Tocó la puerta de la habitación de Ginny de forma suave y anunció que era él quien llamaba. La joven terminó de colocarse el vestido rojo burdeos con transparencias en la zona de la tripa y el escote, tirantes gruesos y algo de vuelo en la falda, se subió en sus zapatos Jimmy Choo de tacón negro y abrió la puerta a Damián.
Este la miró algo descolocado, ese no era el estilo que la chica había mostrado durante esas semanas, más bien era el de Barbie, sin embargo decidió no centrarse en eso. Estaba allí por una razón y debía perder el tiempo en minucias que, al fin y al cabo, no importaban a nadie.
—¿Podemos hablar un minuto?—pidió de manera educada.
Ginny miró su teléfono y asintió con la cabeza, tenía un par de minutos hasta que Isaac llegase a recogerla.
—Mira, no sé qué ha pasado entre mi hermano y tú, y en realidad tampoco quiero saberlo. Lo que quería decirte es que desde que has llegado mi hermano es otra persona, hay algo en ti que lo cambia y...
—Damián, te aprecio, de verdad que lo hago—interrumpió Ginny—, pero yo ya tengo mi propia lista de errores, y sé que me los merezco porque yo he sido quien los ha escogido, pero no tengo ninguna intención de sumar a tu hermano en ella—continuó sin saber que Nicholas estaba tras la puerta escuchando todo—. Lo siento, de verdad, pero búscate a otra que quiera especializarse en chicos malos —finalizó.
El mediano de los Varela decidió quedarse en silencio. Podía haberle explicado mil cosas acerca de su hermano, sobre como había tenido que madurar de muy niño o de cómo la presencia de la joven había iluminado el rostro que llevaba años sin sonreír, pero no creyó que fuese buena idea. Si algo había pasado entre ellos, no debía ser él quien lo solucionase.
Nicholas llamó a la puerta fingiendo que no había escuchado ni una sola palabra de la conversación, aunque en verdad sí que lo había hecho y esas palabras lo habían herido más de lo que quería reconocer. ¿Eso era lo que en verdad Ginny pensaba de él?, ¿esa era la impresión que provocaba? Podía entender que los demás lo viesen así, pero con ella se había comenzado a abrir, y sin embargo parecía que la joven pelirroja lo veía igual que todos los demás.
—Tu amigo te espera en el coche—dijo seco y se marchó de nuevo a su despacho.
Ginny se despidió de Damián y se montó de copiloto en el coche de Isaac sin mediar palabra con Nick. Isaac la repasó de arriba abajo con la mirada y arqueó una ceja algo confuso.
—¿Ese vestido no es de Barbie?
Ginny solía vestir de manera más sobria y elegante. Los escotes vertiginosos y las transparencias eran más cosas de la morena.
La pelirroja golpeó el hombro de su amigo con fuerza algo molesta.
—Conduce—ordenó entre risas.
Nada más llegar a la discoteca Ginny comenzó a buscar a Bárbara, pero no hubo forma de encontrarla.
—¿Te ha dicho Barbie dónde nos encontraríamos?—chilló intentando hacerse oír entre la música y el barullo.
En realidad Isaac no le había comentado a la morena que iban a salir, quería aprovechar esa noche para confesarle a su mejor amiga lo que sentía por ella ahora que por fin estaba soltera.
—Me acaba de mandar un mensaje diciéndome que al final no va a poder—mintió, ya habría tiempo de contarle la verdad más adelante.
Ginny se encogió de hombros, no era algo demasiado habitual que su mejor amiga se saltase una noche de fiesta, pero quién sabía, quizá tenía mejores planes...
Caminaron hasta la barra y pidieron un par de copas cuando la pelirroja notó como alguien la agarraba de la cintura. Se giró y vio a Bastian visiblemente afectado por el alcohol.
—Tenemos que hablar—dijo tratando de sonar serio.
—No tengo nada que hablar contigo—respondió Ginny.
¿Después de dejarla frente a todo el mundo en la fiesta de su cumpleaños sin darle ni una sola explicación, se creía que podía dirigirse a ella como si nada?
—Ya la has escuchado, ¡piérdete!—intervino Isaac bastante enfadado.