El abrazo entre ambos jóvenes provocó que uno de los policías no tuviese más remedio que separarlos y pedirle a la pelirroja que abandonase de una vez el hospital. Si alguien la veía ahí podían interpretarlo como un trato de favor hacia la chica, y ya les habían dejado estar más que suficiente.
Lucas volvió dentro de la habitación para poder estar con su padre y Ginny cogió de nuevo un taxi para ir a casa, bueno, al hogar de los Varela.
La pelirroja había pensado en volver al otro hospital, al que estaba Isaac, pero no tenía fuerzas ese día para más enfermos. No podía volver ahí y sonreír a su amigo, darle ánimos cuando ella no podía más. Necesitaba llegar a casa, echarse en su cama y llorar hasta que no le quedase ni una sola lágrima más en el cuerpo. Una vez hubiese llegado a ese punto le tocaría planear cómo mantener a salvo a su tío y a Lucas, a partir de ese momento esa sería su prioridad. No podía permitir que nadie más los volviese a dañar, y menos por su culpa, porque la pelirroja sabía que si ellos dos estaban en prisión era debido a ella, por ayudarla incondicionalmente sin temer a las represalias de su padre por traicionarlo. Ese pensamiento la reconcomía desde hacía demasiado tiempo, había sido su culpa y no había podido hacer nada por evitarlo...
Entró a casa con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar y se encontró de frente con Nicholas. Ambos se quedaron en silencio sin saber muy bien qué decir. Nick dio un paso al frente, verla así le creaba una profunda angustia. No le importaba lo que había pasado con anterioridad, solo quería abrazarla y consolarla. Saber qué le ocurría y, sobre todo, qué podía hacer él para ayudarla.
—Ey, ¿qué te ocurre?—preguntó Fede interrumpiendo la escena mientras avanzaba preocupado hacia Ginny.
La pelirroja corrió hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas pillándolo de imprevisto y casi provocó que cayesen al suelo. De no ser porque Fede estuvo rápido y logró echar un pie atrás a tiempo para contrarrestar el equilibrio, ambos se habrían caído.
—Tranquila—susurró al oído de la joven mientras la abrazaba.
Para Fede todo eso era nuevo. Él jamás consolaba a una chica ni se preocupaba por ellas. Podía decirse que Ginny era la primera a la que podía llamar amiga, ¡qué raro le sonaba eso!, y sin embargo, ahí estaba él abrazado a una chica sin pensar en acostarse con ella. ¿Estaría madurando?
Nick miró la escena con cierto dolor, pero prefirió no decir nada. Si Ginny necesitaba a su hermano para sentirse mejor, él no se interpondría. Abandonó el lugar con sigilo y dejó a esos dos ahí.
—¿Qué ocurre?—insistió preocupado el menor de los Varela.
Ginny no paraba de llorar, las lágrimas caían sin cesar y era incapaz de articular un frase sin quedarse sin voz. Una especie de punzada le atravesaba la garganta.
Fede la miró algo angustiado, eso empezaba a preocuparle más de lo debido. ¿Qué le habría ocurrido a la chica para que estuviese en ese estado?
—Vale, tranquilízate—Hizo una pausa—. Vamos a sentarnos en el sofá, te voy a hacer un té y vamos a hablar de forma pausada.
Nada más decirlo Fede se quedó en silencio. ¡Sonaba con su hermano Damián!, ¿qué le estaba ocurriendo?
—No, té no, sabe a agua caliente —respondió Ginny.
La respuesta sorprendió a Fede, quien no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.
—Pues le echamos azúcar.
—Entonces sabrá a agua caliente con azúcar—comentó la pelirroja haciendo que el pequeño de los Varela volviese a reír.
—¿Entonces nos sentamos y hablamos con un vaso de agua fría?—preguntó dudoso con una sonrisa divertida.
Ella medio sonrió y asintió con la cabeza.
Una vez ambos se encontraban sentados en el sofá con el vaso de agua, Fede la miró esperando a que ella le contase qué estaba ocurriendo. Ginny se frotó los ojos con las yemas de los dedos. No sabía hasta que punto el chico estaba involucrado en los negocios de Nick y, por ende, en los de su padre. ¿Podía arriesgarse y contarle la verdad?, ¿este la traicionaría? Necesitaba hablar con alguien y él estaba allí, pero la pelirroja no estaba nada segura de si Fede era la persona indicada o no. Lo mejor sería andarse con cautela e ir viendo como el chico iba reaccionando.
—Hoy me he enterado de que alguien importante en mi vida está en el hospital—comenzó.
—Oh, ¿te refieres a lo de Isaac?—preguntó algo desorientado—. No te preocupes, le han hecho un lavado de estómago y en unos días estará como nuevo.
El chico no entendía que ella estuviese así por eso, había creído que se trataba de algo más grave.
Ginny arqueó una ceja, no se refería a eso, pero la cuestión era, ¿cómo se había enterado él de todo?