Capítulo 17 El ataque inesperado de un Lobo Gigante.
Marcus estaba fuera de control, su único objetivo era desgarrar a ese humano, así que lo atacó por sorpresa. Su lado salvaje y agresivo salió a la luz, borrando todo rastro de lucidez y sentimientos humanos. Luxor, alerta como siempre ante todo, con su gran sagacidad y habilidad intuitiva pudo anticiparse al ataque del omega. De forma involuntaria, reaccionando ante el peligro que corría el hombre indefenso y distraído de ser la víctima de Marcus, aunque solo lo hizo porque este era importante para su esposa «Lo que a ella le importe pasa automáticamente a tener prioridad para mí», pensó en el acto.
Se metamorfoseó ante los ojos del atónito y aterrado Marlon y se lanzó contra el otro lobo con su gigante y fornido cuerpo (mucho más imponente que el resto de los machos de la manada, alto y ancho, como todo un ejemplar de macho Alfa; aunque Marcus no se quedaba muy atrás, solo él se le acercaba a Luxor en tamaño y fuerza), chocando en el aire a Marcus y lanzándole muy lejos hasta estamparlo contra la pared de la cueva, con su rapidez y su fuerza descomunal.
Cuando Marlon salió del shock momentáneo que le provocó el ataque inesperado de un lobo gigante y la metamorfosis del supuesto espeleólogo esposo de la que el creía que se llamaba Elena, en otro lobo aun más imponente y aterrador. Esto sumado a que el lobo que lo acababa de atacar se ponía en pie y lo miraba con unos ojos rojos, brillantes como linternas; cargados de odio. Mostrando sus temibles dientes listos para morderlo y desgarrarlo. No lo pensó dos veces y sacó su pistola glock calibre 9 mm que tenía en su cadera, quitó el seguro y disparó descontrolado, hecho un manojo de nervio; pero aún así con mucha puntería y precisión.
Marlon era muy diestro con las armas y muy conocido por nunca fallar el tiro al blanco, dónde ponía el ojo ponía la bala. Al ver que el lobo seguía en pie después de descargar todas sus municiones entre el pecho y la cabeza de este, entró aún más en pánico, aunque no creía que eso fuera posible. Con dedos temblorosos buscó sus municiones que tenía en el cinturón en sus caderas, presionó el botón de un costado para liberar el cargador, lo llenó completamente, insertó el cargador en el arma ya con una bala lista en la cámara para volver a disparar contra la enorme bestia. Apuntó, puso la mira en el blanco jaló el gatillo y comenzó a disparar nuevamente hasta quedar sin municiones, no obstante con este segundo intento tampoco obtuvo ningún resultado.
Ya después de este segundo intento fallido del humano y mientras lo veía cargando nuevamente por tercera vez su arma de fuego, Marcus se encolerisó aún más recordando las flechas atravesando el cuerpo de su madre. Este hecho le daba la razón de lo inhumano que son estos seres que se creen superior y dueño del planeta tierra. Seres capaces de destruir todo a su paso solo porque no lo entienden, porque les asusta, por ambición, dominio o simplemente por placer. Se creen muy avanzados y civilizados, peor aun en estos tiempos modernos, en pleno siglo XXI después de Cristo, caracterizado por el avance, la expansión de la digitalización y el control de la información a nivel global; pero en realidad la naturaleza humana sigue siendo muy primitiva.
El omega ya iba a volver a atacar al sujeto, pero la furiosa y dominante voz de su Líder Mar de Luna lo detuvo, penetrando en su cerebro y devolviéndole un poco su cordura.
―No te atrevas a atacarlo nuevamente, ya me desobedeciste y mira lo que has hecho, delatar nuestro secreto ―le espetó su líder regañándolo duramente. Marcus frustrado y dolido adoptó su forma humana y en cuanto lo hizo el humano volvió a dispararle por tercera vez. El omega aun molesto, ciego por el odio a los humanos cometió su mayor insensatez, le reveló el secreto más peligroso, el único que podía terminar con su especie.
―También eres estúpido, humano ―se burló mientras Marlon seguía disparándole —aun no te has dado cuenta que las balas no nos lastiman, tendrían que ser de plata.
Una vez pronunciadas estas palabras ya no había vuelta atrás, Marcus se asustó y se dio cuenta demasiado tarde que el estúpido había sido él. Todos lo miraron asombrados e impactados, no podían creer lo que acababa de decir. El humano solo dejó caer su pistola y también se dejó caer derrotado, consciente de que no podía hacer nada contra estas criaturas«¡no tengo balas de plata!» Pensó. «Así que estaba completamente a merced de lo que decidieran estas salvajes bestias».
Marcus miró a su líder con ojos suplicantes y mentalmente le dijo:
―Perdón mi Reina, nunca quise comportarme como un energúmeno, se lo juro. Yo me atreví a volver porque me sentí más relajado y dispuesto a seguir sus órdenes, no obstante al llegar y verlos así, reunidos todos con este individuo, compartiendo con él como si fuera uno de los nuestros y para colmo—, dudó por un momento, pero luego se atrevió a confesar—, escuchar la risa de mi esposa me volvió loco, me cegó el odio y no pude controlar mis actos.
―Ya no hay nada que hacer, nos descubriste ante el humano, toda la fachada que inventé para mantener oculta nuestra verdadera identidad la echaste por tierra, así es que no nos queda de otra que atenernos a las consecuencias ―le respondió Mar de luna decepcionada solo a él.
―Déjame matarlo para corregir mi error, nuestro secreto estará a salvo con su muerte, yo seré el único que tendré mis manos manchadas de sangre y cargaré el peso del crimen en mi conciencia —pidió convencido de que era lo más conveniente y no estaba del todo equivocado, aunque tomarse la justicia con sus propias manos no era lo correcto.
Quizás si Mar de Luna hubiera aceptado esa propuesta hubiera evitado la tragedia que sucedería años más tarde, pero no sería propio de ella, ni de los suyos, el mismo Marcus nunca se lo hubiese perdonado, aunque en esos momentos parecíera o creyera estar seguro de querer hacerlo.
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Editado: 18.05.2022