Adrián estaba furioso e indignado, sin embargo en esta ocasión controló sus poderes.
―¡No sabía que en mi ciudad existiera un lugar de este tipo!, ¡no estoy de acuerdo con la explotación sexual!, ¡¿mis padres saben de la existencia de este burdel?!―exigió con tono duro y exasperado.
―Claro Adrián, aquí no se hace nada sin el consentimiento y la aprobación de tus padres, sobretodo de la tía Isabel y el tío Augusto, ¡tu lo sabes! y no es lo que estas pensando, estas mujeres están a nuestro servicio por libre y espontánea libertad, sólo porque les place la idea de tener relaciones sexuales con los de nuestra especie, están completamente conscientes de lo que hacen, ninguna es menor de edad, ni se les obliga a nada, pueden rechazar al que quieran y cuando quieran, ellas saben previamente quien es el cliente que va a venir y las que ponen en el catalogo son las que quieren ser escogidas
―respondió Meliades asustado y nervioso.
Estaba aun con el ceño fruncido, analizando cada palabra de su primo, no imaginaba que en su ciudad existiera algo así, al parecer habían muchas cosas que aún no sabía.
―Si quieres primo, puedes usar tus poderes de leer las mentes con cada una esas mortales, para que quedes más tranquilo.
―Yo estoy de acuerdo mi príncipe, ya las hago llamar a todas.―concordó muy nervioso el Jefe de aquel exótico lugar, que estaba bajo el mando de los humanos, sólo mediante señas logró que se movilizaran los demás hombres presentes y que cada cual supiera exactamente lo que tenía que hacer, más rápido de lo que esperaba Adrián
tenía ante sí a un grupo de 30 mujeres hermosas y sexis, de bellezas y estilos diferente, cada una poseía los rasgos de un país diferente, pero al parecer eran especímenes perfectos, parecía un concurso de mis universo en la etapa final, cuando no sabes a cual elegir de tanta belleza, pero incluso más exclusivo porque todas poseían un tipo de beldad única con rasgos propios de su nacionalidad, por lo que se hacía más difícil saber cuales rasgos o piel o forma y color de ojos... resultaban más atractivo.
Contempló asombrado tal diversidad de bellezas, desde la más sencilla hasta la más exótica, china, hindú, africana, inglesa, rusa, española, japonesa, egipcia... era asombroso y deleitaba hasta la vista del ser de gusto más exigente en materia femenina... alejó toda idea carnal de su mente y se concentró en escuchar sus pensamientos, era increíble el deseo sexual de cada una de ellas, resultaba enfermizo cada pensamiento que descubría.
«¡de verdad eran adictas al sexo!, como si se tratara de una droga. No le mintió en nada su primo, ellas estaban allí por puro placer» Pensó como hablando consigo mismo, no pudo evitar sentir una ola de deseo inundando su cuerpo, ante tales pensamientos tan libidinosos de esas mujeres, «¡sus mentes eran pura concupiscencia!» y cada una de ellas lo deseaban de forma intensa, lo podía leer claramente y sentir su deseo, miró a una de piel blanca, ojos azules intensos, de hermosa y sedosa cabellera que lo miraba con una mezcla de pasión y timidez, «¡sus pensamientos lo estaban volviendo loco de deseo carnal!»
―Muy bien, tranquilos y relajados que ya decidí con cual me quedo.
Todos los presentes dejaron escapar el aire que inconscientemente tenían retenido, los hombres por miedo y las mujeres por ansiedad. Su primo Meliades relajó un poco su expresión facial y miró a su primo con evidente alivio en su mirada.
―¿Y bien cual es la afortunada?—se animó a preguntarle.
Adrián se acercó a una muchacha y tomó su mano, quería comprobar y sentir si su piel era tan suave y delicada como se apreciaba a simple vista. Sabía que era la primera vez para la joven y eso le agradaba, no le atraían para nada las sobras de nadie.
―¡Excelente elección mi príncipe! es su primera vez en este lugar, le presento a la iniciada y hermosa Florecita.―le dijo el Jefe de ese lugar con orgullo, ya más relajado por el cambio de actitud del príncipe.
Para Adrián era la primera vez en todo, en estar en un sitio de ese tipo, en tener relaciones sexuales... pero tenía que admitir que en parte era porque no había querido, porque oportunidades siempre le sobraron.
Caminaban detrás del guía que le asignaron para llevarlo a su aposento, la joven estaba a su lado, tomó su mano suavemente, pasaron a un salón amplio y decorado también de forma exótica, con más estatuas de mujeres completamente desnudas y en posiciones sexis, así continuaron avanzando por salones, pasillos y estancias, con techos estrechos y alargados en firma de picos, ascendiendo por escalones de piedras muy estrechos, gruesos e individuales, parecía un laberinto ese sitio, ya comenzaba a sentir vértigos, hasta que al fin el hombre dijo.
―Ya llegamos mi príncipe, esta es la mejor habitación de toda la pirámide, exclusiva únicamente para los vampiros originales, por si desean venir a distraerse a este lugar, está justo en la cima—e hizo un gesto propio de los súbditos de reyes antiguos, con la mayor reverencia, invitándolos a entrar en la pieza.
Adrián miró a la muchacha nerviosa y agotada por el ascenso.
―Primero las damas―se dirigió Adrián a la joven con educación y respeto.
Una vez los tres en el interior el guía le dijo:
―Si necesita algo solo tiene que oprimir aquí, le mostró una especie de timbre en la pared, enseguida será atendido príncipe.
El hombre se dirigió al otro extremo de le habitación y colocó su mano en una piedra y la hundió, y entonces se abrió un enorme ventanal que dejaba ver un cielo hermoso y azul en esa época de verano, Adrián se acercó a la colosal apertura y quedó impresionado con el paisaje y por la sensación de libertad que le trasmitía, era como sentirse volando, extrañaba la emoción que le daba volar, lástima que un cristal trasparente no dejaba entrar la brisa fría que imaginaba en el exterior
―Con su permiso mi príncipe, si no necesita algo más, me retiro.
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Editado: 18.05.2022