Después de escuchar a su hija cargó a su esposa en sus fuertes brazos y se dirigió rumbo a la habitación de ella. Laura lo miró a los ojos y le sonrió, Andrés iba subiendo las escaleras y se detuvo al ver un brillo especial en sus hermosos iris, el dulce aroma natural de su piel lo traía loco, embriagado, fijó su mirada en sus labios carnosos, sensuales... no pudo contenerse más y la besó con intensa pasión, con ardor, desesperación y amor, ella le correspondió con intensidad a pesar de su creciente debilidad. Sus bocas encajaban a la perfección, gruñó de placer... Con pesar se apartó de sus labios, lentamente, sin dejar de mirarla, tenía los ojos cerrados, sus mejillas teñidas de rojo, continuaba siendo la criatura más hermosa que sus ojos hayan visto, Laura gimió por su separación, abrió sus ojos, quería más, mucho más, él lo pudo ver, lo sentía, pero ella estaba enferma aún, fue mordida por su hija, estaba lastimada y tenía que dejarla descansar, ya habría tiempo para lo demás, si se había aguantado por tanto tiempo... podía hacerlo un poco más.
―Te amo Laura, siempre te amaré, lo pude comprobar en el tiempo que estuvimos separados, no hubo ni habrá otra mujer en mi vida, quiero que lo sepas.―su voz sonó ronca, afectada, emotiva, profunda, repleta de emociones contenidas. Él amaba a esa mujer más que a nada en su vida y haría lo que fuera... por no perderla.
Laura lo miró con sorpresa, no esperaba esa confesión, pero si se sentía feliz, con ganas de gritarle al mundo que ese hombre perfecto, romántico, caballeroso la amaba y que ella le correspondía, no le importaría que la llamaran loca, porque de verdad sí lo estaba... estaba loca de amor por Andrés.
―Yo también te amo, nunca dejé de amarte, solo fui una estúpida...
—¡No te llames así!, ¡no de esa manera!, al menos no en mi presencia. Te dije una vez que nadie es perfecto, cada cual reacciona diferente, tu tenías todo el derecho de actuar como lo hiciste... te llevaré a tu habitación, necesitas descansar.
Laura lo sintió y lo vio molesto, eso la entristeció después de haber compartido un momento mágico, aterrizó de nuevo en la realidad o a lo que ella creía real, lo que no pudo ver fue que Andrés se molestó por su palabra “estúpida”, por llamarse de esa manera a sí misma, por no saber cómo hacerle entender lo especial que era para él y lo mucho que la quería; pero no por la magia que compartieron en el beso, todo lo contrario, llegó a la gloria...
A veces somos muy imperceptibles, no nos valoramos, apreciamos, ni consideramos nosotros mismos, no somos capaces de darnos cuenta del verdadero motivo que tiene otra persona para comportarse de una forma que nos lastima, ya sea por su expresión, por los gesto o por sus palabras... nos cegamos tanto que no vemos el verdadero motivo, muchas veces el significado no es lo que parece, lo que creemos o imaginamos... pero nuestra autoestima baja sólo le da entrada a lo peor, oímos o vemos únicamente lo que creemos que merecemos, nos desvalorizamos, nos sentimos tan poca cosa... si nos dejamos hundir en ese mar de emociones negativas, pesimistas, autodestructivas.. nos vuelve, tarde o temprano, personas oscuras, amargadas, resentidas con el mundo.
Laura adoptó ese complejo de inferioridad después del accidente, desde que supo que nunca más iba a volver a andar con sus propios pies.
Andrés caminó hasta su cama y la depositó suavemente, cubrió su cuerpo con una sabana, la besó en los labios con ternura, fue un beso fugas, pero cargado de sentimientos que a ella le encendió las mejillas y el corazón.
—Duerme amor, yo estaré trabajando en el sótano, si sientes ruidos fuertes no te asustes, voy a llamar a los obreros y es normal que este tipo de trabajo sea un poco molesto para los oídos.
—Sí, lo sé, recuerda que yo también soy Ingeniera, aunque no lo haya ejercido tanto como tú... estaré bien, si me siento mal toco el timbre, me lo instalaste bien cerca ¿Recuerdas?―le dijo riendo y señalándole el botón detrás de ella, en la cabecera de la cama. Andrés sonrió, su Laura era increíble, le gustaba mucho que haya recuperado su buen humor, se veía tan linda con esa sonrisa angelical dibujada en sus labios, la volvió a besar rápidamente y salió rumbo el teléfono.
Al poco tiempo tenía a los obreros trabajando en su sótano, les explicó que quería traer unos perros para cuidar su vivienda...Laura perdió el conocimiento poco tiempo después de salir Andrés, ni si quiera le dio tiempo de tocar el timbre, su mano no tuvo fuerzas de subir, sintió que las voluntad la abandonaban, que la vida se le escapaba... hasta que quedó sumergida en la nada, víctima de la inconsciencia.
Ya era la hora de la cena, Andrés y Mariluna estaban en el cómodo sofá de la amplia y elegante sala, viendo la televisión, la pequeña descansaba su cabeza sobre las piernas de su padre. Sara les avisó que la cena estaba lista, que estaba alistando la mesa y Laura no bajaba. ¿Era tan tarde?, miró su reloj pulsera Rolex dorado, las 7:11 P.M, Andrés se preocupó, frunció el ceño y cuando se disponía a levantarse para irla a llamar a su esposa, Mariluna le dijo.
―Yo voy a despertarla papá.
Mariluna se levantó presta y subió las escaleras, casi corriendo, su paso era firme y seguro. Tocó con sus nudillos la puerta gruesa de madera caoba, luego llamó y al no recibir respuesta entró.
―Mamá despierta, es la hora de la comida―la llamó varias veces, incluso la sacudió, pero no despertaba, se comenzó a preocupar.¿Y si algo salió mal?, ¿y si muere?, ¡no me lo voy a perdonar jamás!, yo fui quién le propuso la idea, quién la mordió, ¿se me habrá ido la mano?, ¡no puede ser!, ¡maté a mi madre!. decía en su interior y se repetía como un eco en su interior. Su subconsciente la torturaba, la culpaba. Lagrimas calientes rodaban por sus mejillas, sintió un dolor profundo en el pecho, el mismo que sintió cuando mataron a su manada. Salió disparada del cuarto y no se detuvo hasta abrazarse a las piernas de su padre que se había puesto en pie al sentirla descender las escaleras de forma estrepitosa.
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Editado: 18.05.2022