Mariluna se acercó a sus abuelos maternos, frotó su nariz en la mano de cada uno de ellos. Estaban impresionados con su enorme tamaño, imponía, daba un poco de miedo, quizás era respeto... en ese momento no distinguían que era lo que realmente sentían, lo que en verdad les causaba esa apariencia que escapa de las leyes naturales, excediendo los límites de la naturaleza, no por su apariencia en sí, porque era tan magnífica como la de cualquier lobo salvaje, sino por el hecho de poder metamorfosear su cuerpo hasta alcanzar esa forma, eso era ciertamente traumático, fabuloso, mágico, impresionante, pero humanamente imposible. Claro que ella no era humana pero aún estaban tratando de asimilar ese hecho, de instaurar esa inhumana realidad en sus cerebros estructurados, extremadamente racionales y rígidos, cerrado a todo evento que no tenga explicación científica o una base firme. Evidentemente les costaba trabajo, pero estaban trabajando en ello, ya sabían qué era su nieta, la aceptaban como su nieta, la querían como nieta, pero una parte de ellos aún se resistía a creer lo que veían, lo que les contaron. Es totalmente lógico que a dos mentes cultas, letradas, universitarios, doctores, especialistas y todos los términos ilustres que se puedan imaginar reaccionen así, no esperarán que acepten tan fácilmente lo sobrenatural, primero sus mentes se debatirán con lógicas y cuando la lógica no funcione, por más que traten de encontrar una explicación, entonces es que estarán listos para empezar a creer...
―Dice que los quiere, que no le tengan miedo, ella sigue siendo la misma niña, aunque se vea diferente. Su especie fue creada para proteger a los humanos, a todos, no para hacerles daño—Laura repitió las palabras que le decía la niña telepáticamente. Después de un periodo de trance y tras escuchar las palabras de su hija ambos se animaron a acercarse y acariciar a la loba, ya Laura le había dicho la parte en que se comunicaban mentalmente. Querían a la niña y ella también era eso, su hija también lo era... incluso sabían que su forma sería mucho más aterradora por lo que escucharon de la propia boca de su hija, así que tenían que empezar a acostumbrarse a este otro aspecto de su nieta y prepararse mentalmente para lo que sería su hija; también estaban inmensamente agradecidos con Mariluna porque había curado a Laura, hasta Sara se acercó y comenzó a acariciar el espeso pelaje. Todos los presentes lo hicieron, su pelaje era ten llamativo y espeso que provocaba perder los dedos en el, y una vez que lo tocabas, la sensación era indescriptible, muy suave, agradable. La sensación de tantas caricias le provocó aullar y así lo hizo, todos quedaron impresionados con su aullido estremecedor. Cada uno de los corazones allí reunidos se llenaron de alegría, de júbilo, de regocijo, amaban a esa criatura por encima de todo. Luego adoptó su forma infantil y se fue a vestir a su cuarto, regresando poco tiempo después elegantemente vestida, era su forma de demostrarle a todos que podía ser salvaje y refinada, que podía perfectamente adaptarse a cualquier medio. Laura la estaba enseñando a lucir tan elegante y al mismo tiempo natural y fresca como ella, cuidando que su vestuario fuera del total agrado de la pequeña. El buen humor los invadió el reto de la velada, la cena estuvo deliciosa, todos quedaron asombrados con el apetito desmedido de Laura, con el de la niña ya estaban familiarizados.
...
Legó el día tan ansiado y temido, la luna llena. Laura estaba nerviosa e inquieta, tenía miedo que no funcionara todo como lo habían previsto, que algo saliera mal. Acababa de despertar y lo primero que le vino de golpe a la cabeza fueron esos pensamientos. Andrés aún dormía a su lado, lo observó, estaba increíblemente guapo con su torso semi destapado. Le provocó acariciarlo, besarlo, abrir un camino de pequeños y suaves besitos hasta su boca. Respiraba acompasadamente, sereno, relajado, no quería interrumpir su sueño. Aún no había sonado la alarma y él tenía que trabajar, la noche anterior se había dormido tarde, estuvo besándola, acariciándola hasta hacerla suya y aún después la había seguido besando hasta quedarse dormida. Él era increíblemente tierno, delicado amoroso, comprensivo, detallista. aunque últimamente, después de su cambio, había desarrollado un lado salvaje. Era un hombre perfecto, nunca creyó que hubiera ninguno así, pero a ella le tocó, tuvo la suerte de encontrarlo, mejor dicho de que él la encontrara, se fijara en ella, e incluso le salvara la vida. Sonó el despertador sacándola bruscamente de sus pensamiento, el abrió su ojos color marrón intenso y sonrió con ternura al encontrarla mirándolo, coló una mano por debajo del cobertor y la abrazó por la cintura atrayéndola hacia él con fuerza, desde que supo que ella era fuerte y resistente, que era casi imposible lastimarla, la agarraba duro, firme con ímpetu, la basaba brutal, en ocasiones “especiales” tiraba fuerte de su cabello y a ella le encantaba, la excitaba... La hizo suya con fuerza, con anhelo, con pasión, con locura... Una vez saciadas sus necesidades fisiológicas más primitivas y carnales él se levantó, se dio una ducha rápida, se vistió formal y abandonó la habitación, no sin antes darle un último beso de despedida a su amada. Tenía el tiempo contado y no le gustaba la impuntualidad.
Poco después que su esposo se fue entró su hija y se se metió en la cama, ya se había vuelto costumbre, se iba Andrés y ella se metía en su cama, se abrazaban y dormían una hora más, Mariluna sabía cuando se iba su padre porque él siempre pasaba por su cuarto y le daba un beso cariñoso y paternal en su frente. Siempre le decía una frase como, «nos vemos más tarde princesa», «se juiciosa», «cuida a tu mamá», «divierte», «te quiero»...
―Buenos días mi niña, ¿cómo amaneciste?
―Bien, ¿y tú como te sientes?
―Nerviosa, ansiosa, inquieta....
―Me imagino mamá, pero no te preocupes que todo va a salir bien y me tienes a mí para cuidarte, te prometo que te cuidaré.
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Editado: 18.05.2022