Unos ojos rojos la perseguían por un bosque desconocido mientras ella huía desesperada en su forma de lobo, de pronto la alcanzó y sintió como dos grandes colmillos blancos atravesaban la piel peluda de su cuello. Despertó asustada, todo su cuerpo estaba bañado de un sudor frío, el corazón le latía a velocidad récord, pareciera que acababa de ganar un maratón.
Inconscientemente elevó sus manos a la altura del pecho, como si tuviera miedo de que este se le saliera en cualquier momento. Al darse cuenta de que no era más que una desagradable pesadilla se calmó, nada había sido real, pero le pareció muy extraño, jamás había soñado algo así, nunca había soñado con un vampiro. Miró la hora en su celular, eran las 3. 33 a.m, se recostó apartando lejos de sí las cobijas, poco a poco se fue relajando hasta que volvió a conciliar el sueño.Se despertó tempranito, la idea de que por primera vez en su vida le fueran a dar quejas a sus padres sobre su comportamiento la hizo pasar una mala noche, se durmió por ratos y tuvo pesadillas, lo raro era que no recordaba nada de lo que había soñado.
Decidió que sería ella la que hablaría primero con sus padres, no quería que supieran por boca de otro su costumbre nocturna. Se levantó, metió los pies en sus pantuflas y se dirigió al baño. Cuando salió en toallas se encaminó al closet a buscar ropa, eligió un vestidito sencillo color fresa que resaltaba la esbeltez de sus piernas, resultaba apropiado para un domingo, sencillo y elegante, ese tono la favorecía, su piel relucía limpia y fresca como la nieve. Se hizo un moño alto, se maquilló sencillo sobre los ojos únicamente. La verdad es que no necesitaba maquillaje, tenía sus labios rojos naturales, sus mejillas sonrosadas, como retocadas por las suaves brochas de un estilista, sus ojos grandes y almendrados con pestañas largas y abundantes. Era realmente una beldad aunque a ella eso no le importaba, la belleza exterior la consideraba algo superficial y vano, para Mariluna no significaba nada si está no iba acompañada de pureza interior. La verdadera belleza está dentro de los corazones de las personas.
Bajó directo a la cocina, ya había llegado el personal que se ocupaba de la mansión, saludó a todos con cariño y a Sara la abrazó y le dio un beso.
―Pensé que hoy ibas a dormir más mi niña.
―Igual, pero me desperté temprano y con hambre.
―Enseguida te llevo el desayuno.
―Estaré en la piscina.—le giñó un ojo a Sara y se marchó.
Al llegar al lugar indicado se encontró con el encargado de su mantenimiento, lo saludó y él le correspondió con cariño y respeto. La conocía desde que era una niña, incluso conoció a Sofía, él llevaba muchos años trabajando allí, al igual que la mayoría del personal actual. Se acercó al equipo de música que su papá dejaba los fines de semana y puso una música suave. Se recostó en una de las tumbonas prendió susmartphoney se dispuso a navegar por Internet para matar el tiempo hasta que sus padres se levantaran. Al poco tiempo llegó Sara con su desayuno. José, el señor de mantenimiento de la piscina la miró asombrado, su desayuno era inapropiado para ser tan temprano, además con la situación del país era más que un privilegio comerse un kilo de carne en una sola sentada, hasta comer se le había vuelto algo difícil porque pensaba en todos los que no se podían alimentar bien, pero todos los que trabajaban para su padre si lo hacían, su padre los ayudaba con la cesta básica de alimentación y estaban muy agradecidos con él.
Estaba tan nerviosa y ansiosa que no aguantaba, después de comer se quedó sin nada que hacer, continuó con su búsqueda en Google para distraer su mente. Pasada más de media hora llegaron sus padres. Estaba sola en la piscina, José había terminado con sus trabajo y se retiró unos minutos antes que sus padres llegaran. Ambos le dieron un beso y los buenos días con ternura e infinito amor, se notaba que la adoraban, ella era la luz de sus vidas.
—Tengo que confesarles algo.—les dijo sin más preámbulos.Ellos la miraron extrañados, tomaron asiento cerca de ella y esperaron a que les contara lo que la tenía tan preocupada.
—Hace años que me cuesta dormirme y cuando todos se acuestan me siento melancólica, nostálgica... y me voy a escondidas para la playa, la misma con árboles que me llevaron por primera vez cuando pequeña―recordaban perfectamente cual era―Está a varias manzanas de aquí y en la noche está muy solitaria y me hace tanto bien caminar por ese lugar maravilloso que se volvió un hábito, uno malo... lo sé.—hizo una pausa, inspiró y exhaló con desánimo—Estoy preparada para mi primer regaño.
Sus padres la miraban perturbados, sin saber como reaccionar, ella era diferente y siempre la vieron responsable, en verdad por ser ella claro, no les parecía malo lo que hacía, aún con lo extremadamente peligroso que se había tornado el país, estaban seguros de que ella se podía cuidar sola. Lo que los disgustó fue la falta de comunicación. Ellos creían que le habían dado la suficiente confianza como para que contara con ellos más que como padres como amigos.
—¿Y porqué nos lo dices ahora después de tanto tiempo?—le preguntó su padre cauteloso, tampoco quería hacerla sentir mal.
—Anoche cuando iba de camino tres malandros me salieron al paso en una esquina, para ser sincera no era la primera vez que sucedía... pero por casualidad mi profesor venía de la casa de un amigo y me defendió... el viene hoy para hablar con ustedes sobre el incidente, yo quise que lo escucharan primero por mí.—admitió avergonzada.
—Eso quiere decir que si no te ve el profesor nunca nos hubieras contado nada—habló su madre dando por sentada la respuesta, sus palabras fueron más que una pregunta una afirmación.
—Lo siento mucho—se limitó a disculparse Mariluna afligida, estaba a ponto de llorar. Sus padres nunca la habían visto así, conocían el lado feliz de Mariluna, la joven alegre, vivaz e inteligente que les alegraba la vida a todos. No sabían que estaba sufriendo y eso los entristeció.
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Editado: 18.05.2022