Se encontraban varias personas reunidas en la sala de estar del amplio departamento. Era un lugar espacioso y acogedor pero no era ni la mitad del gran salón de la casa anterior. Se sentía un poco apretado y se respiraba una atmósfera de tensión en el ambiente. Mariluna estaba totalmente restablecida. Feliz de reunir a las personas que más amaba en un mismo lugar aunque faltaban sus amigos. No dejaba de extrañar a las personas que había dejado atrás, por más que se comunicaban por videollamadas, chateaban o se pasaban mensajes, definitivamente no era igual que tenerles en persona. Nunca sería igual por más que la tecnología ayudara, no era lo mismo.
Miró a sus padres Mar de Luna y a Luxor, sonrió inconscientemente al detenerse en sus añorados rostros, su mirada continuó escrutando a todos los presentes. Todos los rostros que tanto amaba y a los que había extrañado demasiado, estaban ahí. Era su familia, todos ellos lo eran y estaba feliz. No había sido un sueño ni estaba muerta, su manada había sobrevivido a la emboscada, pero seguían faltando tres rostros entre los suyos y supo, sin necesidad de que nadie se lo dijera, que ya no estaban en este mundo. Sintió tristeza en su corazón, pero al menos la mayoría lo logró y eso representaba un gran alivio, suficientemente para no apagar la felicidad que sentía de tenerlos a todos juntos, sus dos familias.
Su vista descendió hasta el pequeño niño que la miraba expectativo, su delicado cuerpecito infantil estaba recostado al de su madre Estrella. A su alrededor estaban Laura, Andrés, Adrián, sus abuelos y Sara; esta últimaltima lucía intimidada por las figuras perfectas y altas de todos los visitantes adultos. Acaban de llegar, un día antes su madre Mar de Luna se comunicó mentalmente con ella y le preguntó si estaba preparada para recibirlos. Ella aceptó sin pensarlo, claro que estaba preparada, era lo que más deseaba, pero no se habían comunicado con ella hasta ese día y eso la mantuvo afligida. Estuvo casi una semana esperando por eso, pero una vez que sucedió le volvió el alma al cuerpo. Luego supo que también se lo comunicó a Laura, su madre se lo hizo saber. Esta vez la vio más relajada, la sentía preparada para conocer a su manda y eso fue algo que la alegró de una forma indescriptible. Necesitaba la aceptación por su parte de su otra familia. Ambas eran imprescindibles para ella y si lograba que hubiera un mínimo de aceptación entre ambas sería como alcanzar el cielo o mejor aún, como correr libre como el viento por un inmenso bosque con sus cuatro patas, sintiendo la naturaleza en ellas. Su padre Luxor estaba demaciado serio, sin duda sus rasgos faciales se habían endurecido durante los años que estuvieron separados. No le costaba deducir que era por la separación. Sin dudas habían sufrido tanto o más que ella. Tenía que lograr armonía entre sus dos familias. Se propuso que haría todo lo que estuviera en sus manos para lograrlo, de ello dependía su tranquilidad emocional.
Todos permanecían en silencio mirándose entre ambos bandos, así los sentía Mariluna, eran dos bandos muy diferentes; por un lado estaban los Lobos, temibles, altivos, territoriales y por el otro lado ella y su actual familia tan extraña y diferente, 5 humanos, dos vampiros, una loba convertida y ella de sangre pura. Pero así se amaban y compenetraban. Aunque con la misma intensidad que amaba e esa familia extraña, amaba a su manada, a sus padres biológicos y extrañaba tanto abrazarlos como lo hacía cuando era niña. Montar sobre el lomo de su padre, escuchar las historias que le contaban, colarse en su cama de paja, tanto en la de sus padres como en la de sus tíos, comer carne cruda o semiasada junto a su manada mientras reían, hablaban, contaban anécdotas, relatos o simplemente lo que habían hecho durante el día; recorrer el bosque, ir a su escuela con forma de castillo... Extrañaba demasiadas cosas que vivió en la selva Amazónica y que en las ciudades jamás podría experimentar.
Casi todos los de la manada miraban con hostilidad y resentimiento a la actual familia de Mariluna, relampagueaban los ojos de odio al fijarse en Adrián pero por encima de todas esas miradas resaltaba la de su padre. Luxor no podía entender como su mujer permitía que un vampiro estuviera cerca de su hija y menos aún, ese que a leguas se olía que era un vampiro original, uno de sangre demaciado pura que hasta se atrevía a jurar que tenía sangre de la realeza de esa maldita especie. Andrés no le preocupaba tanto, sabía que antes fue humano y su esposa le había contado cómo fue que lo convirtieron, no había pasado mucho tiempo de la conversión y el vampiro neófito tenía un dominio increíble sobre su condición, hasta secretamente lo admiraba, aunque no era capaz de admitirlo. Su esposa le habáa hablado de su gran fuerza de voluntad, aún no había probado la sangre humana, al menos no directamente de un cuerpo vivo como acostumbraban los vampiros. Su autocontrol era impresionante y había cuidado muy bien de su pequeña princesa. Su hija era feliz, lo notaba a simple vista y era más que evidente que amaba a esa extraña familia que tenía a su alrededor; pero por más que su esposa Mar de Luna haya intentado convencerle, jamás aceptaría al vampiro original. Es que ni siquiera aceptaba a la familia que la crió, quería llevarse de una buena vez a su hija para siempre, no aguantaba más vivir sin ella.
—Te amo pequeña mía—le dijo telepáticamente, con infinita devoción a su amada hija.
—Yo igual te amo papá, siempre lo haré—le respondió Mariluna con caluroso afecto. Luxor se emocionó enormemente al darse cuenta que su hija no necesitaba una explicación para seguir amándolo como siempre, entonces se animó a pedirle.
—Vente con nosotros hija, te necesitamos.
—No puedo papá, no por el momento—admitió con pesar y luego de su respuesta telepática a su padre, se decidió a romper el tenso silencio reinante en la sala.
—Todos los presentes, sin excepción alguna, son mi familia. A todos los respeto y quiero. No me gustaría que se llevaran mal porque me lastimarían. Se que les resultará dificil pero no imposible llevarse bien. Los conozco a todos y a cada uno de ustedes, se como piensan, su carácteres, sus sentimientos y todos, aunque no lo crean, tienen mucho en común. Los lobos son nobles, leales, decididos, feroces y valientes para defender una buena causa, ellos también lo son—afirmó Mariluna señalando a su segunda familia, los que la habían cuidado y amado hasta la actualidad—Y todos me quieren así que tendrán que aceptarse por mi porque no me separaré de ninguno.— afirmó y continuó diciendo con sabiduría. La separación no es la distancia como todos creen, es la ausencia de sentimientos y mientras nos llevemos en el corazón nunca estaremos separados.
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Editado: 18.05.2022