Contarles a las chicas no fue asunto sencillo, y mucho menos lograr que no emitieran algún comentario u opinión mientras les contaba lo ocurrido entre Alex y yo. Ahora solo restaba escuchar su punto de vista.
—Todavía creo que deberíamos arrancarle los ojos y ponérselos a secar en alguna terraza abierta o dárselos a las aves para que se los coman —propone Mabel, enfurecida.
—No seas cruel —dice Tere—, déjale los ojos buenos, yo opino que debemos cortarle los testículos y…
—–Basta chicas, por favor, no quiero que mis amigas se conviertan en sanguinarias —interrumpo para no escuchar la propuesta de Tere. No quiero ni imaginarme lo que piensa hacer con los testículos de Alex—. Recuerden que prometieron en honor a nuestra amistad tratar a Alex como si no hubiera pasado nada. No vamos a permitir que un romance fallido rompa nuestros lazos de amistad.
Niegan al escucharme.
—Pero no es justo que esto se quede como si nada —alega Tere.
—Por lo menos, déjame decirle unas cuantas verdades en nombre de nuestra amistad —propone Mabel.
—Por favor, quiero que esto quede en el pasado.
Todavía lanzándome miradas furibundas, se tranquilizan prometiendo que van hacer lo posible por pasar por alto los motivos de mi separación con Alex. Es lo mejor, no quiero que nuestro grupo de amigos se vea afectado por mí causa, la amistad ante todo.
Decir que todo iba a ser fácil cuando plantearon la idea de salir a divertirnos fue una enorme equivocación. No solo es estar en el mismo vehículo que Alex, lo que me pone nerviosa y me entristece, sino también aspirar su olor característico y verlo tan pulcro: es mi perdición.
Cuando viajamos en el auto de Roy, Teresa siempre va de copiloto, pero esta vez es Alex el que ocupa ese lugar. De seguro han decidido que vaya allí para evitar momentos incómodos entre nosotros. Cuando éramos novios, él me llevaba en sus piernas aprovechando toda oportunidad para besarme o acariciarme, pero ahora me sentía sola estando cerca de él.
A pesar que les había mencionado lo que pensaba a las chicas, Mabel y Tere buscaron alguna oportunidad para decirle indirectas, me parecía en ocasiones chistoso porque Roy y Bryan las fulminaban con la mirada insinuándoles que ya no hablaran. En cambio Alex y yo permanecemos callados en todo el trayecto.
Teresa quiso venir a un karaoke que de vez en cuando solemos visitar, al principio Alex dijo que no podía asistir, pero al final cambió de opinión. Poco a poco la tensión entre nosotros cambió a causa del ambiente que se presenta en el lugar. En muchas ocasiones, seguimos la letra de algunas canciones con nuestras voces desafinadas y otras muy acertadas.
Después de pedir algo del menú para degustar, decidimos empezar la primera ronda de canciones. Entre las que pedimos le sale primero la que Alex ha escogido, la veo a través de la pantalla: “Dime si recuerdas”, de Tranzas.
Es inevitable que mi corazón no salte de emoción porque, aunque no sea de los mejores cantantes, algunas de las canciones se le dan muy bien. Lo miro de soslayo mientras lo escucho.
Yo sé que nunca podrás perdonarme,
que siempre fue tarde para explicarte.
Tal vez sea mejor así,
yo sé que nunca fuiste para mí.
Aunque tú inventes mil cosas aparte,
lo único que hice siempre fue adorarte,
pero otra vez perdí, nunca entendí este juego de vivir.
Y aunque quieras encerrar tu corazón
y no exista nada más entre tú y yo,
aunque no estés, amor,
solo dime si recuerdas
cuando nos quisimos,
cuando no había nada más
que nuestro cariño,
cuando conversamos, cuando nos reímos
mirando el amanecer.
Dime si recuerdas cuando caminamos,
cuando no pudimos parar de besarnos,
cuando nuestras manos
crearon un mundo que nadie pudo entender;
dime si recuerdas…
Trato de contener mi llanto porque estoy segura de que ha escogido esa canción adrede para que yo recuerde y piense que el tiempo que viví a su lado fue el mejor. Aparento normalidad aunque sé que todos están pendientes de mi reacción.
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Editado: 27.02.2019