—¿Crees que este bien hacer esto?
Apartando la mirada del camino, Nee observó a su hermanito tropezar detrás de sus pasos, empujando distraidamente las correas de su mochila nuevamente sobre sus hombros mientras se aferraba a la pequeña granja de hormigas entre sus manos. A pesar de la gran inocencia y torpeza que sus ojos avellana desbordaban, había más inteligencia detrás de ellos de lo que la mayoría de las personas podían ver. Nee jamás le habría dado un segundo pensamiento a la cuestión de sus padre, dejando por hecho el que ellos los hubiesen abandonado, pero cuando miraba las cosas desde la perspectiva de Nick, todo tenía un sentido diferente.
Ahora, luego de hablar de ello por días, ambos avanzaban a través del largo camino rural que los separaba de la ciudad más cercana, siguiendo el plan trazado por Nee para comenzar la busqueda de sus padres. Lo único que esperaba era que este viaje tuviera un final feliz y que sus sospechas sobre la forma en que llegaron a la casa hogar estuviesen erradas.
—Por supuesto —asintió—. Lo único que debemos hacer es llegar a la estación del tren.
—¿Que pasa si nos perdemos? Talvez deberíamos volver y planear bien las cosas.
—Ya planeé todo con cuidado, confía en mi, no nos perderemos.
Acelerando el paso, Nick llegó a su lado—. ¿Crees que se enojen con nosotros cuando se den cuenta de que robamos dinero?
—Seguramente lo hagan.
—¿No tienes miedo de que se enojen?
Se encogió de hombros distraidamente—. Con suerte, para cuando lo sepan, estaremos lo lejos y no podrán castigarnos.
—En cuanto sepan que nos marchamos, saldrán a buscarnos.
Miró el reloj en su muñeca—. Ellos piensan que estamos en el colegio, eso nos da al menos cinco horas para alcanzar el tren, deja de preocuparte tanto.
—No estoy preocupado. —frunció el ceño, mirando distraidamente el camino de tierra bajo sus tenis—. Pero, ¿que pasa si les avisan que no llegamos al colegio? ¿si nos atrapan antes de que nos marchemos?
—¿Por qué harían algo como eso?
—Dah, porque somos menores de edad y se supone que ellos son quienes nos cuidan.
Nee bufó—. Si funcionara de ese modo, no nos enviaran caminando a la escuela por tres kilometros, por un camino aislado, completamente solos.
Eso logró que Nick levantara la mirada, un pequeño ceño fruncido en su bonito y aniñado rostro—. Nunca lo había pensado de ese modo.
—Tss, tss —llamó su atención cuando una expresión preocupada apareció en su rostro. Rodeandolo con su brazo y lo acercó a su cuerpo—. No te preocupes por eso, aunque a ellos no les importa, a mi sí. Nunca dejaré que algo malo te suceda, hermanito.
—Sé eso.
Nee apretó el abrazo alrededor de la forma ligeramente más delgada de su hermano—. ¿Lo sabes en verdad?
—Somos dos mitades de uno, Nee, nos cuidamos el uno al otro, siempre.
—Tu eres la única familia que necesito.
Nick le sonrió—. Tu eres la única familia que necesito, Nee. —devolvió.
El mayor deshizo el abrazo, pero mantuvo el paso un poco más lento del menor, quedandose a la par al caminar. Las extensiones de verde naturaleza se extendían a ambos lados del camino, había algunas plantaciones cada ciertas distancias, pero lo demás era hermosa fauna silvestre. La casa donde vivían estaba en un pequeño pueblo, en el centro de una zona rural, pero el colegio donde asistían quedaba en la ciudad cercana. Eso les daba una ventaja, ya que la estación del tren estaba a solo unas cuadras del instituto.
Solo debían llegar allí antes de que alguien se percatara de la ausencia de ambos.
—¿Que haremos una vez que lleguemos allí?
—No estoy seguro —Nee confesó—. Creo que deberiamos comenzar a buscar a nuestro padre de inmediato.
—¿Que pasa si no lo encontramos? ¿Y si él no nos quiere? —interrogó—. ¿Donde dormiremos?
—Lo encontraremos, no hay muchas personas que se llamen Zayden Miller en Londres.
—¿Como lo sabes?
—Busqué información en una de las computadoras del colegio cuando descargué un mapa y el horario de los trenes. Encontré solo tres personas con el mismo nombre, podemos buscarlos a los tres antes de la noche, y nos dará tiempo de encontrar un lugar para dormir.
Nick frunció el ceño—. Eso suena como que dormiremos en la calle.
—¿Que esperabas? ¿Un hotel cinco estrellas? —rodó los ojos—. Tenemos doce, nadie en su sano jucio nos rentara una habitación. Tendremos que buscar algún lugar protegido, solo será una noche.
La expresión desconforme del menor era una obvia señal de que quería protestar, pero fue lo suficientemente inteligente para quedarse callado. Después de todo, había sido su idea buscar a su padre, Nee solo estaba intentando cumplirle el deseo.
—¿Como encontraste las direcciones?
—Redes sociales —sonrió—. Y uno de ellos tiene una pagina web.
—¿De qué?