Sentandose con las piernas flexionadas, Nee empujó sus lentes por su nariz, observando la mirada concentrada que su hermano lucia mientras dibujaba en su cuaderno de bocetos. Tan sigilosamente como pudo, tomó el pequeño recipiente transparente donde su padre había puesto algunos snacks y lo quitó del alcance del de cabello oscuro, escondiendolo detrás de su espalda.
Una sonrisa se curvó sus labios cuando el más joven extendió la mano, esperando tomar algunas galletas, solo para encontrar el vacio donde el recipiente había estado. El ceño se frunció y confundidos ojos marrones se apartaron del papel, buscando alrededor hasta que se toparon con él.
—Devuelvemelos. —exigió.
Nee elevó una ceja—. ¿Por qué debería hacerlo?
—Son míos, tu ya te comiste los tuyos, devuelvemelos.
—No quiero hacerlo.
—¡Nee!
—No seas un bebé —golpeó el puchero del otro con su dedo—. ¿Por qué siempre tienes que hacer eso cada vez que peleamos?
—Porque tu eres malo conmigo.
—Bueno, soy tu hermano mayor, se supone que nací para hacer tu vida dificil.
Eso logró que la expresión de Nick estuviese aun más cerca del llanto—. Eso no es verdad, tu naciste para ser mi otra mitad, tu lo dijiste.
—Ya, ya, no llores —le devolvió el recipiente—. Solo te lo devuelvo porque lo que dijiste fue lindo.
Nick sonrió—. Recordaré eso para la próxima vez.
Rodando los ojos, Nee se arrastró más cerca y observó el dibujo que su hermano hacía—. ¿Estas dibujando a papá?
El menor asintió—. No quiero volver a olvidar su rostro otra vez.
Sin saber que decir al escuchar a su hermano ponerle voz a su propio miedo, Nee cambió de tema—. ¿Que crees que debamos hacer ahora?
—¿De que hablas?
—¿Como se supone que actuan los hijos? —lo miró—. No sé como debemos actuar o que debemos hacer. La señora Charles solo nos pedía que limpiaramos lo que ensuciabamos y estudiaramos, ¿debemos hacer lo mismo aquí?
Nick frunció el ceño, pensativo—. No había pensado en eso.
—¿Que crees que debamos hacer?
—No lo sé, yo tampoco he sido hijo antes, ¿deberíamos preguntarle a papá?
Mordisqueandose el labio, Nee negó con suavidad—. No, creo que deberíamos intentar descubrirlo por nosotros mismos primero.
—¿Como hacemos eso?
—Igual que encontramos el camino hasta aquí —sonrió—. Investigando.
—Pero...
Dos golpes en la puerta logró que se quedaran en silencio al instante antes de que Nee se pusiera de pie para abrir, encontrandose con Zayden del otro lado—. Hey, niños, vengan a la sala, hay alguien que quiere verlos.
—¿A nosotros?
El moreno asintió, haciendoles un gesto para que lo siguieran. Compartiendo una mirada confundida, ambos se encogieron de hombros al mismo tiempo antes de salir de la habitación de invitados que estaban utilizando e ir detrás del mayor. Ninguno de los dos se había percatado de que habían llegado visitas, pero el hombre sentado en el sofá de la sala no había estado allí antes.
Un ligero perfume a jazmines flotaba en el aire y cuando el hombre se puso de pie, algo en él llamó la atención de Nee. Era alto, bastante más que ellos, con rizos castaños enmarcando su rostro y grandes y llamativos ojos verdes. Su ropa parecía pertenecer a un modelo de revistas, de esos que la señora Charles siempre adulaba. Pero no era la ropa, ni siquiera los rizos que parecían tener mente propia, no, era algo más, algo...
—Lo conozco —susurró, acercandose hasta que estaba a solo un paso de distancia del hombre. Su ceño se frunció en concentración, intentando atrapar esa memoria escurridiza que se escapaba de su alcance—. Sé que lo conozco, pero no puedo... no sé.
—Lo conociste, ambos lo hicieron —Zayden aseguró.
El perfume de jazmines. Nee conocía ese aroma, se había dormido muchas veces rodeado del mismo, en el calor del pecho de... Avanzando, acortó el espacio entre ellos y rodeó al hombre con sus brazos, sintiendo las lágrimas picar un poco en sus ojos. No tenía idea de quién era, pero sabía sin lugar a dudas, que había sido muy importante para él y que lo había extrañado muchisimo luego.
—Ahora, baby Nee, esa no es forma de saludar a tu tío luego de tantos años, ¿mm? —la voz ronca del hombre susurró mientras lo rodeaba con sus brazos—. ¿Por qué no lo intentas con un "Hola, tío Harvey"?
—Hola, tío Harvey —repitió obedientemente, sorbiendo su nariz.
—Hola, cariño —respondió, besando su cabello antes de hacerle un gesto a Nick para que se acercara a él—. Ven aquí, baby Nicky, tu tío necesita un abrazo tuyo también.
Aun cauteloso, el menor se acercó, permitiendose ser arrastrando al pecho del mayor y murmurando un "Hola" contra la tela de su camiseta.
—Han crecido tanto —Harvey comentó, su mirada rebotando de ellos a Zayden antes de volver—. Son pequeños hombres muy hermosos, también.