Llevo una semana encerrada en mi habitación por la culpa de algo increíble llamado la regla, bueno los primeros tres días los pase encerrada porque me estaba viendo por millonésima vez Harry Potter y cuando se supone que iba a volver a ver la luz de sol me llega la regla, si así de asco es mi vida. Ya llevo tres días con esta y me siento de la mierda, pero había quedado con las chicas asique tengo que salir de mi cuarto.
—Meg, te llama Livie. Al teléfono de la casa. —Me avisa mi hermano recostándose en el marco de la puerta.
—Ah. —Digo en forma de queja.
—Venga, vamos arriba. Se que talvez los ovarios te duelan demasiado, pero si te paras juro que te hago chocolate caliente. —Me anima. Lo volteo a mirarla.
—¿Enserio? —Le pregunto observándolo.
—Si venga arriba. —Me dice y lo veo desaparecer.
Me levanto de mi cama y agarro mis lentes. Y bajo perezosamente las escaleras y llego al mueble en donde está el teléfono de la casa y lo agarro.
—Hola. —Digo de forma cansada.
—¿Vienes o vamos? —Me pregunta.
—Me gustaría decir que vinieran, pero no se preocupen ya voy. Déjenme arreglarme un poco y desayunar.
—Ok, venga te esperamos en la entrada. —Me responde Livie. —Adiós. —Me vuelve a decir.
Cuelgo el teléfono y lo dejo en su lugar y volteo para dirigirme a mi cuarto, pero me termino chocando con Abdiel que me ofrece una taza y huele a chocolate. —Venga, desayuna. —Me dice.
—No sales de esta casa si no desayunas. —Escucho que dice Cesar y me acerco al taburete entre el comedor y la cocina.
Bufo en forma de respuesta. —Siempre se ponen raros cuando me llega a Andrés. —Digo.
—Oh, Andrés llego antes que yo. —Escucho que dice Esteban.
—Aparte te tratamos así y nos sales con esto y si no te prestamos atención vas a donde sea que estemos a molestarnos y llamar la atención. —Escucho que dice Cesar a lo que le dije.
—Si soy. —Simplemente es lo que respondo. Y ellos se ríen a lo que digo.
—Si, si eres. —Dice Esteban y se acerca a mi y me da un beso en el cabello.
Luego de eso los veo desaparecer por las escaleras. Termino de tomar mi chocolate y subo a mi habitación a buscar algo de ropa y después me voy a bañar. Y me arreglo para salir a casa de las chicas
Termino de arreglarme y en una bolsa echo las llaves, mi id, mis cascos, mi celular, varias toallas sanitarias y unas pastillas para los cólicos. Luego paso por el salón de videojuegos en donde están los chicos para despedirme de ellos. Me coloco al frente de Cesar y Abdiel ósea tapo el televisor. —Adiós, gracias por el chocolate. —Le digo y le tiro un beso a mi hermano y abrazo de lado a Abdiel. Voy a donde esta Esteban y veo que se esta escribiendo con alguien. —Uh, tienes novia y no me dices. —Le susurro en el oído y le doy un beso y me voy.
Agarro un taxi y llego a la entrada de la barriada donde vive Ale, ya que hay habíamos quedado. Me bajo del taxi y las veo esperándome en la parada. Y me encamino a esta, pero… Oh, no, no, no.
—¿Se puede saber porque estas caminando como retrasada? —Me pregunta Livie al verme llegar. Y escucho a Ale reír por lo bajo.
—Si, si yo estoy bien también gracias por preguntar. —Les respondo.
—Aja y respondes a la pregunta. —Me dice.
—La maldita toalla se me desacomodo. —Respondo tratando de disimular el caso.
—Oh. —Es lo único que responde y se echa a reír.
—Venga vamos. —Responde Ale.
—Meg, ¿Podrías caminar bien? —Pregunta Livie disfrutando la escena.
—Cállate, trato de hacerlo, pero… no puedo we y no se burlen estúpidas. —Me quejo.
—No te preocupes sea como sea no estas manchada. —Dice Ale.
Seguimos caminando y llegamos a la casa y lo primero que hago es ir al baño y cambiar la bendita toalla. —Uf, ya. —Digo saliendo del baño y encontrándome con las chicas discutiendo de algo en la cocina. —¿Qué pasa? —Pregunto.
—Cocinaremos. ¿Pizza? —Pregunta Livie.
—¿O pastel? Es mejor. —Dice Ale.
—Hm, ¿Qué tal? Si mejor los pedimos y que no se hagan las chefs porque les saldrá horrible. Si me quedo con eso mejor. —Respondo buscando en la mochila mi teléfono y buscando un enchufe para ponerlo a cargar.
—Dios que aguafiestas. —Dice Livie.
—Hagamos pizza. —La apoya Ale.
—Terminaran quemando la casa. —Le digo encontrando un enchufe y conectando mi teléfono.
—Tiene razón Meghan. —Dice la madre de Ale entrando a la cocina.
—Hola Belisa. —Le digo caminando a abrazarla. —¿Entonces usted si me apoya en comprar pizza verdad? —Le pregunto.
—Pues sí, pero dejemos que se ilusionen y piensen que pueden hacer algo. Solo una cosa, no quemen la casa por favor. —Dice mirando a las susodichas.
—Que la quememos dice. —Le responde Livie y Ale le da una mirada de reproche.
—Olivia. —Le recrimina Ale. —No te preocupes mami todo estará bien cuando regreses. —Le dice Ale para convencerla.
—No se preocupen estarán a mi cuidado. —Digo.
—Eso es lo que mas me preocupa Meg. —Dice.
—Belisa como puede desconfiar de mí. —Digo de forma dramática.
—Ya chicas me voy. Enserio no quemen la casa y si lo hacen por lo menos sálvense ustedes. —Dice. —Pórtense bien. —Dice saliendo de la cocina y al rato escuchamos que cierran la puerta principal.
—Y bueno Meg tu dices lo ingredientes que necesitamos para cocinar y lees los pasos, Ale los busca y yo me encargo de cocinarlo. —Dice Livie.
—¿Cuándo acepte ayudarlas? —Pregunto.
—El día que aceptaste nuestra amistad aceptaste hacer cualquier locura con nosotras. —Dice.
Bufo. —Venga pues, solo diré que esto terminara muy mal. —Les digo agarrando el celular de Ale y desbloqueando para buscar una receta de pizza fácil. —Ok, dice que necesitamos. Esperen, ¿Quieren la receta de pizza casera y la de pizza italiana? —Pregunto.