—¡CESAR! —Le grito a mi hermano desde el baño del segundo piso. —PASAME UN TOALLA SANITARIA. —Le vuelvo a gritar.
—Ya, venga deja de gritar. Ya viene Cesar a tu rescate. —Lo escucho gritar desde las escaleras. —¿Dónde están? —Pregunta.
—En la parte izquierda de mi armario. —Le digo.
Espero un momento y lo escucho decir “Bingo”, luego de eso toca la puerta del baño, la abro un poco y me tienda la toalla. —Gracias, pendejo. —Le digo.
—Boba. —Lo oigo decir mientras creo que se encamina a su cuarto.
Me cambio y salgo del baño. Y me encamino al cuarto de mi hermano, tiene la puerta abierta; a nuestra madre nunca le gusto que la cerráramos asique nos acostumbramos a eso igual casi nunca sentíamos la necesidad de hacerlo. —¿Qué haces Ces? —Le pregunto entrando a la habitación y viendo un montón de hojas tiradas y otras pegadas a la pared y… —Woah, esta… Increíble. ¿Lo hiciste tu? —Pregunto viendo la maqueta de un edificio de casi dos metros en su mesa de cartón.
—Necesito contarte algo, Meg. —Dice y me mira a lo ojos.
—Ok, dime te escucho. —Le digo mientras me siento en su cama y observo las hojas pegadas a la pared son textos, dibujos, imágenes.
—Recuerdas el día que saliste con los chicos a casa de Livie. —Dice y espera mi afirmación asique le confirmo. —Bueno ese día fui con Esteban y Abdiel a una universidad… —Dice y sonrió. —Exactamente a hacer un examen de admisión. —Termina de decir.
—¿Y qué paso? ¿Te aceptaron? ¿Qué escogiste? —Le pregunto todo muy deprisa.
—Recuerdas que de pequeño decía que un día les construiría a ti y mama la casa de sus sueños, bueno escogí arquitectura. —Dice y lo veo sonreír. —No se si sea lo correcto, pero ya que, ¿no? Solo queda esperar. —Susurra lo último.
Me levanto de la cama y voy a abrazarlo. —Ya, ya verás que si habrá sido lo mejor. Claro, si de verdad esto es lo que quieres. No te metas demasiada presión. Recuerda aquí estará tu hermana siempre a tu lado, ayudante. —Digo y el me voltea a ver.
—Si el que me apoyes en mis malas decisiones es ayudar, uf pues si me ayudas demasiado diría yo. —Dice y arruina el abrazo.
—Arruinas el momento, futuro arquitecto Martínez. —Digo negando con la cabeza y me alejo de él, para ver de cerca la maqueta del edificio. —¿Para que la maqueta? —Digo tratando de no acercarme demasiado por miedo a dañarla o algo por el estilo.
—Quería asegurarme de que estaba tomando una buena decisión. —Dice y lo miro y en mi cara se mostro mi desconcierto. —Quería hacerla para ver si verdaderamente disfrutaba hacer esto, para ver si verdaderamente esto era lo que quería. —Dice acercándose en su silla de escritorio a la mesa donde se encontraba el edificio.
—¿Y te sirvió? —Le pregunto.
—Pues… —Empieza a decir y fijo mi mirada en él. —Si, si me sirvió. —Responde sonriente y me alegra el que haya encontrado lo suyo, me da felicidad verlo sonreír. —Las matemáticas sabían que me iban a acompañar siempre. —Dice y se ríe irónicamente.
—Odio las matemáticas. —Digo y el me mira de soslayo negando con la cabeza.
—Por lo visto a los Robertson se les dificulta los números. —Dice gracioso.
—Yo y mi padre lo confirmamos. —Digo graciosa, volteando a ver otros dibujos que tiene en su pared de edificios, casas, centros. Información que no leeré. —¿Todo esto para escoger una carrera? —Le digo mirando los papeles por el piso, la maqueta, las hojas en la pared, los textos.
—Si, todo esto fue necesario. —Responde orgulloso.
—Pf, ya veré el día que llegues a tener una hija o hijo te leerás enciclopedias enteras para buscar el nombre perfecto. —Digo divertida.
—Cállate Meghan Alexandra. —Dice molesto.
—Uy, no me digas que no tendrás novia en tu bella y preciosa etapa de la universidad. —Digo dejándome caer en su cama.
—No, Meghan solo no. Debo concentrarme en otras cosas. —Responde serio.
Alzo la cabeza y lo miro con la ceja alzada y escudriñando su rostro. —Hablo enserio, Meghan. Sabes que solo dos veces se puede decir que me gusto alguien, una me rompió el corazón de alguna forma y la otra le rompí el corazón sin querer.
—Le rompiste el corazón, ya eso paso. —Digo.
—No fue mi intención, sabes que esperaba demasiado de mí. —Dice tratando de defenderse.
—Acéptalo le rompiste el corazón y si talvez no fue tu intención, pero lo hiciste no la querías lo suficiente como para cambiar tus planes de vida e igual ella también como espera cambiar tus planes, ósea no eso era muy egoísta no se solo digo. —Digo dando mi opinión.
—Tienes razón. —Dice.
—Siempre la tengo. —Digo sonriente y lo miro y lo encuentro sonriendo como tonto.
—A veces me acuerdo de ella. —Dice y se que se refiere a su primer amor, aquel que te causa… ¿mariposas en el estómago? No se es lo que me han dicho. —Me pongo a pensar en donde estaríamos si ella no hubiera huido.
—Ella no estaba preparada para una relación formal. —Le digo.
—Si ya lo sé y pensándolo bien yo tampoco pero siempre me preguntara si lo que paso ella de verdad sintió algo, por lo menos no se atracción. —Dice y noto una pizca de tristeza con melancolía.
—No lo sé. —Digo por lo bajo, pero sé que lo ha escuchado. —¿La extrañas? —Pregunto.
—Hm, a veces extraño esas charlas hasta la madrugada, las videollamadas, los abrazos, los besos, lo que éramos antes de que yo diera el paso. Diría que me arrepiento de haber dado el paso, pero no, no lo hago. Ha sido una de las mejores decisiones que he tomado y ella una de las mejores compañeras que he tenido. Y si, talvez el que se fuera fue lo mejor y necesario. Asique por eso decido quedarme con todo lo bueno que vivimos hasta que ella se fue, dejándome a mi y nuestros recuerdos atrás. Talvez si quisimos volar demasiado pronto y no pensamos en cuan fuerte sería el impacto. Talvez era lo mejor para ella. —Dice y lo noto triste.