16. Especial San Valentín - Parte I, Dia de solteros

—¡Cesar! —Le grito a mi hermano, encaminándome a su habitación. —Tienes mi calcetín, devuélvemelo. —Le digo y lo veo girarse en su silla para darme la cara. 

—¿Qué?, perdona, pero no tengo nada. —Me responde.  

—Y entonces, ¿Dónde está? No pudo desaparecer de la nada. —Le recrimino. Y llevo mi mano al puente de mi nariz en forma de frustración. 

—Yo que se lo abras perdido. —Responde.

—Sabes que no pierdo los calcetines, aparte eran mi par favorito. —Digo lo último desanimada. 

—No se pues. —Me responde dándose la vuelta y volviendo a lo que sea que estaba viendo en la laptop. 

Camino hacia su closet y lo abro. —¿Qué haces, Meg? —Escucho que me dice, pero lo ignoro. Abro los cajones en donde guarda sus calcetines. —Aja, bingo. —Grito.  —Tenías MI calcetín. —Me volteo y se lo echó en cara.

—Ni idea de cómo llego eso a ahí, aparte como puedes saber que es tuyo. —Me recrimina. 

Busco en el calcetín y si ahí está la "M" y la señalo para que pueda verla. —Tiene la m...

—De Martínez. —Trata de decir el cínico.

—¡No! Estas son mías. —Le digo.

Lo veo levantarse de su silla y da algunos pasos de llegar a mí y me quita el calcetín. Lo veo guardarlo de nuevo en el cajón y cierra el closet, se agacha debajo de su cama y rebusca algo. —Ten, boba. —Me dice y me tira mi calcetín. 

—1. Este puede ser el tuyo. 2. Porque estaba allá abajo de tu cama. —Le digo porque el calcetín estaba sucio y se supone que lo necesitaba, pobre. 

—1. No, no es mío el mío la letra es azul oscuro y el tuyo morado. El que seas ciega y aparte daltónica no es mi culpa. —Dice con sarcasmo y busco la letra del calcetín y si era el mío, sabia porque tenía un pequeño orificio en uno de los dedos. —2. Culpa a tus hijos. —Dice, señalando al cachorro detrás mío, que no me había dado cuenta que estaba ahí. Lo miro con cara seria y el me da una sonrisa de victoria. 

Me encamino de nuevo a su closet y busco la media y dejo a su par solo, pobre. —Bueno igual usare la tuya, ósea la mía está sucia y su par no puede quedar solo. —Le digo cerrando su closet y echando mi media sucia a su canasto de ropa sucia. 

—Y así después vienes a recriminarme que se te pierden las cosas. —Me dice a mis espaldas.

Me voy a mi cuarto y termino de arreglarme y me pongo la calceta de mi hermano no se nota la diferencia. Me doy un vistazo en el espejo y veo los jeans que por mi madre dice que para eso no me ponga nada ya que según ella solo es un poco de tela, lo dice porque está un poco -mucho- roto y una blusa de amarilla de Good vibes. Baje las escaleras y puse un pan a calentar, salí a la parte trasera de la casa saque a los perros y les eche comida para que comieran un poco antes de irnos. Vuelvo a entrar a la casa y agarro el pan y me sirvo un poco de jugo. 

( * * * )

—¿Entonces me va a llevar o no? —Le pregunto al señor, señalando a mis perros. El señor solo hizo una mala cara.

—Seguro que no vomitaran. —Trata de asegurarse el señor.

—Mire si no quiere llevarme, adiós. —Dije cerrándole la puerta y lo veo irse.

—Venga tres intentos fallidos de que nos lleven, esto es su culpa. —Digo señalando a Axel y Max. Ellos me miran con cara de no saber. Escucho el claxon de un auto y me volteo a ver.

—Oiga, mija. ¿A dónde va? —Pregunta amable el señor.

—A la veterinaria que queda en la central. —Le respondo.

—Venga, yo la llevo. —Responde.

—¿Seguro? —Le pregunto señalando a los perros, no vaya a ser que me lleve y me deje tirada en algún lugar; para nada es porque me allá sucedido ya, para nada.

—Si venga, suba. —Vuelve a decir, salgo de mi trance y abro la puerta del auto y subo a Axel y luego subo con Max. Cierro la puerta y el señor empieza a andar el auto.

—Ah, que lindos. ¿Cuántos años tienen? —Pregunta amablemente. Bueno se ve que es uno de esos señores que hablan, pero es mejor que el taxista que me toco una vez que parecía que estuviera planeando un asesinato.

—Unos 5 años. —Respondo señalando a Axel que se había echado en el sillón. —Y unos cuatro meses. —Respondo señalando a Max que estaba en mis piernas.

—Están muy lindos. —Responde mirándonos por el espejo retrovisor.

—Gracias. —Respondo amablemente.

—Sabes yo tenía uno hace unos años... —Escuche que empezaba a contar el señor, pero saque mi celular de mi bolsillo trasero y revise que tenía un mensaje de Dominik.

¿Ya estás en camino?
Dominik.

Si, pero hay tráfico. El taxista me está contando su vida. :)
Meghan.

Buah, venga. Te espero en el veterinario.
Dominik.

Y cierro nuestra conversación, le respondo a mi padre y apago mi celular.

—Si y meses después murió. —Dice el señor con un tono melancólico.

—Uh, que triste. —Respondo sin saber de qué hablamos.

—Si él era mi mejor amigo. Ellos. —Dice mirando por el espejo retrovisor a Axel y a Max. —Son ángeles con patitas. —Termina de decir.

—Opino lo mismo que usted. —Le respondo.

—Bueno de verdad que fue entretenido hablar con usted señorita, pero llegamos a su destino. —Escucho que dice el señor. Y veo a través de la ventana y veo al chico "gótico" parado al otro lado, levanta su mirada y se encuentra conmigo y me sonríe.

Saco el dinero y se lo doy al señor. —Uh, chale señorita, pero me está dando de más. —Dice es señor tratando de devolverme el dinero. Pero le niego y bajo a Max y Dominik agarra su correa y se aleja. Luego me bajo yo y bajo a Axel.

—No se preocupe, agárrelo. Aparte sé que por ellos cobran más. —Le digo tranquilamente. Y con ellos me refiero a los perros ósea sé que sí, no cualquiera me quiere traer asique sí.

—Si, señorita, pero esto es mucho. —Me dice preocupado.

—Mire señor agárrelo ya, tómelo como una bendición. —Digo cerrando la puerta.

—Gracias, muchas gracias señorita. Que dios se lo multiplique. —Me responde sonriente.