SIWON se hallaba de un humor sombrío. Su experiencia en el Blue Gums esa noche había sido, como mínimo, deprimente, ya que apenas había podido ofrecerle algo de consuelo a Woohyun.
Él había estado distraído, atribulado por la enfermedad de su padre. Y a pesar de ello, no se abría a él, no lo dejaba ayudarlo.
Después de la agradable conversación mantenida con Heechul durante la cena, el modo en que lo había recibido su novio había sido como un cubo de agua fría. Estuvo seguro de que había sido un alivio para ambos que se marchara temprano.
Una vez en casa, se acercó a la cocina y vio… Velas.
Por doquier.
En cada superficie de la cocina con lo último en electrodomésticos que tan fielmente había diseñado su madre. Y en el centro de esa ondulante luz se hallaba Heechul, precioso pero asombrado, como un ángel travieso al que hubieran sorprendido jugando con el diablo.
—Ahora mismo lo quito todo —dijo nada más verlo—. Pensaba ordenar antes de que regresaras.
Desaparecido su malhumor, Siwon contuvo una sonrisa al entrar.
—Sé… sé que me he dejado llevar —se apresuró a añadir él—. Quería ver cómo quedaban estas velas, aunque no te esperaba tan pronto, Siwon. Vienes temprano, ¿no?
—Woohyun está… extenuado —musitó.
—Oh —Heechul frunció el ceño—. Bueno, sé que no esperabas encontrarte con cuarenta y ocho velas, pero son para la boda. ¿Qué te parecen?
—Hermosas —cedió a la sonrisa que jugaba en la comisura de sus labios. «Y tú también lo eres…».
El pensamiento surgió de improviso y las palabras temblaron en sus labios, pero agradeció controlar la tentación de pronunciarlas.
—Quería conseguir el impacto total —explicaba Heechul entusiasmado—. Pensé que las velas quedarían maravillosas en la recepción nupcial. Me gustaría colocarlas en pequeñas bolsas de papel llenas de arena en el jardín. Pero no te preocupes… funcionan con batería, así que no te quemarán la casa.
—Eso es un alivio —se acercó y alzó una vela. Le sonrió y no pudo evitar añadir—: Velas bonitas para un chico guapo —demasiado tarde, comprendió que sus palabras habían sido casi un susurro seductor, como si lo hubiera dominado un hechizo extraño.
Los ojos azules de Heechul se abrieron mucho, claramente sorprendidos. Entreabrió levemente los labios.
Siwon se descubrió con la vista clavada en esos labios rosados… observando los ojos hermosos y expresivos… hasta que se perdió en ellos.
Se hallaba en caída libre…
Y sólo podía pensar en lo mucho que quería besar a Heechul. Ya. En medio de la cocina. Rodeados por el resplandor de las velas.
Empezaría por tomarlo en brazos y besarle esos labios carnosos, luego probaría la piel pálida y fina en la base de su cuello.
Fue como si él le leyera los pensamientos, ya que bajó la vista dominado por el rubor. Se apartó un mechón de pelo de la cara con mano trémula y un leve sonido de consternación.
Siwon parpadeó. Se preguntó qué diablos le había pasado. ¿Por qué le era imposible desterrar esa extraña sensación de hechizo?
Heechul era el hombre de honor, por el amor del cielo. Tenía que olvidarse de besarlo. «Di algo acerca de las velas».
Con un esfuerzo supremo, apartó la atención de él.
—¿Tienes la arena que necesitas? —preguntó, recordando la intención de Heechul para las velas.
—Yo… —negó con la cabeza—. En realidad, estoy furioso conmigo mismo. Tenía la intención de llamar a una tienda de artesanía, pero se me olvidó.
—¿Una tienda de artesanía? ¿Para conseguir arena?
—En Brisbane esas tiendas venden una preciosa arena blanca — al oírlo, él rió—. ¿Qué tiene tanta gracia?
—No necesitas comprar arena, Heechul. En Willara Creek abunda. Él no se mostró impresionado.
—Pero la arena de río está húmeda y sucia y llena de fragmentos de vegetación.
—No toda. ¿Qué te parece si te llevo allí mañana y sacas tus conclusiones de primera mano? —al verlo titubear, añadió—: Si no es como a ti te gusta, no habremos perdido nada.
—Mañana van a venir Woohyun y tu madre. Vamos a estar ocupados con los preparativos.
—Iremos a primera hora, entonces. Siempre que no te importe madrugar. ¿Qué te parece un viaje rápido al río antes de desayunar?
Aunque a regañadientes, al final Heechul asintió antes de ponerse a apagar las velas y a recogerlas.
Sentado en la cama, incapaz de dormir, Heechul tenía la vista clavada al frente en la oscuridad.
Se sentía preocupado, desconcertado y confuso al mismo tiempo.
Decididamente, algo en esa boda no encajaba… y estaba segura de que no tenía nada que ver con los sentimientos que sentía por el novio.
Sabía que Woohyun no era feliz y que esa infelicidad no radicaba exclusivamente en los problemas de salud de su padre. Empezaba a sospechar que tampoco Siwon era feliz.