-Oswaldo-; las palabras de Lourdes eran tan débiles al pronunciar el nombre de aquel que había provocado tanta desilución y tristeza en su vida; que la había abandonado el día de su boda y sin ningún piedad se había alejado de ella sin darle ninguna explicación y que ahora tenía de nuevo de frente. Oswaldo corrió rapidamente para ponerse muy cerca de ella, tocó suavemente los labios de Lourdes. -Shuuu, cállate cariño-. Ella hizo un movimiento para alejarse de él, las palabras que había pronunciado le parecían una ofensa, una burla..... -Que sucede Oswaldo, porqué nos tienes cautivos-. Él ignoró la pregunta y se acercó nuevamente para acariciarla, ahora tocando su cabello con delicadeza. Ella se quedó por un momento quieta, sabía que no lograría nada con violencia, por lo que pensó en cambiar su actitud...Oswaldo ya no parecía el hombre que ella había conocido, fisicamente había cambiado, tenía el cabello largo hasta los hombros, la barba larga y espesa y vestía con ropa deportiva, bastante desaliñada. -No sabes cuanto te he extrañado pequeña...- Oswaldo continuaba absorto acariciando el cabello Lourdes; lo que a ella le parecía repulsivo...cada palabra era más hiriente y le provocaba hasta deseos de vomitar. -quiero que respondas Oswaldo, ¿porqué nos tienes cautivos?- Lourdes tuvo que sacar paciencia y calma de flaqueza para que las palabras se deslizaran lentamente en su boca, ya que el deseo de gritar y reclamar una explicación le quemaban las entrañas; finalmente contestó -Tranquilizate cariño, a tí no te sucederá nada...- Se acercó hasta el lugar en el que se encontraba Fernando y de un puntapié hizo que Fernando cayera al suelo. Lourdes gritó muy asustada. -Fernando no reaccionó. -Déjalo Oswaldo ¿que te sucede? Lo matarás-. El sonrió, con una sonrisa que jamás había visto. -No morirá hasta que yo lo diga, por ahora está sedado, no sintió nada; tú tranquilízate-. Lourdes sintió rabia, no era una mujer resentida, pero su corazón estaba encendido de colera contra aquel hombre y al mismo tiempo temía por la salud y la integridad de Fernando, sentía un miedo inexplicable. -Quiero una explicación-. Lourdes sabía que sus mejillas estaban encedidas porque sentía un calor intenso que llegaba hasta su frente. -Tranquila cariño, te lo explicaré-. La tomó de los hombros y de un ágil movimiento la hizo sentarse sobre la cama; luego tomó una silla y la acercó a la cama para estar muy cerca de ella. -sábes que esa hijo de perra....-. Señaló con ira hacía el lugar en el que Fernando se encontraba desmayado; ella giró para verlo también y de nuevo su corazón palpitó de prisa; estaba a punto de llorar, pero no lo haría frente a aquel. Oswaldo se tomó unos segundos, Lourdes sabía que estaba muy molesto y que ello no le permitía expresarse como lo deseaba; finalmente dijo: -Ese hijo de la gran puta; me alejó de tí-. Ella sintió un duro golpe en el vientre; pero calló, quería continuar escuchando lo que tenía que decir. -Yo te amaba Lourdes...con todo mi corazón....yo te amaba ¿sábes?-. Por primera vez desde que había entrada a la habitación vió culpa en sus ojos. -Pero él, me alejó de tí, me coaccionó para que no volviera a verte....y....- De nuevo le acarició el cabello. -Y por eso tuve que dejarte-. Ella lo miró sorprendida, pero de nuevo cayó. -¿No me crees verdad?-. Se puso de pie enfadado y se acercó a la puerta, la golpeó con su puño derecho. Lourdes continuaba inmóvil, tratando de asimilar lo que escuchaba. Después de unos segundos volvió a su lado. -Ese malnacido, utilizó sus influencias; me amenazó, me mandó a su abogado y me hizo alejarme....tú sabes que yo tenía proyectos cariño...y no contaba con los recursos suficientes, necesitábamos dinero...- Lourdes se sorprendió; algo demasiado extraño estaba pasando con aquel hombre; no era ni la sombra de aquel tipo inteligente, apuesto e interesante que ella había conocido, siempre había sido ambicioso, pero jamás había hecho daño a nadie. -Lourdes, me acusas de haberte cambiado por dinero, pero no fue así....yo pensaba regresar por tí amor...- Ahora estaba segura Lourdes que aquel hombre estaba dañado de la cabeza o estaba drogrado, no podía imaginar que una persona en su sano juicio hablara tantas tonterías y encima de todo se atreviera a secuestrar a dos personas.
Lourdes pidió calma al cielo y la sabiduría para poder hablar a aquel perturbado....-escúchame Oswaldo, no te acuso de nada, no tengo derecho de juzgarte, solo quiero saber porqué nos tienes cautivos-. Lourdes observó como el hombre respiraba con mas tranquilidad, la miró a los ojos y besó su mejilla; ella sintió nuevos deseos de vomitar; sabía que no era de buen cristiano, pero sentía el derecho de juzgarlo por aquello que le había hecho; sin embargo no era momento para reproches, lo que le importaba era recobrar su libertad, salvar a Fernando y llevarlo a un lugar seguro. - Te diré mis plane amor....- Se sentó nuevamente cerca de ella. -Ahora mismo mis amigos se están comunicando con la familia de ese desgraciado, le pedirán una buena cantidad de dinero y cuando lo tengamos en nuestro poder, tú y y yo nos iremos lejos, a empezar una nueva vida, ya tengo todo planeado....por fin podemos ser felices-. Lourdes estaba asombrada y temerosa, ahora estaba segura que estaba frente a un desquiciado, sin embargo sabía que debía ser inteligente y manejar adecuadamente la situación. -Y que piensas hacer con él cuando tú y yo nos vayamos lejos de aquí-. En los ojos de aquel se iradiaba felicidad....era como un niño cuando recibe el juguete que tanto había deseado; pero instantaneamente su conducta cambió. -No te preocupes por él...de eso me encargo yo....ahora tengo que continuar con los preparativos...- Y se alejó de prisa sin mirarla. Detrás de él se encontraba otro hombre, pero cubria su rostro con un pasamontañas; en las manos cargaba una charola con fruta y cereal y una taza de café; la colocó sobre la mesa; le quitó las ataduras de las manos y los pies y le señaló la comida; luego se alejó en silencio.
Editado: 06.04.2020