Otro día más en el maldito liceo, repleto de compañeros y profesores hipócritas que compiten por ser los mejores sin importar a quién dañen en el proceso. Es desgastante observar cómo disfrutan humillando a los demás, encontrando placer en el daño emocional que causan hasta llevar a sus víctimas a lugares oscuros.
Esto era lo que Cloe ocultaba. Por eso cambió tanto su aspecto. Aunque con las personas cercanas seguía siendo la misma chica de siempre, dentro de estos muros se transformaba radicalmente para encajar y evitar que le siguieran haciendo daño.
A veces sueño con vengarme de todos ellos, hacerles sufrir el doble de lo que le hicieron a Cloe y a otros. Quiero que los adultos responsables de este lugar vean la hipocresía y la ceguera con la que actuaban, fingiendo no ver nada mientras sus alumnos más vulnerables sufrían abusos. Los profesores, en su mayoría, no eran diferentes. Disfrutaban haciendo daño y arrebatando sueños, criticando los métodos que cada uno tenía para desahogarse o escapar de la realidad.
Camino por los pasillos buscando mi próxima clase y entro al salón antes que todos los demás, instalándome en el fondo. Empiezo a hacer garabatos en el cuaderno mientras espero que mis compañeros entren al aula. Pasan los minutos y, cuando estoy a punto de quedarme dormido, suena el timbre. Una avalancha de estudiantes ruidosos entra al aula, seguida de la profesora de español, la más odiosa de todas. La materia no me molesta, pero esa señora tiene algo que, con solo verla, te arruina el día entero.
—Buenos días. Saquen sus cuadernos y busquen dónde quedamos la última clase mientras paso lista —dice sin siquiera sentarse.
Apenas dice las últimas palabras, todos sacan sus cuadernos obedientes mientras va llamando por nombre hasta llegar al mío. Todos compartimos miradas desagradables.
—Diego Alonso Pereyra —dice con desdén.
—Presente —respondo con firmeza.
—¿Hiciste la tarea? —pregunta, ya sabiendo la respuesta.
—No —niego con la cabeza. Ella suelta un largo suspiro.
—Diego, esto no puede seguir así. Ya van varias veces que no entregas las tareas. Necesitas tomarte esto en serio o...
—¿O qué? —la interrumpo, desafiándola.
—O reprobarás la materia —responde con calma, mirándome a los ojos.
—Entonces hágalo —digo, levantándome del asiento y saliendo del aula, dejándola con su sermón a medio terminar.
Camino por los silenciosos pasillos hasta llegar a la puerta que lleva al patio, donde planeo fumar tranquilo.
Mi momento se ve interrumpido cuando una mano femenina me toma del brazo y me acorrala contra una pared.
—Si de verdad quieres pasar desapercibido y no terminar como Cloe, te recomiendo que no montes escenas como esta, porque así no lo lograrás —dice una chica con estilo dark muy delgada que apareció de la nada.
—Me llamo Zhaori, y nos veremos seguido, Diego.
Dicho esto, se desaparece tan misteriosamente como llegó, dejándome desconcertado
#10481 en Otros
#1545 en Ciencia ficción
depresionadolescente, romance adolescente amistad y drama, superacin personal amor propio reflexin
Editado: 12.07.2024