— ¡Mamá! ¿Dónde está la cosa que dijiste que te pasara? — Le gritó lo más fuerte que puedo a mi madre, aunque parece que no me quiere escuchar.
— Ahí está encima de la desa, yo ya te dije que es y no te lo voy a volver a repetir. Si no sabes dile a Rita. — Dice, aunque no le escucho muy bien ya que parece que no puede gritar, no tengo ni idea de lo que es la desa, así que continuo mi búsqueda. Seguramente Rita tampoco sabe.
Rita es una empleada de la casa, es muy amable, responsable y lleva años trabajando para los Limanture.
— Hay Dios, dame paciencia por favor. — Murmuro para mí misma.
Agarro la cosa que a mi parecer esta encima la desa, festejo un poco, pues no le tuve que preguntar a Rita sobre la ubicación del objeto. Salgo del cuarto de mis padres. Bajo corriendo con cuidado las escaleras para después darle el objeto a mi madre.
— Mamá te dije que no me hicieras perder el tiempo, ya es muy tarde. — Me quejo mientras ella me ignora y me señala la puerta. — ¿Mi padre ya se fue?
— Si, ahora, Edlynne procura disfrutar tu último día de clases, porque en estas fechas decembrinas, el ambiente no puede estar tenso.
Noto a varios empleados poner el árbol de navidad y las decoraciones mínimas, pues mi madre ama la navidad, pero mi padre odia las decoraciones excesivas.
Salgo de la casa en dirección a la cochera donde me espera el chofer con las llaves del Audi blanco en sus manos, comúnmente siempre está disponible para mi Micael, el chófer designado por mi padre para que me traiga y me lleve a donde me plazca, lo conozco desde que era una niña, así que hay un poco de confianza en nuestra relación
— Micael, gracias por todo, pero creo que es mejor que yo lo maneje realmente tengo ganas de estrenarlo como se debe. — Le digo con la sonrisa más inocente que tengo o que puedo hacer en ese momento. El carro era de mi padre, pero ahora es mío y ya se manejar quisiera intentar llevarlo a la escuela.
— Lo siento, pero no.
— Pero, ¿Qué? ¿Por qué? — Realmente no entiendo a los empleados de esta casa. Micael mueve un poco las llaves y se encamina a abrirme la puerta de los asientos traseros.
— Porque su padre me matará si se entera que le he dado las llaves del auto. — Se recarga en la puerta.
— Pues no le decimos y listo, ¿No? — Pregunto, me parece bien que sea responsable pero liberarse un poco de las reglas no suena mal.
— Aun así, no se puede, si su padre, madre o cualquier empleado chismoso me ve ni usted ni yo no las acabamos. — Buen punto.
Me subo a la parte trasera del auto, puesto que sé que tampoco puedo ir adelante, me coloco el cinturón, mientras él cierra la puerta del auto, escucho como la puerta del piloto se abre para deja ver a Micael.
Micael no es feo ni viejo, pero tampoco es mi tipo de chico, es alto y su piel es bronceada solo tiene una fina capa de cabello y aunque siempre tiene puesto un traje se nota que hace ejercicio.
Debe tener no más de 30 años, lo sé porque mis papás nunca contratan gente mayor, aunque los empleados envejecen trabajando aquí.
Llegamos después de 20 minutos, aproximadamente.
— Gracias, te veo después. — Le dijo en cuanto me bajo del auto.
Siento todas las miradas de los alumnos de la escuela, que si yo fuera ellos también me sorprendería.
El campus está lleno de hijos de las personas más importantes de Wiseltorn, pero aun así el apellido de mayor impacto es el mío. Llevo estudiando con ellos desde la primaria. “Morgan´s school.” El bachillerato más popular de la zona.
— ¿Qué les pasa a todos? Me pregunta Dani. Agarrandome por sorpresa.
— Mierda Dani, deberías proponerte en año nuevo no asustar a las personas, y contestando a tu pregunta no lo sé. — Le contesto como si fuera obvio.
— Wow, alumno nuevo. — Me dice ignorándome y señalando a un chico con varias personas a su alrededor. Me mira y noto que el color de sus ojos es el mismo que tenía el chico de la cafetería. Se ve que es de los alumnos del primer semestre. Pues las personas que lo rodean son de ese semestre.
— ¿Sabes cómo se llama?
— No ni idea, pero anda hay que entrar a clase. No queremos que se te vaya lo inteligente, ¿Verdad? — Se burla Dani.
— Es el último día. Yo apague mi cerebro desde hace una semana.
Seguimos nuestro camino entrando al colegio.
Justa encima de la puerta principal del colegio se encontraba un letrero grande que anunciaba el baile de invierno de este año. El baile se había realizado una semana atrás pero el letrero seguía ahí. Los de la comisión decidieron que dejarlo le daría el toque juvenil a la escuela.
— Tu envidia esta por los cielos Dani. — Dice Nancy, que se coloca en el lado contrario del que se encontraba Dani. Seguro se refiere al comentario de Dani, “No queremos que se te vaya lo inteligente”
— Claro que no, querida. La envidia no es parte de mí, no cuando se trata de ustedes. — Dice Dani, y reta con los ojos a Nancy mientras la señala con un dedo que pasa en frente de mí.