Despertar con resaca es horrible, las sábanas grises que me taparon del frío durante la noche están a punto de caerse de la cama. Me duele la espalda, la cadera, los pies y la cabeza. No se escucha ningún ruido, todo está en completo silencio.
Me levanto y me recargo en el respaldar de la cama mientras trato de concentrarme en algo en específico, veo mis tacones a los pies de la cama. Mi blusa esta mal acomodada sobre mi cuerpo y mis pantalones arrugados; la puerta se encuentra cerrada. Por fin decido ponerme de pie. Todo da vueltas y me entran unas terribles ganas de vomitar. No lo hago.
Abro la puerta de la habitación, el frío del suelo se siento por mis pies. Los azulejos demasiado blancos y resbalosos, nadie se ve cerca. Llego al lugar en el que jugamos la noche pasada, no hay nadie. Todo esta acomodado en su lugar. La mesa en la que jugamos se encuentra limpia, no hay ningún rastro de vasos o platos, así como de envolturas de la comida, la barra en la que se encuentra el alcohol esta acomodada. Todo se ve como si no hubiéramos estado aquí.
— Te cache. — Salto del susto. Alguien a mis espaldas me asusta.
Nil.
— No seas idiota. — Comenzó a reírse del susto que me dio; supuse.
— Como que estas muy sospechosa.
— Ajá. — Le respondí, después un silencio se hizo presente e la habitación. Lo rompí. — ¿Hay alguien al que le pueda pedir que me lleve a mi casa, me de unas pastillas para el dolor de cabeza y evite el regaño que me van a dar mis padres?
— Si, si y no. Neizan y yo te llevaremos, ahora le pido a Billy que te traiga las pastillas y la regañada no te la vas a saltar por nada.
— Si me la voy a saltar, vas a ver. — Le digo en tono serio y me cruzó de brazos. — Y tú. — Lo señalo. — Me vas a ayudar con eso.
— No lo haré, si te recuerdo que ayer me quitaste la oportunidad con la secretaría.
— Esa se-ño-ra. — Separo la última palabra por sílabas. — Te doblaba la edad.
— Si no te fijas eres feliz.
— Si, como sea, le evite un despido.
— Te puso celosa que no fueras tú, porque si te digo que ella está más bonita.
— No me importo ni un poquito. No estaba celosa, y si vamos a juzgar la belleza ya te voy diciendo que hay personas que te superan por mucho.
— Claro, pues ahora menos te ayudo.
Camino en dirección a la habitación en la que dormí, para colocarme mis tacones de nueva cuenta y el abrigo de Nil. Ignoró su último comentario pues si o si me tiene que ayudar, así la reganada va a disminuir un poco, o eso creo.
Si él le dice a mi padre que todo el tiempo estuvo conmigo y no hicimos nada malo, todo estará bien.
Reviso mi celular mientras Nil me observa desde la puerta de la habitación.
25 llamadas perdidas de mamá, 35 de papá 15 de Richard y 24 de Dani.
Me quedé pasmada y me tensé completamente. Nil lo noto, pues se acercó a mí.
— ¿Algún problema, mimada? — Preguntó recargado en una pared.
— Muchos en realidad. ¿Neizan ya está listo?
— No lo creo voy a buscarlo. — Escuché sus pasos alejándose poco a poco, segundos después se volvieron a escuchar de cerca. — Te voy a ayudar, pero solo porque mi corazón es demasiado grande.
Solo lo observe unos instantes. El se retiro y yo seguía demasiado nerviosa. El hecho de tener más de 90 llamadas es preocupante y desesperante.
No solo creo que me castigarán horrible, ahora puedo confirmarlo. Aunque bueno el regaño valdrá la pena, llevo el dinero que gane en las rondas de juego. Me extraña que de los 7 chicos de anoche solo haya visto uno en la mañana. Lo pero es el que me cae mal, o bueno no lo he tratado y no me gusta su forma de ser. Pero es de lo peor. Creo.
— Ninguno ha despertado, pero te puedo llevar yo en el carro de Neizan, si quieres.
— Bien, gracias de verdad.
— ¿Aún te caigo mal? — Me pregunta. El movimiento de las llaves y el sonido de mis tacones se escuchan de fondo.
— Si, esto no es un acto muy heroico que digamos. — Salimos de la hermosa cabaña, y varias personas del servicio están en la entrada tratando de despedirnos del lugar. Esta vez puedo observar mejor la fachada, la cabaña por fuera se ve grande. El estilo es muy viejo, aunque todo se ve como nuevo y recién construido.
— ¿La cabaña es de Neizan?
— Si, regalo de sus padres por su cumpleaños número dieciocho. No tiene hermanos así que nada lo tiene limitado. A pesar del dinero de sus padres, él trabaja. Como notaste en una librería, además sus calificaciones son excelentes, tiene una inteligencia incomparable, así que lo indicado sería mencionar que se la dieron como premio.
— Wow, eso que solo te pregunte si esto era de él. ¿Tanto lo admiras?
— Si lo hago.
Cuando nos entregan el carro observo detenidamente a Nil, se le nota bañado por lo húmedo de su cabello, tiene ahora un pantalón de vestir negro, unos zapatos del mismo color y un abrigo color camote. Sus ojos tienen un brillo extra, los ojos grises que tiene son perfectos, la mandíbula es marcada sin exagerar y la nariz la tiene perfilada. Todo en su cara te da una razón de porque está ahí.