Viernes por la noche. 22 de diciembre.
Hoy es el día del baile, mis padres están en su habitación supongo yo, arreglándose, me cumplieron mi castigo, no quitaron de mi clóset lo que me iba a poner, pero por la hora que es estoy segura que no voy a ir a ese baile.
Estoy acostada en mi cama, Richard y Nancy me han estado mandando mensajes desde que se enteraron de mi castigo, ambos están invitados al baile, igual que ambos ahora irán juntos y no tendrán mi compañía.
Mensajeo un poco con Luke, uno de los amigos de Nil; me cuenta por qué se enamoró de William, como sus padres son los únicos que saben que le gustan los chicos, bueno… ahora yo también lo sé, pero ¿me pueden culpar? Me entro un poco de curiosidad por sus miradas. También hablamos, o él habla de que jamás Nil había llevado a alguien a aventurarse con ellos.
Yo le cuento como me arrepiento del hecho de haberle hecho caso a Nil sobre escaparme un rato, pues gracias a eso estoy en mi cama, sin arreglarme y con el celular en la mano, en lugar de estarme arreglando para el baile.
—Edlynne —mi padre abre la puerta de mi habitación—. Sabes, tu madre está decaída, no se ve muy sonriente, hace unos segundos me pregunto si te teníamos que llevar o no. Yo solo conteste que era su decisión. Edlynne, no fue responsable de tu parte escaparte y lo sabes.
—Lo sé —le conteste. Acomodo mi celular en el centro de la cama y me pongo de pie con cuidado.
—Desde el día de la cena comentaste que los Brown no te caían bien.
—No lo hacen, es solo que… Nil me dijo que les había avisado y yo solo decidí que era buena idea ir, sé que estuvo mal, pero me liberó.
—Yo, fui joven y te entiendo, pero estabas castigada por el pequeño juego del patio, el jarrón y por qué entraste en mi despacho en la madrugada, ¿por qué no se te ocurrió que tú eras la que tenía que avisarnos?
—No lo sé.
—Nos vamos en 10 minutos, tienes prohibido salir.
—Bien.
Sale de mi habitación unos segundos después y yo continuo en mi celular una vez me vuelvo a acostar.
Por un par de minutos se escuchan los tacones de mi madre caminando por toda la casa, las llaves que resuenan ante su golpeteo entre ellas y las voces de mis padres; por último, el sonido del motor del coche que empieza a avanzar saliendo de la casa. No estoy sola aquí pues la mayoría de los empleados se encuentran o, haciendo sus trabajos o en sus respectivas habitaciones.
Mi vestido esta colgado en la puerta de mi clóset, bueno, solo la falda roja, la tela es fina y brillosa, con algunos pliegues que se unen en la pretina. El rojo es precioso, pero no todo en él es rojo, pues el corsé que lleva es de color negro con varillas notables y un encaje negro hermoso; tiene un escote de forma corazón y al ser ceñido al cuerpo no se necesita sostener por tirantes. Los tacones descansan en el suelo, son tacones abiertos con las tiras de color dorado y la suela negra.
Mi abrigo está en la silla del escritorio del cuarto.
Todo se vuelve demasiado triste, tenía tantas ganas de usarlo y al final mis padres me han cumplido el castigo.
Y todo por Nil Brown.
Mi teléfono comienza a sonar por toda la habitación. RING, RING, RING.
Un número desconocido.
Ed: ¿Bueno?
Desconocido: Hola, ¿Estás feliz?
un pajarito por ahí me dijo que no
estabas muy contenta el día de hoy.
Ed: ¿Richard? ¿De qué número me
estás llamando? Y ¿Por qué estás
fingiendo tan mal la voz?
Richard: A ver, si soy yo, te estoy
llamando desde el número de una
persona que conoces y pensé que
estaba fingiendo mejor.
Ed: …
Richard: Bueno, ahora necesito que
te arregles con lo que te ibas
a poner hoy, te maquilles y peines
y todo eso.
Ed: No puedo salir.
Richard: Nadie dijo nada de salir
solo te estoy pidiendo que te
arregles y apúrate que no
tenemos mucho tiempo.
—Espera, ¿por qué no tenemos…? —me colgó, lo último ni siquiera lo escucho.
Tengo una lucha mental sobre si hacerle caso o no, vamos es Ri tendría que confiar en él, pero no puedo cuando me marca desde un número extraño, que se supone que es de una persona que conozco, además, habla sobre él en plural. Presiento que esto realmente no va a resultar nada bien.