Tu, Yo y el Destino

Sus hermosos ojos Color Miel

Temprano apuré el paso y desayuné lo más rápido que pude para ir a a escuela, de camino a ella mi papá me dejó en la entrada y se despidió de mí con una sonrisa.

Di vuelta y vueltas y no encontré el salón de clases al cual pertenecía, 2A 2A salón 2A era lo único que murmuraba, al no dar con el salón de clases comencé a sentirme afligida, justo era mi primer día de clases y me estaba yendo fatal... para rematar nadie parecía querer ayudarme.

Me senté en un banco en el patio trasero y me quedé observando las nubes que por alguna razón tenían formas extrañas, me pregunto si, ¿mamá me estará mirando en este momento tan penoso?, cerré mis ojos y la imagen que tenía en mi cabeza era la belleza de Naoki, pelo cobrizo, alto, con la musculatura perfecta escondida bajo su camiseta, dedos largos que seguro darían caricias suaves como el algodón, y esos ojos, esos ojos color miel que tan delicadamente me miraron con una tierna sonrisa, abrí mis ojos y ...

—NAOKI!!!!— me caí para atrás del impacto... estaba mirándome fijamente a solo 2cm de mi cara, casi podía besarme... entonces ese tono rojo subía sobre mi cuerpo hasta quedarse en mi cabeza y en mi cara.

—Sakura, ¿eres tu?, queria confirmarlo y por eso me acerqué mucho, lo siento si te asusté— me tendió su mano para ayudarme a levantarme y tímidamente la tomé...me ayudó a pararme con gentileza. —justo como pensé sus dedos son muy suaves... demasiado para ser un chico.

—Yo...yo, lo siento Naoki creo que me perdí y no he podido encontrar mi aula— bajé mi vista y me enfoqué en mis dedos entrelazados unos con otros llena de vergüenza por mostrarle esta parte de mi.

—Tranquila muestrame tu papel de ingreso— se lo paso sin mirarlo— a ver dice que estas en 2do Salón A, es perfecto... ahí es mi primera clase — el tono de su voz es suave y angelical; levanté mi mirada y la sonrisa que tenía en su rostro hizo que mi corazón se detuviera por un instante, no puedo creer lo bueno que ha sido Dios conmigo estoy muy feliz de estar en su clase.

—Vamos!— dijo y dimos marcha a caminar hacia el salon.

—Sí señor— respondí y me tomó de la mano lo que hizo que me sonrojara pero estaba feliz.

Mamá creo que me he enamorado de mi profesor de la Escuela.

 




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