Tú, Yo y los Besos

24-Mateo

¿Saben que es peor que nacer en el infierno? Volver a él después de haber probado el cielo…

Esta semana ha sido así, como volver al infierno…

Carlos no ha dejado de molestarme e incluso ha pasado a las amenazas. Ciertamente no le creo; pero su teatro me molesta como un grano en el…

Son las 4 de la mañana, y me alivia saber que pronto amanecerá y al fin podré verla

Azul... —el recuerdo del tibio calor de sus labios es el peor de todos mis tormentos.

Una parte de mí se queja por no aprovecharse y me tortura por no responder a su beso, por no tomar de forma egoísta todo lo que pudiera darme y después alejarme, justo como aprendí hace tanto tiempo que era el único modo de mantenerme entero…

Pero otra parte de mí entiende que no puede hacerlo, que no puedo acercarme sin que uno de los dos o ambos se rompa sin remedio.  

Se me retuerce el estómago solo con pensar que de los dos puede ser ella; pero me conozco lo suficiente para saber que no existe otro final, que no sé hacerlo de otro modo… sin embargo, aun así descubro que no puedo alejarme por completo pues de algún modo se me ha metido dentro.

Si tenía dudas, esta semana de cambio de semestre me lo ha demostrado con creces…

Como adicto intenté verla el día que le tocaba el extra pero no la encontré; quiero creer que solo fue que tuve mala suerte...

Bueno, hoy comienza un nuevo semestre, solo me queda contar los minutos como el preso que espera respirar un poco luego de un largo encierro...

***

Estoy asustado… —Tranquilo, Mateo, no puede ser lo que piensas —los recuerdos de la semana antes pasada me golpean con fuerza. Trato de buscar entre ellos alguna señal, algo que pudiera confirmar o refutar el posible cambio…

Siento ganas de vomitar, no puede ser… no ella.

No me lo pienso dos veces, salgo disparado ignorando los gritos de la profesora. —Palacios —necesito llegar allá al como sea…

...

El ruido del “tren lechero” aumenta mi dolor de cabeza —es como estar dentro de una lata a la que golpean de forma constante —el olor a orine de los baños de ambos lados del vagón pueden causarle náuseas por una semana a cualquiera; la gente aprieta y empuja por todas partes, me siento como en un caldero cocinándome a fuego lento…

Solo agradezco que no es medio día y espero llegar a Palacios antes de eso; de todos modos irónicamente agradezco este suplicio porque concentrarme en quejarme me da un descanso de la tortura constante en mi cabeza —por favor, que no sea, que no sea...

Al fin logro bajarme, o más bien casi se puede decir que me bajaron…

No tengo la más mínima idea de a dónde ir pero sé que debo encontrarla al como sea…

No doy ni 10 pasos cuando la veo, sentada en el andén y el corazón se me detiene para después querérseme salir del pecho.

¿Qué hace? ¿esperando o pensando? 

Me fijo en la pequeña maleta que descansa a sus pies y el alivio es instantáneo; me le acerco pero ella no se da cuenta

—Vamos...—le digo tomando su maleta, no quiero ni pensar que el hecho de que no se mueva signifique que ha abandonado.

—No voy a continuar —responde sin mirarme, seca, como la Reina del hielo

— ¿A qué viene eso? —pregunto de forma brusca

— Me voy con mis padres, está decidido, vuelvo a la escuela a organizar los papeles y nos vamos con ellos

—¿Pero qué estás diciendo, Azul? ¿Acaso quieres eso? —sí, le estoy gritando en un lugar público ¿y saben qué? ¡¡Me importa un bledo!!

Reacciona, finalmente lo hace, y se me parte el alma al ver la tristeza e impotencia que pintan sus gestos

—Lo intenté, Mateo, y fracase... Mi orgullo y egoísmo me pusieron un traspié; por eso debo aceptar las cosas como son. Ellos tienen razón, todo será muchísimo más fácil si me voy, fui una ilusa al creer que podía haber otra manera... Todo está arreglado, en España “ellos” me tienen la vida perfectamente estructurada —hace una mueca de desprecio— ¿para qué seguir esforzándome si hay una forma más fácil de hacer las cosas?

"Otro camino, otra forma..."

Me duele saber que ceder así para ella significa perderse a sí misma, renunciar a ella...

«No, ella no...»

Me encuentro inventando modos para salvarla, para que crea en ella misma, como si al hacerlo pudiera recuperar algo de lo que se me escapó a mi hace tanto tiempo.

—No, no tú, tú no puedes rendirte; esa no eres tú... Escucha, Azul, caerse no está mal, a veces pasa.; pero no por eso significa que debes abandonar tus sueños, o cuando menos rendirte a tu infierno.

— ¡¡No entiendes nada, Mateo!! —me grita con rabia mientras las lágrimas ruedan sin control por sus mejillas —no es sólo eso... el mes que viene mi papá vendrá a buscarnos a mí y a mi abuela; ¿y sabes qué descubrí? ¡¡Que ella quiere irse!! Cuando le dije que al fin quería reunirme con ellos se puso feliz porque vería crecer a mi hermano, Teo. Él nació allá y solo lo han traído en contadas ocasiones... No puedo mentirte, sé que está mal pero por un momento lo envidié por tener lo único que yo siempre quise luego de que se fueran cuando apenas tenía 9 años: a mis padres conmigo, Mucho más que sus regalos... Sé que me quieren, en serio, por eso no puedo ser tan egoísta como para obligar a mi abuela a quedarse conmigo. ¿No ves todos los años que perdió junto a ellos por eso?

—Hey…venga —intento tocarla pero se aleja

—¡¡Por favor!! no me vengas con esas chorradas de que no llore, que no lo vale, que…

—¡¡Guarda las garras, gatúbela!! —la interrumpo y me limito a mirarla para que entienda que estoy aquí dispuesto a ser todo lo que ella quiera

—Solo —suspira —solo no me pidas que sea fuerte, hoy... —su barbilla tiembla —hoy yo no puedo —termina bien bajito, como si reconocerlo en voz alta fuera el conjuro que acabaría con su existencia.

Siento un terrible nudo en la garganta y una horrible opresión en el pecho, verla llorar es el peor mal de todos mis infiernos




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