Tú, Yo y los Besos

33- Mateo

Me quedo fascinado al ver como Alex se emociona por un simple juego, la alegría en sus ojos hace que me sienta culpable por haber estado tanto tiempo distante. Me veo en él y entiendo como a nadie cuanta falta hace tener a alguien que te demuestre que le importas al menos un poco.

Me río tras su emoción por haber pasado de nivel en plantas contra zombis

«La familia»

Ni padre lo repetía tantas veces que para mí se volvió algo malo de una forma muy retorcida: el yugo que me apretaba y obligaba a hacer cosas que yo no quería; por eso me desentendí de todo, hasta que llegó Azul y me recordó que no todo es malo, que existe otro modo, que necesitamos no sentirnos solos…

Me ha desarmado de tantas formas esa chiquilla que le temo a las consecuencias si me deja otra vez solo…

¡¡De sólo recordar los momentos del faro me dan ganas de pegarme un tiro en la cabeza!! Sin embargo, por milagro divino, ella aún está conmigo.

Me prometo a mí mismo no correr riesgos, no arruinarlo aunque el precio sea no probar nunca el valor de sus besos...

Alex me extiende el teléfono.

Extrañado observo el número que me llama, no lo tengo registrado pero sé quién es…

«Carlos»

Por un segundo pienso en ignorarlo pero en un último impulso le contesto

—Deja de jugar…—le advierto.

— Ja, veo que no me estás tomando en serio… Me obligas a demostrarte que esto no es un juego…

Mis alarmas se disparan, no le sigo, esta vez está siendo diferente.

Espero en silencio a que muestre sus cartas…

— ¿Dónde está tu putita, Mateo? —escupe con saña las palabras

Aprieto el teléfono en mi mano y me obligo a no perder la cabeza antes de tiempo, no puede ser, es imposible que…

— ¿Tu hermana? Pues verás… hace mucho tiempo que no la veo —le respondo

— ¿En serio? Vaya, tendré que ir al oftalmólogo porque juraría que mi hermana no tiene una camiseta de colores y unos pantalones cortos de mezclilla gastados... ¿Azul? No, creo que así es como se llama.

Se me va todo el aire de golpe.

No puede ser; Carlos no se atrevería a…

—¿Qué estas insinuando?

—Creo que eres lo suficientemente inteligente para saberlo… No obstante, ven a averiguarlo… Estás en el hospital ¿no? De ahí salió ella hace unos 15 minutos más menos, a que sí…

—Estas de broma…

—¿Será? Te esperamos en el punto de intercambio de la zona en la que estas ahora

—Si le tocas un pelo…

—Ah, ¡¡porque te importa!! De ti depende cuantos pelos le toque… cada segundo cuenta… tic tac tic tac — me cuelga

Me levanto como una bala y corro hacia la puerta cuando me acuerdo de dos cosas:

Una: no me han dado de alta

Dos: Alex está conmigo, muy asustado; y esté en riesgo Azul o no, no puedo exponerlo a él también…

Me obligo a calmarme, la verdad no creo a Carlos capaz de algo así por… ¿o sí?

Llamo a Azul, un timbre, dos, tres... —rayos, no responde

Piensa rápido, Mateo, esta vez no puedes correr riesgos, al menos para con la integridad física de ella, la mía es otra historia…

La llamo por segunda vez y otra vez no responde. Me desespero, no puedo seguir esperando.

—Alex, escucha… todo está bien, vale…—el asiente un poco asustado —Necesito tu ayuda para salir de aquí porque tengo que hacer algo muy importante —lo miro, no sé si me sigue —es como un juego, ¿te anotas?

Veo que su rostro se ilumina ante la idea

—Verás, ¿recuerdas al guardia de la segunda planta? Le gastaremos una broma… Toma mi teléfono, debes acercártele y robarle algo importante, algo para que te siga y salga corriendo. Cuando llegues afuera esperas que esté a una distancia que te vea y le lanzas lo que hayas cogido para que se olvide de ti y vaya a buscarlo, luego corres de vuelta aquí y me esperas ¿okey? Yo vendré con Azul y comeremos pizza los 3... ¿Me sigues, Alex?

Asiente de nuevo

— Bien, todo super héroe necesita una máscara, esta es la tuya —le digo poniéndole en la cabeza un puncho nuevo de los que María me trajo, lo acomodo de forma tal que pueda ver por las patas —no te la puedes quitar hasta que no estés de vuelta… es como una peli, si miras por el teléfono podrás hacerlo, es tu super poder, ¿lo recuerdas?

Veo como Alex se aleja y suspiro profundo, me duele ser totalmente consciente de que será capaz de hacerlo, de que es un experto pasando desapercibido y robando, es uno de sus juegos, ser invisible.

La otra parte: llamar la atención del guardia, es la más difícil para él; pero con la cámara podrá hacerlo…

Trago grueso, ¿qué estoy haciendo?

Lo siento, Alex, prometo arreglarlo, tu camino no tiene por qué ser igual al mío, lograré cambiarlo aunque ahora no tenga idea de cómo hacerlo…

***

Gracias al talento de Alex y al amor del guardia por su teléfono logro escaparme sin contratiempos.

Tres cuadras a la izquierda, antes de entrar al callejón, me giro y veo cómo Alex sale corriendo de vuelta al hospital —Vaya, eso ha sido irónicamente sencillo

Retomo mi marcha casi volando más que corriendo. Sea una broma o no Carlos ha pasado un límite y juro que me pagará por ello.

Lo veo apoyado en una pared, relajado, esperando…

Olvido las normas de precaución necesarias en este medio, la rabia y la preocupación me pueden. Sólo sé que no veo a Azul por ninguna parte.

— ¡¿Dónde está, cabrón?! —pregunto dándole un puñetazo con tal impulso que cae al suelo

—Calma, perro, no está aquí… ¿o es que eres ciego? —dice con su habitual sonrisa

Lo levanto por la chaqueta incrustándolo en la pared

— No me toques los huevos, comadreja —siseo en una clara amenaza

Carlos sonríe con mofa

— No soy tan estúpido como para involucrar a terceras personas en esto...

El alivio es tanto que lo suelto y retrocedo para tomar aliento.

Mi cuerpo ahora es que se da cuenta de los efectos del medicamento y la carrera

—Al menos por ahora… —su perenne sonrisa titubea— espero que tú tampoco lo seas como para entrometerla a ella —añade y lo dice tan en serio que no hay duda de que es una amenazas; peor aún, no cabe dudas de que la cumpliría si fuera necesario…




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