Tulipanes para Noah Libro #1

CAPÍTULO 3 - UNA DECISIÓN DIFICIL.

CAPÍTULO 3 –  UNA DECISIÓN DIFICIL.

 

–  ¿Cómo está Anker, hija? –mi padre lo preguntó con aire despreocupado. Podría haber sido un comentario más de una charla normal en una cena familiar. Podría haber sido eso. Casi que podría haber sido un simple e insulso comentario. Casi.

            –  Normal, papá. Sabes que no hablamos.

            Es mamá la que se aclaró la garganta. Era una técnica y lo sabía. La técnica del policía bueno y el policía malo. Mamá era la policía buena, papá, el malo. Siempre fue así.

            –  Podrían ser amigos. Él es un buen chico ¿No te parece?

            Papá no me miraba a los ojos, comía mirando el plato. Papá no tenía miedo. Era un policía y un hombre hecho y derecho… salvo cuando mamá se aclaraba la garganta más fuerte. Y mamá se aclaró más fuerte la garganta. Y papá suspiró. Y fue el fin. De él. Y el mío.

            Esperé extrañada la bomba que nunca detonó. Y bajé la guardia. Grave error.

            La conversación siguió normal. Pudo haber sido una cena normal. Una de tantas si no hubiese tenido en cuenta que mi mejor amiga había muerto hacía tan poco. Pero mis papas lo intentaron. Me preguntaron por la escuela evitando cualquier pregunta que ahondara en la ausencia de Noah. Una tarea, realmente, por la que tendrían que haber recibido un premio teniendo en cuenta que Noah y yo éramos prácticamente una sola persona salvo por la parte de ser porrista y la popularidad y todo eso que a mí me importaba extremadamente poco.

            Pero volviendo al tema original. Bajé la guardia y ese fue mi primer error.

            –  Entonces compartes varias clases con Anker. –Retomó, esta vez, mi madre.

            –  Sí, algunas – mi respuesta fue cautelosa.

            ¿Mi madre pateó a mi padre por debajo de la mesa? Si no, no había explicación para que casi volcara todo su café.

            –  Me encontré con Matt… tiene pensado hacer un viaje.

            Mi padre esperó una reacción de mi parte que nunca llegó. Aún el tema de Matt y Clarisa era tabú. No había podido hablar con ellos. No sabría qué decirles. Y ellos seguro tampoco sabrían qué responderme.

            –  Les gustaría que vayas.

            De nuevo, esperaban, esta vez ambos, una reacción que nunca llegó. Dos pares de ojos mirándome expectante.

            –  Creen que a Anker le haría bien. Ya sabes… que tú estes.

            ¿En qué universo paralelo a Anker le agradaría mi presencia?

            –  Sería un fin de semana.

            ¿Qué portal atravesé para llegar a una realidad paralela en donde Anker estaría contento de convivir conmigo cuarenta y ocho horas?

            –  Quieren que vayas, Andy. Te están invitando a que vayas.

            ¿Me estaban hablando a mí? Le había hecho un favor a Anker y de repente ¿éramos amigos?

            –  ¿Andy?

            Mi madre tocó suavemente mi brazo. Y la miré como si le hubiesen salido tres cabezas. Un fin de semana con Anker. Cuarenta y ocho horas con la única persona a la que le atribuía la muerte de mi mejor amiga. Dos días con la persona que más odiaba en este mundo.

Mis padres esperaron una respuesta más tiempo de lo normal. El solo hecho de pensar en estar un fin de semana solo con Anker hacía poner alerta todas mis terminaciones nerviosas. Una parte de mí quería ser completamente egoísta y decirle que no, que no quería. Que no me dejen sola con él. Otra, sin embargo, me decía en un susurro que ya no importaba el odio que le profesaba. Que ya todo estaba perdido para ambos ¿Qué más daba?

–  Hija, ¿estás bien?

Me di cuenta que estaba hiperventilando. Todo comenzó a pasar en cámara lenta. Solo respira, me repetía. La voz de Laurie resonaba en mi cabeza. Solo respirar. La diferencia entre estar vivo y estar muerto era esa, un respiro. Un suspiro. Un segundo.

Había cerrado los ojos porque ya no veía a mi padre. No. Veía todo negro  y los párpados me dolían de la fuerza que hacía para mantenerlos cerrados. Estuve así, con los ojos cerrados y respirando forzadamente lo suficiente para que cuando los abrí, me mareara.

–  Andy, ¿estás bien?

Asentí mientras esperaba impacientemente a que todo dejara de darme vueltas. Dos días. Cuarenta y ocho horas. Dos mil ochocientos ochenta minutos. Ciento setenta y dos mil ochocientos segundos. Con Anker. Como si fuésemos amigos. Como si nos llevásemos bien. Como si no doliese verlo, incluso, respirar.

Pero los planes siempre se van por la tangente. Nada nunca salía como uno esperaba. Incluso lo que nosotros sí podemos controlar y decidir. Porque el libre albedrío no existe. Y el karma es una mierda. Y porque soy un ser humano que comete errores y ese día, cometí un segundo error. Grave. Porque fue, quizá, el punto de partida de todo lo que sucedió después.

¿Cuántas veces ya hablé sobre el inicio de todo?

La voz, lo que dije, fue como si otra persona lo hubiese dicho. No yo. Yo quería decir todo lo contrario. Créanme que sí. Pero la guerra entre lo que quería y lo que debía hacer ya estaba perdida. El deber tenía dos rostros y eran iguales a los de  Matt y Clarissa. Y lo que quería, mi libre albedrío, no opuso pelea.



#25594 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, muerte, primer amor

Editado: 25.05.2021

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