Tus ojos

El baile de graduación

-¿Les gusta?- Sale Jane del vestuario con un gran vestido rosa suave y de falda ancha, como una princesa real.

-Qué bueno que eres mía- Seb sonríe de medio lado- Lo malo es que no puedo dañar ese vestido.

-Te ves preciosa amiga- Le dedicó una gran sonrisa.

- Los asientos son para los hombres, nosotras debemos probarnos todos los vestidos de la ciudad mientras ellos esperan. ¡Vamos! Me arrastra hasta al vestuario. -He dejado este para ti, te quedará hermoso con tu piel y con esos ojos fervorosos que tienes- Jane deja el vestido en mis manos y se pasea el pasillo del vistiere.

Yo entro a una cabina para vestirme, al salir me veo en el espejo de enfrente y tocó con delicadeza la falda de mi vestido.

-Mi chica tiene buen gusto eh- Seb besa la frente de Jane.

- Te ves preciosa, amiga- Jane me abraza por detrás- Arrasaremos está noche, nuestra noche.

 

 

-Estoy nerviosa- Me aferró al brazo de Jane y ella al de Seb.

-Ve y busca un galán, está noche es de mi chica y yo- Seb me suelta de Jane y se burla del momento.

-Déjala con nosotros o correrá a casa, amor- Ella toca el rostro de su novio.

 

 

Yo estoy ahí en una mesa sentada, tomando una copa tras otra, Jane y Seb me lanzan miradas y sonrisas ocasionales.

-¿Por qué tan sola en la noche de graduación?-

Aprieto la copa que llevo en las manos y abro mucho mis ojos, podía notar como mis ojos se tornaban en un azul mar, mi rostro entumecido y acalorado se reflejaba a distancia.

Vi una mano extendida en señal de que yo la tocase y aprobase, pero el pulso me traicionaba, mis manos seguían apretando aquella copa pequeña y frágil, yo solté unos jadeos y la verdad no sabía qué me iba a esperar en ese momento.

-¿Estás lista para el baile de graduación?- Mi pecho salía y volvía a su lugar al sentir que él se gira y se agachaba un poco, se arrodillaba con su mano extendida y firme.

Yo me gire y aún seguía tensa pero reemplace la copa por su mano, asentí con la cabeza.

-Estás preciosa- Su otra mano pasó por mi cintura y me pego suave al regazo de él.

Solté una pequeña risa -¿Qué haces aquí?- Alcancé a preguntar.

-También es mi graduación, lo olvidaste- Dijo en tono burlón. -Tu vestido hace juego con tus ojos...-Sonrió de medio lado- Pareces una muñeca- Su voz de tranquilidad me acaloraba.

-Mi madre dijo lo mismo- Solté otra risa- Me obligó a arreglarme por una hora en el tocador, con un poco de su ayuda- Le confesé.

-Buen trabajo- Admitió él.

-¿Eso crees?- Me dio una gran vuelta al seguir el ritmo del vals.

-Estoy seguro de ello- Me dedico una suave sonrisa- Ojalá fueses tan segura como lo es tu belleza- Apretó mi cintura.

-Tengo miedo- Chille al recordar las noches oscuras y frías que he vivido.

-Estoy aquí- Dijo él acariciando mi espalda- Él vio mi rostro sin respuesta- No te preocupes nena- Llevo mi cabeza a su pecho, quedé acunada, respirando el olor que desbordada por su pecho, su traje elegante y cerrado, y el acariciaba mi cabello, y aunque se acabase la canción y siguiese otra, él no me soltaba, seguíamos meciéndonos en nuestro propio ritmo, nuestra propia canción.

La noche era eterna para ambos y había una gran luna rosada, yo levanté la vista y él tenía sus ojos cerrados, él también tenía miedo, pero no entendía el porqué, si él ya no era mi enemigo ¿Por qué no quería verme? Solté unos pequeños jadeos y él abrió sus ojos, me preguntó de qué color eran, me llene de seguridad y felicidad al responderle sobre sus bellos ojos rosas.

Él cerró sus ojos con fuerza como intentando evadir el color pero su esfuerzo era invadido, los cerró un par de veces más y al saber que no podía hacer nada, dejamos de mecernos, me miro los labios y yo seguía de nuevo en la nube de arcoíris, hasta que soltó una palabra que es difícil de olvidar.

- No me gustas- Levanté la mirada a sus ojos y sus ojos seguían de ese rosa brillante- No puedo- Aclaró- Tragué saliva, se sentía enojado y confundido- No puedo- Volvió aclarar y sentí culpa en él, abandonó la habitación sin darle la oportunidad de seguir la charla, apreté mis dientes y una lágrima bajo, dejé que aquella lágrima bajará por mi rostro y murió en la comisura de mi labio. 'No me gustas' retumbaba en mi mente. Me quedé quizá por dos minutos más inmóvil en la posición en la que él me dejó, luego fui a la mesa y vi mi copa, cerré mis ojos con fuerza y brotaron unas cuantas lágrimas más.



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En el texto hay: vampiros, lobos, brujas

Editado: 28.07.2020

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