-¿Me dices por fin que sucede entre mi hermano y tú?
-Nada. Es él ahí de nefasto - agrega cuando vio la mirada que le está lanzando.
-¿De verdad?
-Sí, ¿qué más debería ser?
Vio acercarse a la persona indeseada, por lo que dijo:
-Ahí viene tu mamá, me escapo - se agachó y se fue.
-Hey - lo saludo Flavio desde la puerta.
-Hola - le devolvió el saludo, separando la mirada del monitor.
-¿Vamos al bar esta noche? Tienen planeada una noche - lo pregunto con una expresión que los dos llevaron de adolescentes cuando planeaban travesuras.
Devolviéndole la mirada traviesa, asiente con la cabeza.
-¿Qué quieres ahora?
-Que vengas conmigo.
-Siempre lo quieres.
Sabiendo que es una batalla que no ganara, lo siguió resignada.
-¿Qué hacemos aquí? - lo pregunto, cuando entraron en un bar lleno.
Sin contestarle la condujo hacia un hombre.
-Hombre - lo saludo entusiasta el amigo. - ¿Y ella? - lo escucho, preguntar.
-Y ella no quiere estar aquí - respondió en lugar de Óscar.
Ignorando su comentario como siempre, la pregunto:
-¿Qué quieres tomar?
-Quiero ir a mi casa - le respondió.
De nuevo la ignoro y le entrego el vaso unos minutos después.
-Soy Flavio, su mejor amigo - se presentó el hombre, señalado a Óscar y extendiéndole la mano.
-Y yo no quiero estar aquí - dijo, apretándole la mano.
-Ingrid - la reprendió Óscar.
Mirando a su alrededor y no teniendo de otra, se resignó con tener que quedarse.
-Vamos a bailar - le dijo y la jalo a la pista, ignorando su sorpresa y que estaba tomando un trago.
Cansada de ser su obediente muñeca, decidió servirle su propio chocolate.
Con el ritmo de Rombai y Marama "Noche loca" comenzó bailar pegándose a él en movimientos sensuales, queriendo volverlo loco y que de esa manera la deja en paz.
En cambio, él le puso la mano en la cadera.
Movimientos subieron y después de que subió la mano a su hombro mientras bailo, chocó sus labios. El beso los hizo olvidar todo y todos, pegando sus cuerpos y dando la bienvenida a sus bocas, que como las manos estaban en movimiento.
Recuperando la cordura, lo alejo con un empujón y después de estar mirándose unos segundos, abandono el bar corriendo. Dejándolo ahí, sorprendido y sin comprender nada.
Mientras se alejaba, sus ojos se llenaron de lágrimas, las que comenzaron caer antes de que pudo llegar a casa. Al llegar, correo a encerrarse en su cuarto y llora en la cama diciendo:
-Esto es tu culpa. Tú eres el culpable.