Logrando calmar sus náuseas, Ingrid se preparó para un nuevo día laboral.
Estaba a punto de entrar en la caja cuando la detuvo la voz llamándola:
-¿Eres tú Ingrid?
-Depende a quien le interesa - contesto.
-Sí. Sí, eres tú. Tía Sandra, te describió muy bien - dijo deteniéndose muy cerca de ella.
-Así que ella te mandó. Muy bien, escuchamos.
-Tú a mí no me conoces, por eso te informaré. Soy Haite, chica del mundo y con la que Óscar tiene mucho más en común que con una billetera sin clase ni educación - dijo, repasándola con la mirada.
A las palabras de Haite ella quedó intacta.
-Puede que ahora te sientes muy solo porque Óscar va en contra de todos por ti, pero se le pasará. En fin, el verano está por terminar y tu tiempo también, porque serás solamente eso, una aventura de verano.
Repasándola de nuevo continuo:
-Las como tú no dan para más para un hombre como Óscar.
-¿A si? ¿Y qué hombre es Óscar?
-Uno que espira a más, alguien que vive en capitales, de buena familia y con carrera y futuro promitente. Y no alguien que se quedó atascado en el tiempo - dijo, mirando el cine. - Se aburrirá muy pronto de ti.
Satisfecha con su discurso, se fue. Ingrid se quedó viéndola, abrazada a sí misma.
Usando su tiempo de almuerzo, se dirigió al hotel para que pongan los últimos acuerdos sobre la boda.
Al llegar frente a la oficina de Óscar, encontró la puerta abierta, por lo que se adentró.
Deteniéndose en la entrada. Porque la tal Haite, de esta mañana, estaba ahí.
-Puedo decir que me gusta mucho el hotel - le estaba diciendo. - Ahora me podrías llevar a comer - le dijo cuando no recibió palabra en su oración anterior.
-Para que me lleves a conocer otros servicios que ofrecen - dijo en voz sensual, frotándole los hombros.
-Um, sí. Diré a mama que te lleve - dijo Óscar, centrado en su trabajo, apenas prestandole atencion.
-No, hazlo tú - dijo, sentándose descaradamente sobre él.
No queriendo ver más o llevar la conversación que iniciaría si hiciera su presencia notar, se marchó.
Por el resto del día, lo que vio y las palabras de esa, no la dejaron. Estaban rodando su cabeza y, ahora, media hora al cierre.
Estaba ayudando a limpiar una de las salas, tirando la basura. Lo estaba haciendo como un robot porque su mente estaba en otro lado.
-¿Estás bien? - la devolvió la pregunta de Petar.
-Sí - le contestó cortamente, continuando.
-No me parece, estás perdida. Tú no eres mi Ingrid.
-¿Y eso qué significa?—preguntó, deteniendo su labor.
-Que ella siempre estaba presente, más calmada. Puede y calculadora, que siempre se pensaba muy bien si algo le conviene o no y esa no eres tú - le dijo, tomándola de las manos.
De lo que no eran conscientes es que la historia se repitió y ahora es Óscar, él que lo estaba viendo todo desde la puerta.
Aclarando la garganta, llamo la atención:
-¿Interrumpo?
-Óscar - dijo Ingrid, liberando sus manos de las del tipo vestido como vigilante del cine.
-Diría que sí - respondió ese.
-Termino y seré libre para irme - le dijo, ignorando las palabras de su compañero.
Llegando hacia ella la abrazo con una mano por la cintura.
-Aquí te espero, amor - dijo sin dejar de mirar al hombre enfrente para después sellar sus palabras con un beso sobre los labios de ella.
Ella se alejó para terminar de hacer lo que tenía y él se quedó en silencio en un duelo de miradas con el tipo que tenía de frente.
-Listo - dijo Ingrid, volviéndo a su lado. - Nos vemos, Petar - se despidió del tipo y fue hacia la puerta.
Mientras que él siguió en su silenciosa rivalidad con ese de nombre Petar.
-Óscar - lo llamó cuando se dio cuenta de que no estaba a su lado.
-Voy, prometida mía - dijo para dejarle claro a ese de quién es.
Ambos estaban sumidos en sus pensamientos mientras caminaban uno a lado del otro.
Ella en la visita de Haite y lo que vio en la oficina y él no pudo olvidar cómo veía ese tipo a su prometida...