-A ti te estaba esperando - al salir de la casa eacuchó decir a Sandra.
Con suspiro, ella preguntó:
-¿Qué quiere, señora?
-Solo para informante de que precisamente en este momento la relación de Klarrisa con ese empleado se terminó.
Ella se quedó inmune a las palabras, a pesar de que dentro de ella se era una batalla: sorpresa e incredulidad porque sabe las intenciones de señora.
-Asi como termine con esa relación haré todo para que mi hijo se olvide de ti.
-Debe quedarte claro de que yo no descanso hasta lograr mis propósitos y así como logre sepáralas de mi familia una vez ahora lo haré de nuevo.
-¿Usted sabe que apenas confeso su "crimen"? - la pregunto, haciendo comías. - ¿Qué la hace pensar que no voy a correr a contárselo a Klarrisa?
-No te conviene - dijo, acercándosele. - No, si no quieres que toda la ciudad se entera de lo de tu mamá.
-Creo que eso le va más afectar a usted que a nosotras.
-Te equivocas, niña estúpida. Porque frente a todos yo quedare como la pobre esposa engañada, mientras que ustedes no podrán salir de la vergüenza al ser acusadas de quererme robar mi familia.
-Mejor quítate de mi camino y todos regresamos a vivir en paz y harmonía.
-O mejor dicho infelicidad, porque eso es lo que su familia siente. Óscar se le escapó a la ciudad, su esposo vive en el trabajo y Klarrisa se volvió sumisa por mantener la paz de la casa.
-¡Estúpida! - la ofendida Sandra, saco su ira pegándole una bofetada. - ¿Cómo te atreves?
Gracias al estar frente la puerta de la casa el impacto de la cachetada no la mando al piso. Pero el dolor se esparció por su mejilla hasta los oídos, haciéndola mover la mandíbula con la palma sobre la mejilla atacada.
-Usted está de verdad mal - le dijo cuando se recuperó del impacto.
-¡¿Ingrid, estás bien?! - pregunto con procupación Petar que al presenciar el ataque desde lejos vino corriendo.
-Si, no te preocupes - contesto, apoyándose a su mano.
A pesar de que no permitía ver el efecto que el golpe tuvo en ella, perdió las fuerzas que vinieron con el miedo por el bebe.
-Señora, le exijo que se largue. No se puede comportar de esta manera -le dijo Petar.
-Mira, que aquí tienes alguien de tu tamaño - dijo Sandra, mirándola y con la mano enseñando a Petar, sonriendo.
Después se dio la vuelta y se fue.
-Qué vieja tan... - dijo Petar mirándola, marcharse. - Como se puede ver que el dinero no los hace. ¿Qué tiene contigo? - pregunto, volteando a verla.
-Larga historia, cortamente mi futuro - dijo, levantando la mano izquierda.
-¿No hablas en serio? - pregunto incrédulo. - ¿No me vas a decir que esa es tu suegra?
-Mamá de Óscar, sí.
-La tipa acaba de pegarte.
-Estoy consciente.
-Eso es maltrato, ¿Lo sabes?
-No pensamos vivir con ella si eso te preocupa.
-Me preocupas tú y es obvio que esa no va a parar.
-Lo sé - dijo y a pesar de que intentaba mantenerse fuerte, lágrimas se le salieron.
Sin hablar, la abrazo con afecto y pena en los ojos. Ella se consoló en sus brazos...
De otro lado de la calle como hacía en el principio Óscar los vio abrazados.
-Apártate de ella - le dijo al ponerse a lado de ellos.
-Óscar - dijo, sorprendida Ingrid, apartandose.
Él que tendria que apartarse eres tu, que le estas haciendo daño.
-No te atrevas - dijo, enojado y agarrándolo por la camisa que llevaba.
-Óscar, déjalo - dijo Ingrid, poniendo las palmas sobre los brazos de él.
-Lo que debería hacer es meterle en la cabeza de que eres mía para que te deje en paz.
-No estaba haciendo nada malo - Ingrid lo defendió.
-Mientras te esoy perdiendo todo es malo - contestó.
-Vamos adentro, por favor. Vamos a hablar.
-Déjalo - fue lo último que dijo antes de abrir la puerta.
-Petar, gracias - le agradeció Ingrid - y perdón.
Mientras él entraba, soltando el bufido.
-¿Por qué debes estar así? - lo preguntó.
-Me invade el miedo de que te voy a perder y me pongo celoso cuando veo a cualquiera a tu lado - respondió, explicándose.
-No veo por qué, estamos juntos, estamos por casarnos y tenemos un bebe - dijo enseñando hacia su estómago.
-Eso no detuvo a tu papá - comento él, cabizbajo.
Evitando ver el dolor que paso por sus ojos.
-Está bien. Puede que tienes razón.
Él levantó la vista a la de ella.
-Será lo mejor que pongamos un fin a todo esto. En fin esto no era nada más que una locura.
-¿Qué dices?
-¡Qué se termino! Que ya no habrá boda, ni el compromiso ni nada, estamos terminados.
-¿Te oyes?
-Sí, me oigo muy bien. Estoy cansada y en fin tu mamá tiene razón, esa Haite se ve mucho mejor a tu lado que yo en mi vida podría.
-¿Qué dices? ¿Qué tiene Haite que ver en esto? ¿Y cómo sabes de ella?
-¡Ooo! No te preocupes que tu mamá y ella se encargaron de eso.
Él siguió confundido, mientras la miraba decidida.
-No puedes hablar en serio, sola has nombrado todo lo que nos espera.
-Nos esperaba, pasado, sucede - concluyó, encogiéndose de hombros.
-Ahora sal, que sabes dónde está la puerta.
-Está bien, si eso quieres, esto es el fin - dijo, moviendo la mano a la mitad del aire, cortando.
Salió por la puerta enojado y el sentimiento no lo abandonó hasta que no llegó a la casa.