Twilight frente a la oscura marcha marcial - Pt 01 | Fanfic

La llegada de la medianoche II

El Tártaro, una hora antes del día del "Festival de las Dos Hermanas".

Ubicada en una de las regiones más hostiles de Equestria, esta infame prisión alberga a los monstruos y criminales más peligrosos de la historia del reino. Considerada la prisión más importante y segura, el Tártaro consiste en una vasta red de bóvedas subterráneas divididas en múltiples niveles y subcámaras, todas situadas bajo una oscura cadena montañosa de origen volcánico. Como gran prisión, solo cuenta con un acceso al exterior: una enorme y gruesa puerta doble de metal, sellada con magia, que actúa como una barrera infranqueable para mantener cautivos a sus prisioneros.

Más allá de esta puerta, un páramo desolado, de clima impredecible, se extiende por kilómetros, otorgando al paisaje un aspecto sombrío, pocas veces visto en esas tierras.

Con estas características, es fácil entender por qué los ponis evitan acercarse a este lugar, que se convierte en motivo de recelo siempre que se menciona en una conversación.

"...¡escapar de allí es imposible!", "...¡Es un foso de oscuridad y maldad!", "...un amigo se perdio en ese lugar ¡Fue horrible!"

Tales eran los rumores y temores que el Tártaro inspiraba; su nombre se había convertido en sinónimo de "sufrimiento inimaginable" para la mayoría de los ponis. Aunque algunos comprendían que solo se trataba de una prisión fuertemente vigilada y no veían razón para temerla, eran pocos los que pensaban así; la mayoría estaba muy convencida de lo contrario.

No obstante, más allá del misticismo y el temor que rodeaban a esta prisión, había un peligro latente muy real en ese lugar.

Sus prisioneros, cuyos nombres aparecían en cuentos de brujas y leyendas, eran reales. Y se podía agradecer que estuvieran sufriendo un tortuoso encierro en aquel sitio, en lugar de estar libres en el exterior, haciendo sufrir a otros con sus "maldades".

Precisamente en ese momento del día, en un rincón oculto de la prisión, un caso especial de "sufrimiento" estaba ocurriendo.

Balor de Cunabula, miembro de los Caballeros del Orden y portadora del elemento de la Magia, supuesta prisionera del Tártaro, soportaba a duras penas una incómoda e inusual “tortura”.

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En una habitación inundada por nebulosa banalidad...

"...créeme, querida, te imaginarás el escándalo que causó Morron cuando se enteró que Raimi ya me había propuesto matrimonio ese mismo día. Claro que YO no había aceptado su propuesta y tenía que habérselo dicho. Pero verlo con las plumas al rojo vivo fue todo un DELEITE," habló una voz entre chapoteos.

"Vaya que la tienes fácil. Déjame adivinar qué sucedió después. ¿Se batieron en un duelo a muerte?" preguntó otra voz.

"Como si tuvieran la cresta para hacerlo. Ambos se desafiaron en una competencia de canto," respondió la primera voz.

Las risas llenaron la habitación.

Esta era una habitación que no debería existir en aquel lugar. Tenía velas aromáticas colgando del techo como candelabros. En las paredes se mostraban hermosos relieves coloridos que se asemejaban a las olas del mar. Tres estanques de agua estaban espaciados irregularmente en el piso con escalones de piedra para facilitar el acceso. Incluso había un tobogán que conducía a la piscina más grande.

Todo el lugar tenía la apariencia de ser una casa de lujo SPA. Y de hecho, había sido construido con este objetivo.

Morrigan y Ceridwen (también Caballeros del Orden) se encontraban charlando en el estanque más grande. Habían comenzado su baño hacía menos de una hora. Pero para Balor, que se encontraba en el estanque más pequeño, le habían parecido días de charla insulsa. Momentos como este hacían que la Draco Dragon lamentara haber tenido que liberar a sus compañeros. Por supuesto, esta era una queja infantil y no podía compartirla con nadie más. Sin embargo, ella realmente deseaba que ese par de aves chismosas terminaran ya su baño y se fueran.

Sumergida hasta la nariz en el agua, Balor apretó la mandíbula para no suspirar. Solo tendría que esperar hasta que aquellas dos terminaran, así podría continuar con su baño de purificación en paz.

"...bueno, al final mi padre terminó por rechazar a mis pretendientes. Eso me ahorró tener que hacerlo por mí misma. Aunque me sentí mal por Morron," dijo Morrigan mientras se disponía a tomar uvas de una canasta.

"¿De veras?" respondió inquisitiva Ceridwen, que había terminado de pulir las escamas de su cola.

"Uhmm... No."

Más risas llenaron la habitación. Ceridwen notó cómo su compañera Draco Dragon hacía burbujas de hastío en su estanque.

"Vaya, vaya, parece que el jabón floral realmente no sirve para limpiar el mal carácter. ¿Acaso interrumpimos tu baño de purificación, querida amiga?"

"Sí, así es," respondió una malhumorada Balor.

Ambas, Morrigan y Ceridwen, se miraron confundidas.

"Pensé que realizabas tu baño de purificación en tu propia habitación" Pregunto Morrigan.

"Cierto. Pero hoy tuve la idea de probar el SPA. Después de todo, yo misma fui quien lo creo."

Ceridwen frunció el ceño.

"A ti nunca se te dan ideas tan a la ligera. ¿Sucedió algo?" Ceridwen pregunto seriamente.

"Nada que pueda decirles"

"Si tiene que ver con Danu entonces no tienes que decírnoslo. Ya sabemos que te pidió que nos vigilaras."

"Puff" Balor resoplo. "El solo se preocupa por nosotros. Deberías ser más comprensiva con los sentimientos de nuestro líder querida Morrigan"

Ceridwen se rio del sarcasmo de su amiga.

"Tengo una clara comprensión de lo que siente por nosotros. Sin embargo. ¿Porque lo defiendes?" Pregunto Morrigan.

"¿Eso hago?" respondio Balor indiferente

"Si. Como cuando defendiste su ridículo plan de tres años para derrotar a la princesa poni y sus aliados. Tú sabes que bastaría uno de nosotros para acabar con ella en menos de cinco minutos." Hablo Morrigan con un velado tinte de desprecio y arrogancia en sus palabras.




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