El viejo tren de la amistad I

Era un día soleado y radiante en Ponyville, un encantador pueblo habitado por diversas criaturas mágicas: pegasos, unicornios y ponis terrestres. Aunque a simple vista sus habitantes se movían como de costumbre a esa hora del mediodía, este era un día especial, pues se celebraba el tan esperado "Festival de las Dos Hermanas". En las casas y en las calles, el ambiente estaba lleno de entusiasmo y alegría, típicos de esta célebre fecha. Aunque en otros tiempos se conocía como la "Celebración del Sol de Verano", el sentimiento que despertaba en el corazón de los ponis era el mismo.

Nadie lo sentía con más certeza que Pinkie Pie, quien, con su característico trote ágil y lleno de energía, se dirigía a toda prisa hacia la estación de tren.

"¡Ve con cuidado, Pinkie Pie, no vayas a dejar caer tu buen ánimo!", le dijo alegremente Matilda, quien paseaba junto a su esposo, Gruñón, al lado del camino.

"¡Eso nunca, Matilda! Pero si no me doy prisa, perderé el tren de la puntualidad. ¡YIIIEP!" Con un corto relincho, Pinkie Pie aceleró aún más, dejando atrás a la pareja.

No era broma: estaba atrasada, y fallar una promesa que llevaba su propio nombre era lo último que tenía pensado hacer ese día.

Tan rápido como sus patas se lo permitieron, Pinkie Pie irrumpió en la estación como una ráfaga rosa. Fue recibida de inmediato; no había fila, ya que todos estaban a bordo, esperando la partida.

Al ingresar, se topó con su último obstáculo: una multitud de ponis de todos los tamaños y colores. Con su habitual energía, Pinkie Pie se abrió paso entre amigos y caras conocidas, lanzando saludos alegres a cada poni que reconocía. Finalmente, algo jadeante por su propia efusividad, llegó frente a la puerta de su destino: el vagón especial reservado exclusivamente para los viajeros importantes.

Respiró hondo, esbozó su sonrisa más amplia y abrió la puerta de un golpe. Al instante, el familiar interior del vagón se desplegó ante sus ojos, revelando a sus amigas esperándola. Ahí estaban Applejack, Rarity y…

Fluttershy, quien al verla le dedicó una suave sonrisa. "Hola, Pinkie..."

Eso fue todo lo que Pinkie necesitaba. Sin esperar un segundo más, dio un salto y se lanzó hacia su amiga en un efusivo abrazo.

"¡FLUTTERSHY, TE HE EXTRAÑADO TANTO!" exclamó Pinkie entre sollozos y lágrimas, apretando a Fluttershy con una fuerza desbordante.

"Ya, ya, Pinkie… ¡Ughh!" intentó responder Fluttershy, sintiendo cómo el abrazo intenso de Pinkie casi la dejaba sin aire.

"¡Toda una temporada en Monte Aris fue demasiado! ¡Sé que los bebés delfines te necesitaban, pero aquí también te necesitábamos!" continuó Pinkie, derramando aún más lágrimas mientras la apretaba con un entusiasmo que amenazaba con estrujarle los costados.

"Lo siento, de verdad... lo siento… ¡Ughh!" gimió Fluttershy, notando cómo su amiga intensificaba el abrazo hasta hacerle cambiar de color.

Applejack y Rarity observaban la escena con sonrisas cómplices. Fluttershy era la penúltima en llegar, y las tres amigas ya se habían reunido en la estación esa misma mañana. Sin embargo, poco antes de su llegada, Pinkie Pie había salido disparada sin dar explicaciones.

"Bueno, ahora solo falta Rainbow Dash y estaremos todas", comentó Applejack, relajada.

"¡¿Esperen?! ¿Rainbow aún no ha llegado?" exclamó Pinkie, soltando de golpe a una muy apretujada Fluttershy, quien tomó una bocanada de aire en cuanto fue liberada.

"Nop", respondió Applejack.

"¿Le habrá pasado algo?" preguntó Pinkie, su expresión cambiando a una preocupación genuina.

"No lo creo. Ella es—" comenzó Applejack.

"¡Podría haber tenido un accidente! ¡Podría haber perdido la memoria! ¡Podría haberse caído en una tormenta! ¡Podría estar atrapada en otro mundo! ¡Podría—!"

"O... simplemente podría llegar tarde," intervino Rarity con suavidad, intentando calmarla. "No tienes por qué angustiarte tanto, querida. Verás, Rainbow Dash le dejó una nota a Fluttershy de camino a la estación."

"¿Eh?" Pinkie ladeó la cabeza, parpadeando con desconcierto. Su estado de ánimo cambió rápidamente de la preocupación a la confusión, y no era la única.

"A mí también me pareció raro, Pinkie. Rainbow casi nunca deja notas," dijo Applejack mientras ayudaba a Fluttershy a incorporarse. Luego le extendió el arrugado pedazo de papel.

Pinkie lo desdobló rápidamente y, en la inconfundible letra descuidada de Rainbow Dash, encontró un mensaje breve: "Llego tarde".

"Uhhmmm... sospechoso," murmuró Pinkie, entrecerrando los ojos con una expresión intrigada.

"Hoy no es lo único 'sospechoso', querida," comentó Rarity, señalando las voluminosas alforjas que Pinkie había traído consigo.

Pinkie notó la mirada inquisitiva de Rarity y respondió de inmediato: "Oh... no es nada sospechoso, ¡es una sorpresa!"

"¿Así que esa fue la razón por la que saliste disparada del vagón cuando te preguntamos qué sorpresa habías preparado para Twilight?" recordó Applejack, aludiendo al momento en que Pinkie había abandonado el tren como un proyectil rosa.

"Noooo...", respondió Pinkie, algo nerviosa. "Fue porque creí que estos manuales de reglas del juego de trivia serían una lectura perfecta para nuestro viaje en tren," explicó mientras sacaba de sus alforjas varias copias voluminosas del libro Reglamento Oficial de Trivias Equestrianas, 35º Edición, entregando una a cada una de sus amigas con una gran sonrisa.

Rarity y Applejack intercambiaron una mirada suspicaz antes de rodar los ojos. Aunque todas las amigas de Twilight se reunían con ella en el día de su coronación para ayudarla a resolver problemas de amistad en el reino, también aprovechaban días festivos como este para disfrutar juntas sin preocuparse por sus responsabilidades. Por eso, habían acordado que, durante el "Festival de las Dos Hermanas," una de ellas organizaría una actividad especial dedicada a su buena amiga y princesa gobernante. La amiga elegida por sorteo tendría la misión de hacer que la reunión fuera lo más memorable y emocionante posible.