El Tártaro, poco después de la llegada de la medianoche...
Badwhiz corría apresurado por los deteriorados pasillos que llevaban a la torre de vigilancia exterior. Una orden urgente de Balor lo había instado a reunir a todos los Caballeros del Orden en la sala de guerra por un asunto de extrema importancia.
Informar a Morrigan, Ceridwen y Mannah había sido sencillo para Badwhiz, pero Taranis, que había tenido un duelo contra Danu horas antes, se encontraba inubicable.
Después de consultar con Balor, este solo le indicó que Taranis se encontraba en la torre exterior. Aunque no le habían dado más detalles de por qué Taranis se encontraba allí, Badwhiz estaba dispuesto a completar su misión sin más demora.
Al llegar al final del pasillo, Badwhiz se encontró con que la puerta del exterior se encontraba abierta de par en par. Apurado, continuó cruzando la puerta.
Afuera, iluminado por la luz de la luna, un desolado mirador sin barandillas se extendía ante él sin señales de su objetivo.
"¿Habrá salido sin permiso otra vez? ¡Justo ahora! ¡Ay, cascos! ¿Cómo le explicaré esto a Lord Balor?", exclamó preocupado Badwhiz mientras miraba el fondo del valle desde el borde del mirador.
La volcánica superficie del Tártaro se extendía hasta donde alcanzaba la vista, hileras tras hileras de fumarolas y géiseres se abrían paso entre lagos ácidos y fallas geológicas. En medio de ese infernal páramo, un sinuoso camino, que apenas podía llamarse como tal, se mostraba borroso a la distancia. Si alguien intentara huir de aquel lugar, ese camino sería la única vía de escape segura.
Claro que esto era solo cierto para aquellos que solo pudieran caminar, si uno controlara el aire, otro sería el caso...
Badwhiz estudiaba las nubes del valle intentando dar con su mentor. Taranis era un experto maestro del aire, difícilmente lo encontraría en el suelo cruzando el camino. Así que buscarlo en el cielo era lo más obvio.
Sin embargo, el engañoso vértigo de la altura comenzó a confundir la vista de Badwhiz. Quien poco a poco empezó a prestar más atención a las afiladas púas que brotaban debajo de la torre, brillando como dientes a la luz de la luna.
Badwhiz tragó saliva. Desde esa altura, una caída sería mortal. Aunque Badwhiz contaba con alas incorporadas en su armadura, carecía de los instintos de vuelo de un pegaso. El miedo al abismo comenzó a crecer dentro de él, enviando un escalofrío que subía por su columna vertebral.
"Quizás debería gritar con fuerza desde más atrás, tal vez Lord Taranis me escuche...", habló consigo mismo Badwhiz intentando convencerse de que esa era la mejor solución, cada vez más difícil de ignorar el temor que sentía de caer.
Entonces, una ráfaga de viento lo empujó desde atrás. Antes de que Badwhiz pudiera comprender lo que estaba sucediendo, el suelo bajo sus pies desapareció y por un instante se encontró ingrávido en el aire.
"¡Hee! ¡Heeeeeeeeeeeeeeeeeee!" gritó Badwhiz cayendo desde la torre, agitó sus alas en busca de impulso. Sin embargo, no era lo suficientemente rápido, y el afilado suelo de púas se acercaba rápidamente.
Pero entonces, otro viento surgió de la nada y lo elevó hacia arriba.
En lo que parecía un rebote con una colcha de aire, Badwhiz regresó de manera inesperada a la cima de la torre, justo de vuelta al borde del mirador.
"¿Qué...? ¿Cómo...?" balbuceó Badwhiz con el corazón al límite sin entender lo que había pasado.
"Niño, necesitas practicar más tu vuelo. Planear está bien, pero puedes hacer mucho más con tus alas".
Una voz habló detrás de Badwhiz, quien de inmediato se volteó. La imponente figura de una criatura que solo podría describirse como la unión entre un toro y una serpiente se hallaba frente a él. Estaba desnudo, pero eso no le quitaba el aire de guerrero que irradiaba. De hecho, la luz de la luna, sumada a las vendas rotas que cubrían su cuerpo, aumentaban aún más la sombra del campeón.
Este era a quien Badwhiz había estado buscando, Lord Taranis, caballero del orden portador del elemento del orgullo.
Badwhiz, que era incapaz de mostrar la alegría de haber completado su búsqueda, aún se encontraba sin aire y sin palabras.
"No pongas esa cara, niño. El esfuerzo valdrá la pena. Imagina el viento como si fuera tu compañera en un baile. Deja que te guíe al principio y luego tómalo a tu lado, enróllala hacia ti... deja que se adapte a tu ritmo...", continuó hablando Taranis mientras movía sinuosamente sus extremidades y cola. Se veía de muy buen humor.
"Haaa... Lord Taranis..., Lord Balor lo convoca... a la sala de guerra de inmediato... ", finalmente respondió entrecortado Badwhiz, con dificultad para respirar.
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Caminando por uno de los pasillos secretos dentro del Tártaro...
Badwhiz, acompañado del recién ubicado Taranis, se dirigía hacia la sala de guerra.
Taranis, ya ataviado con su armadura de guerrero, flexionaba sus brazos relajado. Aunque aún sentía algo de tensión en los codos, no le daba demasiada importancia. El entrenamiento con Danu había resultado tan poco productivo como siempre. No había querido participar esta vez, pero Mannah insistió mucho y Balor terminó convenciéndolo de que lo hiciera. Aunque Mannah le había pedido con vehemencia que tomara el encuentro como un duelo verdadero, Taranis no podía tomárselo así. Entrenar no era lo mismo que pelear en el campo de batalla. Del mismo modo que leer una receta de un plato de comida no era lo mismo que prepararla en la cocina.
Este último pensamiento despertó una idea en él.
"¡Hey, niño! ¿Te sientes cansado? ¿Qué tal si antes de ir con Balor vamos un momento a la cocina? Creo que Morrigan aún tiene algunos buñuelos de alma-vainilla en la despensa..."