Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

Bautismo de sangre

Mientras todos se movían por la mitad norte de la ciudad, un camión llevaba a cuatro soldados hacia el lado sur. Los del escuadrón de Sophie iban sentados en la parte de atrás, dos en cada lado, llevando sus armas apoyando la culata en el suelo. Ella en particular además llevaba a sus espaldas una radio para comunicarse con el centro de mando. No se decían ni una sola palabra y eso les hizo notar lo sumamente silencioso que estaba esta parte la ciudad. Para los hermanos Gallagher, que habían crecido en la misma, viendo siempre las calles con bastante actividad, verlos ahora vacías, sin vehículos andando, ni gente caminando o conversando, ver este escenario les resultaba extraño y hasta incómodo de presenciar. Lo único que habían eran papeles que volaban por allí, y en lo que parecía ser un restaurante, las mesas de afuera estaban todavía llenas de comidas y otros artefactos que la gente dejó al evacuar. Lo mismo para los automóviles estacionados en las veredas o abandonados en plena calle. Pero lo mas inquietante era el ruido, o mejor dicho su inexistencia. Salvo por el motor del vehículo, y el viento, no había nada allí que emitiera sonido. Eso sin contar los ruidos lejanos de disparos, indicando que ya habían combates contra los zombies. 

Iban por una de las avenidas radiales de la ciudad, que iba desde el centro de la misma hasta los muros. De ellas, distintas calles y callejones surgían entre los edificios, que a diferencia de las primeras, que seguían un orden, estas estaban totalmente desordenadas, haciendo cortes bruscos o estando bloqueadas por algún edificio. En las afueras de cada edificio estaban los tachos de basura de distintos tamaños. Alguno que otro animal, principalmente gatos, se giraban para mirarlos al pasar, y algunas palomas se alejaban. 

El viaje fue relativamente expedito, llegando a la subestación en poco tiempo. La misma ocupaba toda una "cuadra", una que tenía dos caras curvas y las otras dos no siendo paralelas, si no que cuya proyección convergían hacia el centro dela ciudad. En esta, varias estructuras grises como cajas eras acompañados por torres y bobinas, con cables yendo en distintas direcciones de forma ordenada. El vehículo se detuvo a un lado, y los soldados bajaron con sus armas. Sophie iba a la cabeza, con los demás apuntando sus armas en todas direcciones, y tratando de escuchar hasta el mas mínimo ruido. Bordearon las rejas que rodeaban el lugar y encontraron la puerta para entrar, que estaba cerrada con un candado. Sophie sacó la llave que le habían dado y la abrió, entrando en lo que parecía ser un camino de tierra demarcado hasta un edifico de un piso. Abrió la puerta sin problemas y se dirigió a los puestos de control. Revisó todas los indicadores analógicos, echó in vistazo a los multímetros conectados a ciertas partes de los circuitos, que funcionaban con baterías y los encendió. Todo marcaba normal, lo que significaba que el corte vino de otra subestación. Olfateó para ver si había olor a quemado, y nada. Sacó el auricular de su radio y llamó.

—Base, aquí Alfa 1, primera subestación revisada, no hay indicios de daños, corto.

—Alfa 1, aquí base. Entendido, proceda a la siguiente subestación, cambio.

Colgó el auricular y se acercó donde sus compañeros, quienes asintieron y regresaron al camión. En el trayecto conversaron brevemente sobre si había ocurrido algo curioso, a lo que ella respondió que nada. Al llegar al camión, subieron a la parte de atrás y le indicaron al conductor que partieran haciendo unos golpecitos con las palmas en la cabina. Encendió el vehículo y se fueron.

Yendo en dirección antihoraria como se había planeado, el vehículo fue bordeando la ciudad a buena velocidad, pues si bien no era el mas corto, si era el menos rebuscado, por lo desordenada que eran las calles concéntricas, y el conductor no quería pasar mucho tiempo en esa zona. A medida que se acercaban a la zona norte, podía empezar a escuchar disparos cada vez mas fuertes. Los cuerpos de los soldados se pusieron en alerta, apretando las armas que tenían y agudizando todavía mas los sentidos. Se acercaban a la zona de guerra. 

Y entonces, avanzando un poco mas, sintieron unos gruñidos extraños. Inmediatamente tomaron sus armas y las apuntaron, mirando hacia todas direcciones. Desde arriba, un poco mas adelante, vieron como varios zombies se asomaban por el borde superior del muro y se preparaban para lanzarse. El conductor, que no escuchó los gruñidos y no se preparó, al ver los muertos vivientes, frenó e intentó girar para  hacerse a un lado, pero perdió el control del vehículo, el cual derrapó brevemente. Intentó recuperar el control, pero lo único que consiguió fue estrellarse contra un edifico a su izquierda.

El pelotón estaba blanco y completamente nervioso cuando el camión perdió el control y cuando vieron que se iban a estrellar, instintivamente cerraron los ojos y se prepararon para el impacto, sujetándose desde las barras de apoyo de la zona de carga y colocando fuerza en las piernas. Solo Paulo y Desmond lograron resistir el impacto, los hermanos Gallagher fueron disparados hacia atrás, golpeándose con la cabina del vehículo. Sus armas no molestaron mucho pues estaban colgando del cuerpo gracias a los aditamentos de la misma. Menos de un segundo tardaron en recuperarse del golpe y al ver a los zombies acercarse hacia ellos, rápidamente los dos que aguataron tomaron sus armas y comenzaron a dispararles. A pesar de haber aprendido a usarlas, se dieron cuenta que mucho de la memoria muscular se perdió momentáneamente, y sus fusiles disparaban a cualquier dirección. No ayudaba mucho el hecho de que los muertos vivientes no caían por una bala, como si su sensibilidad no existiera. Recuperados del golpe, Sophie y Hans se unieron, costándoles apuntar y disparar. El único que si logró mantener la compostura con su pistola fue Paulo, quien logró dispararles a sus cuerpos e inclusive acertar a zonas críticas como las piernas o la cabeza. Varios cayeron incapaces de usar sus extremidades, y dos con balazos en el cráneo. Uno de ellos sí logró aguantar y trepó al camión. El soldado Berger, que estaba mas cerca, no dudó y le propinó una patada que lo derribó fuera del vehículo. Los cuatro no dudaron y se acercaron al mismo, propinando varios disparos a él y los otros derribados, acabando finalmente con ellos. 




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