Desmond, Hans y Sophie todavía estaban recuperándose del impacto de lo que acababa de pasar. Tanto fue así que no se dieron cuenta que los golpes fueron bajando de intensidad. La joven fue la primera en reaccionar, soltando su arma y terminando de mirar a su alrededor. La habitación estaba pintada de color durazno, a su lado derecho estaba el panel de control, y detrás una compuerta de metal del mismo color de la pared. Se dirigió hacia el panel y comenzó a trabajar, revisando los medidores y recordando las instrucciones que le habían dado. No podía bajar las barras electrificadas, así que solo quedaba desconectarlas del sistema para evitar que estas siguiesen sobrecargándola, sea cual sea el origen de esta.
Terminado esto, sin embargo, antes de salir, se dirigió a las a la gran compuerta que estaba allí y fue a revisarla, pidiéndole a sus acompañantes que le ayudaran en esto. La abrieron y apareció ante ellos varios manojos de cables que iban en horizontal. Ella se acercó y empezó a observarlos. Ambos pudieron notar como su cara ponía una mueca cada vez mas marcada de sorpresa y asco.
—¡¿Pero qué hicieron con estos cables?! —exclamó de repente, lo que les hizo sobresaltar, para luego agarrar un manojo y sacarlo un poco para el exterior.
—Aquí los cables están desgastados, no tienen aislación o están reparados con cinta de muy mala forma —explicó. Desmond y Hans pudieron ver claramente todo lo que les decía. Soltó el cableado y revisó otros —. Fluidos derramados, quizás agua de lluvia filtrada... ¿y de dónde salieron estas virutas de metal?
—Sophie —interrumpió su hermano —, quizás no sepa mucho sobre ingeniería eléctrica, pero, ¿eso que mencionas es algo muy malo?
—Es mas que muy malo —contestó con un tono claramente molesto, recordando la cerradura tapada con un alambre —. La mantención es un jodido desastre. ¿Qué se supone que hacen las personas a cargo?
Pero ya tendría tiempo de pensar en aquello. Volvieron a cerrar la compuerta. Lograron encontrar el problema, ahora solo deben enviar un mensaje al alcalde para que vuelvan a reestablecer la corriente por toda la ciudad. Pero tenían un contratiempo. ¿Abrirían la puerta? Habían zombies al otro lado. ¿Cuántos? ¿Era seguro? ¿Su compañeros regresarían cuando se libraran de sus perseguidores?
Y entonces, sonaron varios disparos. Seguidamente, pisadas de personas que se movían parecían venir de la izquierda. ¿Eran ellos? Surgieron voces que ellos no conocían.
—¡Todos, muévanse rápido, que tenemos que asegurar la puerta aprovechando que la electricidad está caída!
—Señor, esta puerta tiene una llave puesta. ¿La habrán dejado aquí por accidente?
—Ábrela, a fin de cuentas, tenemos que despejar toda la ciudad de zombies.
Este diálogo les llenó de una felicidad repentina. Entendieron inmediatamente quienes eran ellos. Escucharon un "click" y la puerta se abrió. Al otro lado aparecieron dos soldados con uniformes verdes, terciado y un águila azul en una banda blanca al brazo.
—¡Reclutas! —exclamó el que venía al frente —. ¿Qué está pasando aquí?
Sophie contesto con emoción en su voz. En los tres la idea estaba calando fuertemente. "Refuerzos. Han venido a ayudarnos. Lo logramos".
—Excelente. Ahora salgan y vayan a entregar el mensaje de que el sistema está listo. Ya está atardeciendo y necesitaremos luz para la noche.
Hans fue el primero en salir corriendo a toda velocidad, encontrando varios soldados vestidos de igual manera que los otros. Fue a su derecha y subió la escalera que estaba en la pared para ver desde arriba todo. Desmond y Sophie le siguieron, encontrándolo mirando hacia el exterior del muro. Todo alrededor de la ciudad era un valle interrumpido cada cierto tiempo por ruinas de lo que quedaba de una antigua población que existía antes de la aparición del Virus Exánime, y que fue abandonada y nunca repoblada. Según sabían, Craco fue construida sobre una pequeña colina que ahora prácticamente no se nota, en medio de un valle cuyas montañas de media altura eran café aderezadas con arbustos o árboles verdes, siendo las mas altas las que estaban al oeste, donde ahora el sol estaba empezando a ponerse. La planicie que rodeaba la ciudad se había llenado de camiones y soldados Rangers, los cuales habían desplegado escaleras que usaban para escalar el muro, por encima de vallas, cayendo con cierto estrépito al suelo para luego ponerse de pie, reunirse con sus pelotones y bajar a las calles.
Estando aquí, Sophie tomó su auricular y llamó, apenas conteniendo la emoción.
—Base, aquí Alfa 1, vallas eléctricas desconectadas, misión cumplida —hizo una pausa y con cierto orgullo concluyó—. Pueden volver a reestablecer la corriente de la ciudad.
La noticia del éxito de la misión hizo que todos en las oficinas administrativas del edificio central saltaran de alegría, y por si esto no fuera suficiente, otro mensaje no tardó en llegar por radio.
—Soy el Comandante Villanelo Arlegui. Hemos escuchado sus llamadas de auxilio y hemos venido. Estamos entrando por los muros para empezar a despejar la ciudad, cambio.
Muchos se abrazaban, y hasta lloraban. El Comandante Thomas Model no paraba de gritar "¡Bien!" acompañándolo de algún improperio en señal de felicidad. El alcalde simplemente suspiró y se echó en la silla, soltando toda la emoción que tenía, dando la orden para reestablecer la corriente por parlantes. Seguidamente se dio vuelta y contempló por la gran ventana de su oficina la ciudad que se abría a sus pies.
La noticia de los refuerzos también llegó a los soldados que defendían la ciudad. La algarabía tampoco se hizo esperar, aunque los oficiales y sargentos a cargo trataron de controlarlos, diciendo que siguieran con los ojos abiertos y que esto no terminaba hasta que el último zombie fuera eliminado. Incluso hubo algunos que fueron a mas y tomaron a algunos hombres para salir del cordón de defensa y adentrarse en las cuadras mas externas para ayudar a limpiar.