Todos se fueron preparando, creando los distintos escuadrones y estos agrupándose según correspondiera. A pesar de eso, hubo una extraña excepción. Manuel les dijo que les iba a acompañar una soldado que trabajaba en solitario.
—Se llama Phoolan Dakini, y es una francotiradora que trabaja en solitario —decía mientras ella estaba de pie, con su pelo negro largo y sarape rojo al cuello —. No los va a seguir hasta West Oakland, si no que se detendrá en la estación del Lago Merrit para unirse a los focos de resistencia que siguen luchando en el centro.
Lo que les llamó la atención es que su definición de "solitaria" también aplicó al viaje, porque ella avanzó sola, sin estar unida a ningún grupo, ni siquiera a uno de Fruitvale. Algunos les dio igual, pero otros, como Asama, no paraban de poner el ojo en ella cada cierto tiempo.
La marcha fue por una antigua avenida principal, que pasaba al sur de la plaza de la feria e iba hacia el noroeste. Al salir de Fruitvale, una gran cantidad de gente reunió para despedirlos, estando ya sea en las veredas o sobre las ruinas, deseándoles lo mejor, que regresaran sanos y salvos, y que mataran a una buena cantidad de sanfranciscanos. Desmond iba sacando fotos de este momento. Cuando la marcha se alejó y los civiles se dispersaron, nadie se percató que los dos niños que siguieron a los soldados, yendo a través de las cuadras con edificios abandonados para que no los vieran.
Durante la marcha, los grupos solo conversaban entre sus miembros, y muy rara vez se mezclaban. "En caso de ataque aéreo, ir lo mas dispersos reducirá las bajas y los daños", había dicho el oficial Manuel cuando todos se estaban preparando para salir. En uno de esos grupos venía el cura Collins, quien parecía incómodo con la situación. En su grupo venía además Alexis, quien se había ofrecido para ir con su grupo. Y en parte sabía por qué. Había cierta confianza entre ambos, por distintas razones. El mismo Pierre tenía razones para agradecerle en ese momento.
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La joven no entendía por qué Pierre Collins no quería tomar las armas. Había visto todo lo que pasaba en Oakland y mas allá. Y aunque no podía decir que se hacía el tonto, porque allí estaba para atender y ayudar cuando la situación estuviera muy jodida, especialmente dando apoyo emocional a las víctimas, el hecho de que no haya decidido tomar las armas para ayudar en la defensa y acabar con unos cuantos citadinos le tenía tanto a ella como a otros intrigados y hasta molestos.
Por eso al escuchar a Mille, pensó que a lo mejor él podría convencerlo. La conversación se llevó a cabo dentro de la parroquia, aprovechando que no había nadie en ese momento. Tras una conversación alegre y agradecimiento, empezaron con temas triviales y lentamente pasaron a temas mas serios hasta llegar al tema en cuestión. La forma en que las caras alegres y relajadas pasaron a mas series y tensas fue notable para Alexis, quien estaba allí en un rincón escuchando todo.
—Guarda tu espada, porque al que mata con espada, con espada lo matarán —dijo el párroco en un punto.
—¿No sabes que yo puedo pedirle ayuda a mi Padre, y que de inmediato me enviaría todo un ejército de ángeles para defenderme? —contestó él, frase que sorprendió al sacerdote, porque era el versículo que seguía al que había dicho —. No me cite la Biblia padre, yo la he leído también. ¿Y dónde está Dios con sus ejércitos para defendernos? No podemos esperar a que Dios haga todo el trabajo.
Las miradas de ambos se cruzaron en una confrontación silenciosa.
—Padre —continuó el soldado Collines —, usted es de los clérigos que no se queda encerrado en lugares opulentos, es de los que va a donde hay necesidad a ayudar, y le respeto por eso. Por eso debe dar el siguiente paso en ayudar a esa gente.
—Dar ese paso implicaría cruzar la línea que no debe ser cruzada —contestó convencido —. Y no me vengas con cosas. Por mucho que soldados y revolucionarios digan que tengan estándares, siempre terminan cruzando sus propias líneas en algún punto.
—Si en el pasado la gente pensara como usted, ¿habría habido independencia de Estados Unidos y de otros países del continente americano? ¿Habría terminado la esclavitud? ¿Sabe usted lo que pasó en el Siglo XX cuando Europa eligió el apaciguamiento para con Adolf Hitler?
—También en el pasado era normal que un niño de diez años tomara un arma y lo enviaran a pelear al frente por la Causa, el Bien Mayor, y lo trataban de héroe. En varios de los casos que usted menciona eso pasó. E irónicamente en las sociedades justo antes del virus exánime eso era considerado un anatema por la gente decente. ¿Solo porque lo hicieron en el pasado y les funcionó debemos repetirlo?
—Está confundido. Nosotros no marcamos las líneas, son ellos, nuestros enemigos, los opresores y abusadores los que las marcan y nosotros solo reaccionamos a ellas. Lo que hacemos nosotros es borrarlas, y no es nuestro problema que otros interpreten ese intento de borrado como marcar nuestra propia línea. Si tuvieron que recurrir a niños soldados no fue culpa de los oprimidos, si no de los opresores por empujarles a llegar a eso.
Tras mucha tensión, pereciera que ambos se empezaron a relajar. Mille dijo una última cosa.
—Se cuenta que durante la Guerra de Independencia, un reverendo que pasaba por la misma disyuntiva de usted, terminó uniéndose al Ejército Continental, diciendo lo siguiente. "Un pastor debe cuidar su rebaño y, a veces, luchar contra los lobos".
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—Padre Collins, gracias por acompañarnos —comentó la joven Sorenson.
—Gracias Alexis —le respondió —. Aunque no se si estaré a la altura.
—Mientras esté allí, será suficiente para todos, y especialmente para mi, por... eso.
—Lo entiendo, y haré lo mejor —dijo para luego llevar sus dedos a la boca y hacer como si la estuviera cerrando con una cremallera. Ella rio guiñando un ojo.