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El viaje fue largo por la carretera, con el chófer Pedro tuvimos que buscar un hotel en el mapa digital para refugiarnos y escapar de esta tormenta.
Mientras, en el camino, antes de cruzar el puente que nos llevaría al Hotel Dulce, vi a un chico corriendo bajo el diluvio entre el monte que nos rodeaba. Entonces le avisé a mi amigo:
— Pedro, oye, ¿Viste eso?
— ¿Qué?
— Allá. Parece alguien escapando de algo.
Ibamos con la marcha lento por la calle resbalosa, así que Pedro miró hacia donde yo le señalaba con el dedo, pero negó con la cabeza al verlo.
Quedé preocupada por eso.
Faltaba 2 kilómetros para llegar a destino, pero con el golpe de un rayo cayó en un árbol y lo derribó antes nosotros en la parte delantera del taxi. Pedro se resigna a no quedar varado. Pisa el freno, marcha atrás...
— Es inútil. —Le hago notar.
Pedro blasfema e insulta exhausto y rendido.
— ¿Y ahora que? —Pregunto yo.
¿Esa es la mejor solución? ¿Correr?
Bajarnos corriendo bajo esos baldazos de agua que nos caía encima. Él me quiso tomar de una mano pero no se lo permití. Al rato tropiezo y caigo, creo que me lastimé un dedo del pie derecho.
De igual modo me levanto fingiendo que no pasa nada. Pero el dolor...
Intenté seguir sus pasos como pude, siempre corriendo. Nos adentramos en el monte como lo había hecho ese joven asustado. Lo hicimos porque al correr bajo los árboles, la lluvia no era más densa ni peligrosos los relámpagos.
Pedro gritó al señalar un punto diciendo que vio una luz lejana de una casa.
— Esto es mala idea, no, es muy mala idea... —Le grito para hacerme escuchar por las ráfagas de vientos.
— ¡¿Que?! No te oigo... Lisa, debemos reguardanos bajo techo, lo que sea... pero debemos ponernos a salvo.
— ¡Nooo! Pedro, no sabemos nada que hay por allá...
— Vamos a ir y no se discute ¿Ok?
— ...nunca me haces caso
— ¿Qué?
— Nada, nada...
— ¿Que me dijiste?
La luz de una cálido casa grande - que tenía colgado un cartel al costado en la puerta escrito hotel. - nos invitaba a entrar.
Corrimos con falta de aire y nos metimos dentro de la casa:
— Hola... ¡Hola! -Llama Pedro, tirando el bolso en una silla. — ¿Nos pueden ayudar?
Yo ni siquiera me solté de mi mochila, porque sabía que no nos quedaríamos, al menos yo. Miraba a los alrededores con susto, en todas direcciones, en todas partes y cualquier ruidito que provenía de esta casa, saltaba.
— Relajate, Lisa. -Quiso calmarme una vez que echó viztazos desde la cocina hasta la sala de estar. — No hay nadie. Podemos estar hasta que pare de llover. El dueño de este hotel quién sea no creo que nos eche a patadas con esta tempestad.
Al pensar que la casa es grande de madera vieja, de dos pisos, parece abandonada por los muebles sucios y polvorientos. Olía a rancio y... a otra cosa, olía nauseabundo.
— ¿Que esa peste? -Le pregunté a mi amigo.
— Algún animal muerto... será. -Me responde sin darle importancia.
* * * *
Fuimos juntos arriba a conocer el baño, pero nos encontramos con que en ese piso no había luz y los refusilos eran los que iluminaba el pasillo de las habitaciones cerradas.
Entramos al baño con un encendedor a mano. Pedro optó con tomar una ducha, mientras yo aproveché el momento de peinar mi cabello largo oscuro. Una vez que dejé mi cepillo dentro de la mochila, me vi una vez más por el espejo... y lo que vislumbré fue una aparición, una figura de una persona detrás de mí. Volteo inmediatamente la cabeza y no le veo, vuelvo a mirar al espejo y allí estaba él.
El corazón se acelera y me cuesta respirar al reconocer su rostro.
¡Es mi hermanastro! ¡Mi hermanito muerto!
Vestía con pantalón negro de jean, y una campera azul oscura. Él estaba encapuchado, sus ojos claros y vacíos me observa con fijación. Tal cual como lo recuerdo...
Mis labios tiembla, quería gritar de espanto y al mismo tiempo dirigirle la palabra.
Nicolás estaba ahí y al mismo tiempo no.
Sentí que me invadió un escalofrío, el aire es helado me envolvió. Él seguía ahí, quieto y yo a punto de agarrarme un ataque de asma.
Mis ojos se inundaron de lágrimas y comencé a gritar...
Pedro no salía de la ducha. Entonces ahí vi que había sangre que brotaba de la bañadera.
Comencé a correr como una loca sin desear averiguar. No miré atrás al bajar las escaleras y corrí, corrí escapando, la luna llena me iluminó...
Ahora lo veo...
Me persigue por el monte, mi hermano desaparecido.
A los lejos vi las luces de un coche que iba al mismo camino. Intento alcanzarlo, pero antes de poder hacerlo..., sin venirlo venir, tengo sangre en las manos.
{Final}
~ LIBRO COMPLETO ~
Comunicación de la autora:
Hasta ahora no me permite cambiar el estado del libro, tal vez vean que indica que está pausado o no está terminada, pero no puedo cambiar eso con el teléfono, para cambiar el estado debo hacerlo atraves de una pc lo cual todavía no tengo a mano.
Sólo quiero agradecer por leer esta mini historia a los que han llegado a este libro ¡Gracias! ♡