Últimas cinco horas

Hora 3

En este punto en mi vida no entiendo como pude ver al monstruo como un héroe. El inicio de cualquier relación suele parecerse a una luna de miel y precisamente así era como me sentía cuando lo encontré en medio de mi camino. Trató de ayudarme cuando más lo necesitaba y estuve tan agradecida con él que la única manera que encontré para pagarle todo lo que hizo por mí, era entregarle mi corazón en bandeja de plata.

Recuerdo con exactitud la tarde en que nos conocimos. Había escapado de casa hace pocos días y solo quería tener una vida fuera de la casa de mis padres, pero nada estaba resultando como lo había planeado. No tenía un trabajo estable, tampoco seguro médico y el departamento donde vivía estaba infectado de ratas y lleno de moho.

Me habían despedido de mi último trabajo y vagaba por las calles con una caja de cartón con la poca ropa que aún me quedaba. Mi departamento se había inundado y me planteaba la idea de volver con mis padres, sin embargo, ese mismo día choqué con alguien en una esquina y mis pertenencias cayeron al suelo cuando la caja se arrugó debido al choque.

Nuestro encuentro hasta podría catalogarse como el comienzo de una historia de amor dentro de una película, bueno… pues no resultó con un final feliz, es más al final hasta puede decirse que era una película de terror donde debías esconderte cada vez que escuchas los pasos del monstruo entrar por la puerta.

Sus ojos celestes me habían hipnotizado por varios segundos mientras que su mirada no se despegaba de mis labios. Era el hombre más atractivo que había visto en la vida y los tatuajes en los brazos descubiertos le hacían verse como el típico chico malo de los clichés de libros juveniles. No hizo falta ninguna palabra de mi parte cuando él ya se encontraba recogiendo las telas del piso y colocándolas de vuelta en la caja. Por dos minutos que parecían eternos nos concentramos el uno en el otro imaginando escenarios en donde teníamos una vida juntos, supongo que a ninguno de los dos se imaginó la vida que terminamos teniendo.

Su nombre me había parecido tan encantador y único que por un momento pensé que nuestro hijo debería tener ese nombre después de casarnos. Lo sé, es patético, pero jamás había sentido lo que sentía en ese momento y simplemente me dejé llevar por mi imaginación y por sus hermosos ojos azules.

Ese hombre no había perdido tiempo y después de invitarme a salir y unas cuantas citas más, habíamos decidido que sería el momento en el que viviríamos juntos. La historia de amor estaba empezando y los planes para el futuro eres nuestro tema de charla todas las mañanas durante el desayuno. Finalmente parecía que todo comenzaba a ir bien. Tenía un nuevo empleo en un bar a unas cuantas calles del departamento donde vivíamos. Servía mesas y limpiada los pisos después de que cerrara.

Durante varios meses el amor se podía sentir en el ambiente, pero teníamos que volver a la realidad y fue en ese momento que supimos que nuestros gastos se habían excedido y tendríamos que mudarnos a un lugar menos costoso si queríamos comenzar a ahorrar dinero para cuando llegue el momento de tener hijos.

Ni siquiera me importaba el lugar donde viviríamos, solo quería estar a su lado y el pequeño, pero acogedor departamento nuevo, terminó convirtiéndose en el basurero en el que me encuentro en este momento.

Mi vida había sido normal hasta que lo conocí, a partir de ese día se convirtió en la vida que toda adolescente llena de hormonas sueña tener, y después de eso todo fue en picada hasta el fondo de un pozo lleno de gritos y golpes.

Jamás pude escapar de ese pozo y ahora comprendo que nunca lo haré. Trato de recordar los momentos felices de mi vida, pero por algún motivo no puedo hacerlos. Cualquier recuerdo que llega a mi mente está acompañado por el rostro del monstruo.

Debí haber corrido tan lejos como mis piernas hubieran podido, debí haber gritado y llamado a la policía después del primer golpe, debí haber hecho tantas cosas durante mi vida que ahora solo puedo pensar en lo estúpido que fui al pensar que los príncipes azules existen en la vida real. Tampoco puedo decir que mi vida haya sido larga o intensa, porque estaría mintiendo. Solo cometí error tras error durante los últimos años. Lastimé a todas las personas que alguna vez amé y me rendí de buscar el amor verdadero con el primer hombre que me trató bien.

Desperdicié mi vida y ahora solo quisiera tener un minuto en el que pudiera levantarme y tomar el teléfono para llamar a mis padres y rogarles por su perdón. Llevo tanto tiempo reclamándome por lo que debería haber hecho, pero no hice, que siento que, en cierto momento cambié mi vida con la de alguien más.



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En el texto hay: mujer, muerte, relatocorto

Editado: 19.12.2021

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