Manos de tijera. Camilo
03 de febrero de 2021
Exhausta es la mejor palabra para describirme en este momento.
El aeropuerto más cercano al que logramos llegar Ariadna y yo por la noche fue al de Campeche debido a las condiciones climatológicas de toda la zona. A partir de ahí tuvimos un largo estilo de road-trip a Cancún donde duramos más de cinco horas.
Aunque en un inicio contactamos a las autoridades para decirles sobre el hotel Montalvo, ellos solo demostraron no hacer ni un poco por varias zonas hoteleras.
No sabía hasta qué punto tenías que comprar tu seguridad en el país como si se tratase de un impuesto extra, vaya golpe a la realidad.
Cuando por fin llegamos mi hotel Water Fountain había un revuelo sin fin entre todas las personas que iban de un lado a otro aterrados, pues lo que tanto nos temíamos Marga y unos más sucedió.
Una parte del hotel Montalvo, el recinto colindante quedó parcialmente destruido por la fuerza del huracán, sin embargo y para agradecer eternamente todos lograron ser salvaguardados en Water Fountain donde hemos estado pasando prácticamente la noche en vela, accediendo a todos los civiles que han sido atrapados por el desastre.
Cuando parecía que todo estaba calmándose por minutos llegaba Papik a dar una tremenda golpiza a lo que quedaba del hotel Montalvo y de paso asustándonos a todos.
Para este momento he dejado de contar las personas que he recibido, las recámaras que tuvimos que proteger con distintos materiales y las veces que he tenido que calmar a algún niño temeroso de los horribles truenos que resuenan por todo el lugar. Aunque lo cierto es que algunos otros lloran al ser conscientes de que han perdido todo, como las familias que tenían un pequeño lugar para vivir en ese hotel.
Hotel Montalvo.
Lidia, la abuela no respondió ninguna de mis llamadas y hasta el momento no se ha puesto en contacto nadie más. No me sorprendió en un inicio que no respondiese mis llamadas porque sé por supuesto que desde la última vez que nos vimos había sido clara diciéndome que quería mantenerse lo más alejada posible de mí como si fuera portadora de una enfermedad contagiosa.
La enfermedad de ser una mujer con la fuerza para destruir su mundo lleno de machismo, eso por lo que seguía luchando por mantener con el resto de la familia.
Hasta el momento lo único que sé por el gerente del hotel Montalvo es que la abuela no está en México desde hace un mes aproximadamente, pero el hombre no alcanzó a decirme nada más porque tuvo un ataque de nervios apenas llegó después de casi perder a uno de los trabajadores que se negaba salir de aquel espacio, así que no me queda más que esperar su comunicado si es que decide hacerlo.
Estoy agotada—demasiado—hasta el punto que mis manos parecen adormecerse al igual que yo en un pequeño sillón de la recepción, pero aún hay una latente preocupación creciendo en mi pecho a cada segundo como un presentimiento de que aún falta algo más por suceder.
Y no precisamente algo bueno.
—¿Está todo bien Loredana? —cuestiona Paloma colocando una cobija con cuidado sobre mis hombros mientras se sienta a un costado así que le sonrío alegre de verla nuevamente.
Paloma es una guerrera, una mujer que a pesar de las circunstancias a las que se enfrenta día a día reluce su sonrisa contagiosa y es la mamá de Chris, un chico de dieciséis años que es la adoración de todo Water Fountain y la mía también por supuesto.
—Sí, todo bien—miento consciente de que mi cuerpo me exige un descanso inmediato y bajar mi ritmo, pero no me atrevo a decirlo en voz alta—. ¿Ustedes cómo han pasado la noche?
—Bien—dice bajando la mirada, luce preocupada y no la culpo han sido largas horas—. Muchas gracias por venir, de corazón te lo digo. Oye por cierto desde hace tiempo hemos extrañado que vengas a pasar vacaciones con nosotros.
El comentario de Paloma no me desequilibra por completo, sé que suelo darme tiempo para cada uno de mis espacios favoritos, sin embargo, la carga de trabajo ha ido en aumento y las visitas a Cancún por largos periodos se han convertido en apenas dos veces al año.
—He tenido mucho trabajo con las nuevas aperturas de la agencia de publicidad—le explico jugando con los bordes de la cobija blanca—. Pero estaré aquí más seguido lo prometo—digo esbozando una sonrisa ladeada—. Por cierto no he visto a Chris, me ha pedido las llaves del auto porque cuando llegamos a media noche olvidó bajar algo de comida enlatada que traíamos en la cajuela ¿Sabes dónde está?
—¿Son estas las llaves que buscas? —interroga Paloma mostrándome el particular llavero de un bolígrafo enorme en color rosa.
Incluso el llavero es más grande que el conjunto de llaves, pero es la única manera de no perderlo de vista, he perdido un montón de cosas ya.
—Sí, ¿Pero sabes dónde está Chris? —cuestiono viendo como su semblante denota agobio y su silencio perdura por varios segundos—. ¿Paloma?
—No se que hacer Loredana, no sé qué hacer...—dice con voz de queda tapándose el rostro con ambas manos dejándome confundida.
Así que por instinto a pesar de la pelea que tengo con la cobija para desenredarme me acerco para envolverla en un fuerte abrazo y no pasa mucho para que Paloma lo devuelva soltándose a llorar sobre mi hombro.
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Editado: 16.07.2021