Un Acto Casi Nada Infantil

12

Anochecía mientras regresábamos a casa, la agente Huerta se encargaría de ejecutar el plan mañana y de explicarlo a todo aquel que formara parte de ello.

        — Jamás había visto un informe tan poco detallado- dijo burlonamente mi amigo.

        — Estoy segura que es el primer informe que vez en tu vida- le respondí, sin apartar la mirada de frente.

        — ¿Dónde tienes el resto?

        — Conmigo.

        Hizo un ruido con la boca cerrada, no muy feliz por mi respuesta, que es cierta en muchos sentidos.

        — Entonces ya no me necesitaras mañana.

        — Todo lo contrario, necesito a un hombre a mi lado.

        — Nunca pensé que te escucharía decir eso- reímos, para mi buena “suerte”.

        Se hizo un silencio, me dispuse a pensar cómo hacer que me acompañe mañana. Lo mire, pude ver como su concentración está al máximo.

        — ¿Qué es lo que deseas saber?- decidí atacar primero.

        — Si te lo digo, es como aceptar que iré mañana, ¿cierto?

        — Esto te ha vuelto más listo de lo que crees. Vamos, dilo, no te obligare, ya me has ayudado suficiente.

        — No entiendo como consigues ganarme siempre- dijo con resignación.

        No pudo evitar sonreír, por lo visto él se dio cuenta y soltó una pequeña risa.

        — ¿Para qué me necesitas mañana?

        — Eso no es lo que realmente deseas saber- replique.

        — Pero ya lo hice.

        — Bien, si así lo que quieres- dije despreocupadamente-. Te quiero por si las cosas se ponen feas, como dicen.

        — ¿Feas?- pregunto con voz aguda.

        — Si es capaz de matar tres niños, que no lo intente conmigo cuando lo descubra me sorprendería demasiado.

        — ¿No crees que un policía sería mejor para un caso así?- dijo con tono sarcástico.

        — Y actuaría como tal y arruinaría todo mi plan. Créemelo, te necesito, si estuviera plenamente segura de cuál de los cuatro es el asesino, hoy se lo hubiera dicho a la oficial Huerta y me estarías preguntando el cómo lo descubrí.

        — Creo que no seré de gran ayuda si él tiene un arma en sus manos.

        — Tú también la tendrás.

        Sentí como el auto se orillaba y se detenía de golpe. De no haber traído el cinturón de seguridad puesto, hubiera necesitado de mis manos para evitar el golpearme la cabeza.

        — ¿Estás hablando en serio?- preguntó mirándome y con los ojos abiertos al máximo.

        — Sí, por protección nuestra y para mantenerlo a raya en lo que llegan los refuerzos.

        — No me jodas, yo no sé utilizar un arma, ni siquiera sé…

        — Yo sí, pero espero que no tengamos que utilizarla; te enseñare como agarrarla para que nuestro asesino se lo crea.

        >> Los oficiales estarán cerca, atentos a cuando les de la señal.

        — Ahora pienso que hice la pregunta incorrecta.

        — Te dije que esa no era la pregunta que querías hacer, por lo que en cambio obtuviste una respuesta que no deseabas.

        Jordi me fulmino con la mirada, tal vez esperaba que me sintiera mal por ello o algo semejante.

        — En el peor de los casos, lo dejamos ir para que no nos haga daño. Aunque insistiré en que nos estás obligado- aclaré.

        — Eso me hace sentir más obligado, ¿no es extraño?

        — Las primeras veces siempre usualmente lo son, o tienen parte de ello.

        Él asintió un par de veces, luego retomamos el camino a casa, en silencio.

        Al llegar, me dijo que le parecía mejor idea ir a su departamento a descansar, le respondí recalcando que en realidad sí es una buena idea.

        — Por cierto, toma- deje mi libreta donde hace unos momentos iba sentada—, las respuestas a la verdaderas preguntas que querías hacerme-. Cerré la puerta y entre a la casa.

 

Realice todo mi ritual más temprano, por la ansiedad y los nervios de ejecutar el plan. A las cinco y media me prepare mi té, apenas había dado el primer sorbo cuando alguien llamo a la puerta.

        — Supongo que la necesitaras- dijo Jordi al entrar y entregándome mi libreta negra.

        — Al igual que a ti.

        Cerré la puerta, me guarde mi libreta y fui a terminar mi té. Después partimos hacia lo que promete ser el fin de nuestro caso.

        — ¿Qué te pareció?

        — ¿Cómo sabes que lo leí?

        — Te juro que si es lo contrario, llevare a un oficial y no a ti.



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En el texto hay: asesinatos, crimen, detective

Editado: 22.03.2020

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