Capitulo 1: el conocimiento

Karla y Gabriel se conocieron una tarde lluviosa de abril en una pequeña librería del centro de la ciudad. Ambos buscaban refugio de la tormenta que azotaba las calles y, casualmente, terminaron en la misma sección: literatura clásica.

Karla, una joven escritora aspirante, estaba profundamente concentrada en un viejo ejemplar de "Orgullo y Prejuicio". Gabriel, un ingeniero con pasión por la lectura, buscaba algo nuevo que leer. Sus miradas se cruzaron al mismo tiempo que ambos intentaban alcanzar el mismo libro en el estante. Entre risas y disculpas, comenzaron a conversar sobre sus autores favoritos y sus historias preferidas.

La charla se extendió durante horas, como si el tiempo no existiera dentro de aquel acogedor refugio. Descubrieron que compartían no solo el amor por los libros, sino también sueños similares de explorar el mundo y encontrar inspiración en cada rincón.

Después de ese primer encuentro, Karla y Gabriel empezaron a verse regularmente, encontrando siempre algo nuevo que aprender el uno del otro. Karla le mostró a Gabriel cómo ver el mundo a través de las palabras, mientras que Gabriel enseñó a Karla a apreciar la belleza en la estructura y el orden.

Juntos, comenzaron a escribir su propia historia, llena de aventuras, retos y, sobre todo, amor. Con el tiempo, Karla publicó su primera novela, inspirada en sus vivencias con Gabriel, y Gabriel decidió dejar su trabajo para viajar con Karla, apoyándola en cada presentación de su libro alrededor del mundo.

La librería donde se conocieron se convirtió en un símbolo de su amor, y cada año, en el aniversario de su primer encuentro, regresaban allí para recordar cómo la lluvia los unió y cómo, desde entonces, nunca dejaron de escribir su historia juntos.

Karla y Gabriel habían sido amigos desde la infancia. Crecieron en el mismo vecindario, fueron a la misma escuela y compartieron innumerables momentos juntos. Siempre habían sido inseparables, con una conexión que muchos envidiaban.

Durante sus años de adolescencia, Karla comenzó a notar que sus sentimientos por Gabriel eran más profundos que los de una simple amistad. Al principio, trató de ignorar esos sentimientos, temerosa de que confesarle a Gabriel podría arruinar la relación tan especial que compartían.

Una noche, durante su último año de universidad, Karla y Gabriel estaban en el techo del edificio de Gabriel, una tradición que mantenían desde jóvenes. Miraban las estrellas, charlando sobre sus sueños y planes para el futuro. Gabriel habló apasionadamente sobre su deseo de viajar y trabajar en proyectos humanitarios, mientras Karla escuchaba, sintiéndose abrumada por la calidez de su voz y la claridad de su visión.

Karla decidió que no podía seguir ocultando sus sentimientos. Respiró hondo y, con el corazón latiendo con fuerza, confesó: "Gabriel, hay algo que necesito decirte. Desde hace tiempo, siento que te quiero más que como un amigo. Te amo y he estado guardando este sentimiento por miedo a perderte."

Gabriel quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Karla. Finalmente, tomó la mano de Karla y le dijo: "Karla, tú siempre has sido la persona más importante para mí. También he estado sintiendo lo mismo, pero no sabía cómo decírtelo sin arriesgar nuestra amistad."

Con esas palabras, un peso se levantó de los hombros de Karla. Se abrazaron bajo el cielo estrellado, sabiendo que su amistad se había transformado en algo más profundo. Desde ese momento, su relación floreció en un amor sincero y fuerte, cimentado en años de amistad y comprensión mutua.

Con el tiempo, Gabriel y Karla se apoyaron mutuamente en cada uno de sus sueños. Gabriel emprendió sus viajes humanitarios, con Karla a su lado, escribiendo sobre sus experiencias y el impacto de sus esfuerzos. Juntos, descubrieron que su amor era tan vasto y profundo como el universo que habían contemplado tantas veces desde aquel techo, y sabían que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre se tendrían el uno al otro.