Olivia
Se que Leonardo, al igual que Eve y Gwen, no están de acuerdo conmigo respecto a cómo traté a mi mellizo, a Sara y a Dan, pero en mi defensa, yo me siento muy traicionada y no voy a cambiar de opinión...al menos por una semana.
Lo sé, tengo corazón de pollo cuando se trata de mi melli.
Sin embrago, ahora tengo otra cosa en la mente que mi mellizo traidor y eso es la dichosa cena de cumpleaños de Andrés, la cual han cambiado de lugar y en vez de ser en casa de la tía Mónica, será celebrada por todo lo alto en un fino restaurante de comida italiana ¡ni somos italianos! En fin, la cosa es que invite a Leo y eso me pone nerviosa.
¿Por qué? Bueno esa misma pregunta me la hago yo, vamos que el tío me ha visto en mis peores facetas y aun así está a mi lado.
Seguro es el efecto "abuela Valencia" lo que ejerce ese miedo sobre mi, me aterra lo que mi "abuelita querida" le vaya a decir a Leo.
Menos mal que estarán los abuelos Navarro para contrarrestar.
—Olivia, ven un momento por favor —escuche la voz de mi padre hablarme desde la sala.
Acudo casi de inmediato, son raras las veces que me hablan, seguro tiene que ver con mi mellizo.
—¿Qué pasa? —me hice la desentendida.
—Liv... —me advirtió mi madre— ¿Qué ha pasado con Alejandro?
—¿Nada? —quise bromear, pero al ver su cara seria mejor opte por guardar silencio.
—Olivia, Diego y Pilar nos han contado lo que ha pasado entre ambos ¿no crees que es un poco inmaduro dejarle de hablar a tu hermano solo porque se enamoró de tu mejor amiga?
Herví de rabia, estaba claro que esos dos contaron lo que les dio la gana, ya que mis padres jamás se hubieran puesto así si supieran que el sillón fue testigo del dichoso enamoramiento.
—¿Qué pelea? —me haría la desentendida hasta que me dejaran en paz— Yo no sabía nada ¿qué amiga?
—Sara —era más que obvio que no se tragarían mi cuento.
—Vale, si lo sabía ¡pero tengo derecho a estar enojada!
—¿Por qué según tu? —mi madre dejaba a papá manejar la situación.
A ellos no les soltaría lo del código, aparte ya con la cabeza fría descubrí que eso no es lo que realmente duele, lo que realmente me lastimo es que no me lo contaran.
—Está bien, no tengo derecho a estar enojada ¡pero no me pienso disculpar! —Yo no he hecho nada malo y se lo pienso dejar claro a mis padres.
—Vale, pero ¿podemos contar con que no harán nada en la cena de cumpleaños de Andrés?
—Obvio.
Me hicieron un gesto para que me retirara y les hice caso, ya no quiero mas interrogatorio ni promesas que quizá ni cumpla.
(...)
Odio los vestidos, odio a Andrés y odio esta condenada fiesta ¡no se que ponerme! Se que tenemos que ir formales, pero me da no sé qué, ¿Por qué el idiota de Andrés no se pudo conformar con unos jeans y una blusa?
Al final escojo un vestido negro con un cinturón rosa, ya lo he usado en algunas presentaciones de la escuela, así que esta a la moda, pero a la vez es recatado.
Me maquillo levemente y recojo mi cabello en un chongo mal hecho, si, yo tengo que ser rebelde de alguna manera, aunque sea con mi cabellera.
—¡Liv! ¿Ya estas lista? —Pilar entró a mi cuarto enfundada en un vestido negro con rojo, que le llegaba a las rodillas, zapatillas plateadas y el cabello suelto, estaba hermosa.
—Que linda estás hoy —le doy una vuelta y ella ríe.
—Tú también ¿usarás tacones?
—Obvio ¿Quieres que te maquille?
Veo como asiente y comienzo a hacer mi trabajo, un poco de base, los ojos con efecto ahumado y un poco de brillo en los labios.
—Listo.
—Eres la mejor Liv.
—Venga va, espérame abajo, no tardo.
Termine de calzarme unas zapatillas negras y seguí a mi hermana, ahí ya estaban Diego, Cristobal y Alejandro, todos en trajes.
—Todos unos muñequitos —bromeó.
—Te hubieras peinado mujer, tú cabello parece nido de pájaros —me regresa la broma Cristobal.
—Un nido de pájaros muy orgulloso de molestar a la abuela.
—Estas bien loca —murmura Diego conteniendo la risa.
Alejandro se mantiene al margen, mejor.
De repente escuchamos pasos de la escalera y vemos a la pareja de oro: mis padres.
Mi madre enfundada en un vestido largo color azul ¡joder! Que parece mi hermana mayor.
Mi padre, parece una versión mayor de Alejandro, también en un traje negro.
—¡Están divinos! —a mamá le da por arrancar en un llanto que nos deja confundidos.
—Pero, Isa ¿qué tienes?
—Es que... —mamá sorbe un poco— ¡Mira lo grandes que están José Antonio! Hasta hace poco eran mis pequeñines y ahora...
—¡Oh Vamos Isabel! Si todavía los tienes para rato...al menos a tres de ellos.
—Bueno al menos Sara y Leonardo me parecen buenas personas ¿Vendrán a la cena?