Un Amor De Chocolate

El Miedo De Anthony

ANTHONY

Ahí estaba Gabriel mirándome con horror, podía notarlo. Estaba ¿furioso? Seguramente que sí. Por dios, me gritará, me golpeará y luego de humillarme me echará de su casa y de su vida.

Sin poder evitarlo comencé a temblar como una hoja, sin embargo no podía ni quería dejar su diario personal. En verdad quería conocer a Gabriel.

Me aferré a su diario cuando él me preguntó qué hacía con ésto. Pero comencé a temblar, él se enojará conmigo. De echo se veía molesto. Apreté mis labios y tomé impulso. Colocandome de pie dejé el diario sobre la pequeña mesita que había.

— Respondeme Anthony ¿qué crees que haces? ¿Qué fue lo que....leíste? — él me miraba temblar y cerró sus manos en forma de puño — ¿Por qué estás temblando mientras me miras?

— Gabriel yo....solo quiero conocerte mi amor....
— ¿Y por eso estás temblando? — él se fue acercándoseme lentamente, a lo que me asusté y retrocedí sintiendome tan patético porque se trataba de Gabriel por dios. ¿Por qué debía sentir miedo?

—N-No...yo...yo...Gabriel por favor... — sin pensarlo dos veces quise correr hacia la puerta pero él me sujetó con fuerza logrando asustarme más de lo que ya estaba — ¡No por favor! ¡Sueltame! ¡No! — no dejaba de temblar ya que estaba aterrado — No me lastimes....mi amor....por favor...

Gabriel me precionó contra su cuerpo y yo empecé a llorar. Me sentía desesperado, porque repetninamente no tenía a nadie en quien confiar.

Pero Gabriel me abrazaba no me apretaba como solía hacerlo Mefis. Sin embargo quería irme de allí.

—No permitiré que te vayas de aquí Anthony. 
— ¿Por qué? Estás furioso
— ¿Me tienes miedo Anthony? — asentí con la cabeza — ¿Crees que te dañaría?

— Yo....yo....si...
—¿Por qué? ¿Qué leíste? — me limité a mirarlo en silencio — ¡Repondeme!
—Por favor no....no....

Gabriel me abrazó con suavidad como siempre solía hacerlo. Yo me aferré a él ya que necesitaba recuperar el control perdido. No paré de llorar.

—Gabriel por dios ¿no te diste cuenta que no tengo a nadie? Solo un maldito apellido. No puedo recurrir a mi papá porque no quiero arruinarle su luna de miel. Después de tanto dolor al fin respira paz junto a Orfen.

— Anthony escuchame....
— Me dijiste que me amabas Gabriel
— Solo escuchame.....
— Por favor mi amor....por favor....te amo, es cierto.

Como mi mente estaba embotada él me besó intentando callarme y calmarme. Por supuesto que funcionó. Volví a sentir su amor, su aroma, su dulzura. Por dios Gabriel, nunca me dañarías ¿cierto?

Seguí abrazado a él resignado ya que si quería matarme, sinceramente había dejado de importarme.

— Anthony, mi vida escuchame — él me apartó un poco para mirarme a los ojos — Nunca te podría hacer daño ¿entiendes? Nunca. Te amo demasiado mi vida. Demasiado. Tú leíste mi diario.

—Parte....solo leí una parte...
— Lo que se encuentra allí es mi alma misma.
— Lo sé mi amor — seguía llorando.

— Y no es algo de lo cual deba enorgullecerme precisamente....mi vida. 
—Mi amor por favor...

— No llores Anthony — él me abrazó con ternura — Me desgarra saber que el culpable de tu dolor soy yo. Perdoname por favor.

— Gabriel, perdóname tú por actuar tan irracionalmente. 
—Ven conmigo. Desayunemos juntos mi vida, si es que el desayuno sigue caliente. Y por dios mi vida, ya deja de llorar.

— Perdón mi amor, yo solo...
— Querías conocerme lo sé
— Aún lo deseo ¿puedo quedarme con tu diario?

— Si, si puedes pero por favor...no me temas....por favor mi vida. 
— No volveré a tener miedo de tí.

Ambos nos sentamos a desayunar. Por suerte estaba caliente el desayuno. Lo disfrutamos bastante. El conocer parte de su vida me ayudaba bastante. Podía ver a Gabriel desde otra perspectiva.

Lo acariciaba con tanto amor que me encantaba ver su rostro impregnado de placer. 
— Tú también debes dejar de llorar mi amor, tus lágrimas son del alma. 
—¿Me ayudarás a secarlas?

— Por supuesto mi amor. Te amo demasiado como para permitir que sigas lamentando tu pasado. Aunque tu presente sigue atormentandote, yo te ayudaré. Mi amor.

El mayordomo se llevó el carrito y quedamos solos al fin. Nos dirigimos a la cama aprovechando que fuera nevaba con fuerza. Era el clima perfecto para hacer el amor con aquel que tanto amo.

La chimenea seguía encendida, el calor impregnaba toda la habitación. Pero el mayor lujo que sentía era tener a mi amado Gabriel en mis brazos amándome.

— Anthony....eres la luz que ilumina mi oscuridad.
— Y tú Gabriel eres mi ángel guardian.


 




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